Esta semana, el mundo le está rindiendo homenaje a Pablo Picasso (1881-1973), uno de los pintores españoles más influyentes del siglo XX. En esta nota, sus principales obras, la historia de su arte (y la curiosidad de por qué nunca más pintó "patas de palomas"), los homenajes que se celebrarán en su honor y tres fuertes pinceladas que hablan de su personalidad.
Picasso en GENTE
En febrero de 1969, a los 87 años, el artista posó en su casa con pocos muebles –“pero todos llenos de recuerdos”– acompañado por su mujer, Jacqueline Roques. En dicha ocasión, Pablo conversó con GENTE sobre su proceso creativo y dijo: “Para mí, la contemplación es el primer paso. Observo las moscas, las flores, las hojas, los árboles; todo lo que me rodea. Dejo mi mente vagar libremente como un bote arrastrado al azar por la corriente del río. Más tarde o más temprano se verá aprisionada o detenida por algo. Entonces se irá precisando, o tomando forma, el tema o el motivo”.
Cuando yo era pequeñito mi madre me decía: ‘Si te hacés soldado, serás general. Si te hacés monje, terminarás Papa…’. Yo quise ser pintor ¡y soy Picasso!
81 años de arte
Su primera pintura interesante (la de una pareja de ancianos en una cocina) la pintó cuando tenía apenas 10 años. Tres años después, su padre –profesor de diseño y pintura– se dio cuenta de sus sorprendentes cualidades y le pidió que lo ayudará a plasmar las minuciosas patas de las palomas en las telas que él realizaba por encargo. Años más tarde, Picasso recordaría: “Tuve que repetirlo tantas veces que entonces me prometí: ‘Cuando sea mayor y tenga que pintar palomas, las haré sin patas’”. Y así lo hizo. En su adultez, resolvió la cuestión realizando trazos o líneas llenas.
Sus primeros logros los obtuvo en 1895 y 1897, cuando aprobó el ingreso a la Escuela de Bellas Artes con el trabajo que realizó en un día, y cuando le entregaron una medalla de oro por la obra Ciencia y caridad abriéndole las puertas de la Academia de San Fernando. En los años subsiguientes, sus jóvenes manos comenzaron a mancharse de pinturas y su cerebro comenzó a empaparse de arte, pero, pese al imaginario colectivo, para 1899 su pobreza era tal que llegó a pintar los muebles que no tenía en las paredes de su casa.
Su derrotero artístico lo trasladó a Francia –sin saber hablar francés– y allá, en 1901, expuso setenta y cinco de sus telas en la galería Vollard sin producir un gran impacto. Fue por esa época en la que un gran amigo de él, el pintor y poeta Carlos Casagemas, decidió quitarse la vida provocando el inicio del difundido “período azul” (llamado así por la preponderancia de ese color en las obras del artista) que duraría hasta 1904/1905, cuando comenzaría su breve “período rosa” (con tonalidades cálidas de rosados y anaranjados) antes de que surjan las primeras huellas del cubismo allá por 1906 con su famoso óleo Les demoiselles d’Avignon. En 1914, en París, realizó su primera escultura en bronce.
Pasaron años –y muchas obras– antes de que sus creaciones se tornen relevantes a nivel mundial. Ya en 1922, él hablaba con la prensa estadounidense y declaraba: “Yo no evoluciono, yo soy. Por eso sobrevivo”. En esa época, él se había casado con la hija de un general de la Rusia imperial –Olga Kokhlova– y vivía una vida fastuosa. Esta relación –y ese status– durarían siete años. Luego vendrían otros amores y la llegada del surrealismo.
En 1937, ya siendo director del Museo del Prado, plasmó en el Guernica –una obra de ocho metros de largo por tres y medio de alto– toda la amargura que le provocó el bombardeo de la guerra civil española. Tras la desolación, vino una década en la que se instaló en Cannes con otro amor y sus obras lo reflejaron con colores y seres mitológicos como faunos, centauros y ninfas.
Ya en la década del 50’, a sus sesenta años, comenzó a fascinarse con la desnudes de los cuerpos; en el 60’, puso su foco en las técnicas del grabado y realizó linóleos que figuran entre los más magistrales que se ejecutaron en ese medio; en los 70’, se sumergió de lleno en el arte de la cerámica brindándole su personalidad.
Obras, premios y muestras siguieron entrelazándose sin tregua hasta el amanecer del 8 de abril de 1973, cuando el pintor abandonó esta vida a los noventa y un años. Se encontraba en Mougins, Francia. Desde entonces, su cuerpo está sepultado en el castillo de Vauvenargues, en la Provenza.
3 trazos de su personalidad
1) Sufrió la fama. A tal punto que, frente a un periodista, reflexionó: “No puedo vivir aislado, sin embargo, vivo prácticamente prisionero. Pocas cosas existen más crueles que la celebridad. He construido una doble cerca con paredes enrejadas y alquilé casi un escuadrón de vigilantes para evitar intrusiones. Debo mantener oculto mi número de teléfono y hasta tuve que adiestrar a la servidumbre para contestar con un ‘no’ a cualquier indiscreto para preservar mi vida familiar”.
2) Se entregó a varias mujeres, y a todas ellas las retrató. Fue Francoise Gilot, la mujer de 23 años que él conoció con 60, la que dejó una anécdota particular. Al abandonarlo, en 1953, exclamó: “Estaba harta de vivir con un monumento público”.
3) Sus últimos años los disfrutó en Notre Dame de Vie –también llamada “La guarida del minotauro”–, una mansión de 17.000 m2 de la Costa Azul con vista a la bahía de Cannes. Tenía quince dormitorios, una pileta de 350m2, un spa y un baño turco, cancha de tenis, bodega con capacidad para cinco mil botellas de vino, casa de huéspedes de 250m2 y otra casa para el servicio de 120 m2.
Un genio del siglo XX
Pablo Picasso revolucionó el arte, fue el referente de la vanguardia artística mundial y es el artista que, al día de hoy, poseé más museos dedicados a nivel global. Aquí sus principales obras:
Mi mejor consejo para cualquier persona es este: tener un vicio bueno, grande y poderoso. El mío es el siguiente: divertirme con amigos por las noches con muchas risas, porque cuanto más me ría, mejor pintaré más tarde
Pablo Picasso
¿Qué se hará por el aniversario?
En Málaga, cuna del artista que inspiró sus obras sobre flamencos, palomas y corridas de toros, están previstas más de 50 actividades, muestras y exposiciones para recordarlo además de “la corrida Picassiana”, un clásico de Semana Santa en el que los toreros usan trajes inspirados en el arte del pintor que rompió todos los moldes.
Por su parte, el Musée Picasso de París, que alberga la mayor colección del artista (con 297 pinturas, 368 esculturas, 200.000 piezas de archivo y 92 libros ilustrados), tiene en exposición una audaz curaduría realizada por el diseñador de moda británico Paul Smith que entrecruza las obras del maestro español con piezas de artistas contemporáneos como Mickalene Thomas y Chéri Samba.
En Estados Unidos, más particularmente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), se exhibirán pinturas, dibujos, grabados y fotografías inéditas del verano de 1921, cuando el artista tuvo, lo que muchos llaman, “una explosión creativa”. A su vez, en el Museo de Brooklyn de Nueva York el público podrá recorrer la muestra que curó la comediante australiana Hannah Gadsby analizando la obra de Picasso a través de un lente feminista. La Fondation Beyeler de Suiza presentará las pinturas de su carrera tardía. Los franceses Musée Magnelli y Musée de la céramique-Vallauris destacarán su trabajo en cerámica. Y el Kuntsmuseum Pablo Picasso en Münster, Alemania, ya le dedicó una exposición a Fernande Olivier y Francoise Gilot, “las dos amantes de Picasso que dejaron constancia por escrito de los recuerdos de sus años junto al artista”.
La lista es aún más larga, y los honores seguirán acumulándose del tal forma que está previsto que el tributo mundial continúe hasta principios de 2024.
Por Kari Araujo
Fotos: Archivo Atlántida
Arte de apertura: Gustavo Ramírez
Recopilación de material: Mónica Banyik
