“Yo ya estoy en casa. Ahora, pido por la paz en mi Líbano” – GENTE Online
 

“Yo ya estoy en casa. Ahora, pido por la paz en mi Líbano”

Breve resumen de guerra… 12 de julio de 2006: El grupo islámico Hezbollah captura a dos soldados israelíes. El premier Ehud Olmert lo considera una acción de guerra. Al día siguiente, Líbano comienza a arder. Objetivos estratégicos: los edificios y las calles. Las bombas caen y hacen “lunas” de las ciudades. Cráteres y cráteres. Casi dos semanas después, ya no importa realmente quién tiró primero. Casi 400 muertos libaneses, casi 50 israelíes. Muchos de ellos niños. Además, medio millón de refugiados empujados desde el sur del Líbano –donde el bombardeo de ensaña más, y donde Hezbollah es más fuerte– hacia Beirut, hacia el norte. Refugiados sin agua y sin comida, claro. Y la ONU que predice una tremenda crisis humanitaria, pero que no sabe cuándo va a parar esto. Breve resumen de guerra, sí, que los ojos negros de Paula de Mouzaffar vieron allá y cuentan acá:

Yo sólo quería recorrer, visitar a mis familiares de El Bennay, un pueblo ubicado a media hora de Beirut”, comienza relatando esta señora de buena salud nacida en Coronel Brandsen, a 65 kilómetros de la Capital, que había viajado “por tercera vez en su vida a la tierra de mis padres”, cuenta hoy, con sus nervios destrozados, desde su casa de Bella Vista, con jardín al frente y una piletita atrás. Y lo cuenta porque lo puede contar, ya que aterrizó en Ezeiza el domingo por la tarde, dentro de un contingente de doce compatriotas evacuados, ansiosa por recibir un abrazo de su hijo José, su nuera Leticia y sus nietos Fátima, Javier, Carmen y José Manuel. Y ansiosa por dejar correr aquellas lágrimas que necesitaba dejar correr.
Las raIces, el viaje. “Yo siempre estuve muy interesada en la comunidad”, asegura Paula, una de las tres hijas de la familia libanesa que había migrado a la Argentina harta de la ocupación inglesa y francesa. Familia que empezó trabajando en el campo y luego vendió ropa puerta a puerta, hasta que llegó a poner su propio local. No obstante, pronto Paula, adolescente, inquieta, se enamoró de Hussein Mouzaffar, que también había emigrado y se había radicado acá, pero sin los suyos y con sólo 12 años. Tanto simpatizaron que se convertiría en su marido y en el padre de su único hijo, José. Hasta que en 1982, a los 78 años, Hussein falleció sin haber podido cumplir el gran sueño de ambos: volver juntos a sus pagos. “Mis primos me habían invitado a volver a Líbano, así que mi hijo me ayudó para que pudiera viajar”, apunta Paula, que pisó el aeropuerto de Hariri, en Beirut, el 1º de junio. “Mi visita empezó bien. Mis primos se turnaban cada día para sacarme a pasear, pero siempre y cuando ya hubieran terminado de ver los partidos del Mundial, su debilidad. Después del campeonato de fútbol, el lugar se llenó de turistas. Autos, tras autos, tras autos”, sonríe nostálgica.

–Hasta que pasó lo que pasó…
–¡Ay! Si vos vieras lo linda que estaba Beirut, la opulencia de las casas y los autos… Pero ahora se acabó todo. La gente no sabe qué hacer. Están desahuciados, sin agua, sin medicamentos. Dejaron sus casas, perdieron sus trabajos, todo en un minuto. Nadie esperaba el bombardeo, nadie.
El horror de la guerra. Todo en un minuto. Y huir también era cuestión de minutos. Aunque para Paula y sus 85 años era un tanto más complejo. Primero dijeron que podía ser evacuada por barco hasta Chipre, para después volar hacia Damasco y desde allí usar el pasaje de vuelta de Air France que tenía hasta la Argentina. Pero esa opción resultaba demasiado agobiante para una señora de su edad. Entonces ella seguía allí, en medio de la escalada de violencia. Su familia comenzaba a desesperarse. Fátima, su nieta de 25, envió en esos días un mail a los familiares: “¿Pueden creer que mi abuela se fue el 30 de mayo para quedarse dos meses y visitar a su familia? Ayer me llamó por teléfono y me dijo que una semana atrás caminaba por Beirut mirando el Mediterráneo y hoy, en cambio, todo está destruido… Se mudaron a unas casitas que la mayoría de los habitantes tienen en la montaña, donde se supone que están más seguros… Tengo miedo de que no pueda volar de regreso”, se preocupaba Fátima.

El regreso interminable. Paula no duerme desde hace días. La guerra opera así. Aunque te evacuen, aunque la dejes atrás, se queda en vos. Después de la incertidumbre, la embajada argentina en Beirut organizó un plan de salida para los compatriotas que todavía estaban en Líbano. El operativo consistía en viajar en micros y luego volar rumbo a España, Brasil, Argentina y Chile, en un avión militar chileno. Ciento cuarenta latinoamericanos volando juntos, huyendo del infierno.

–Paula, ¿cómo fue esa traumática experiencia?

–Tomamos micros que tenían en su trompa inmensas banderas de Argentina y Chile para que no nos bombardearan. Tardamos varios días de recorrido por tierra, porque debimos tomar un camino alternativo, ya que el principal había sido destruido en los primeros días del bombardeo, pero finalmente llegamos a Damasco, la capital de Siria. Estoy muy agradecida con los chilenos, que nos pusieron un avión propio, y con la embajada argentina. No sé cómo hice para soportar ese viaje con mis 85 pirulos, pero aguanté.

–Usted volvió, pero sus familiares y el país de sus orígenes, Líbano, siguen inmersos en esta guerra. ¿Qué siente?
–Yo, que ya estoy en casa, ahora pido por la paz en mi Líbano. Y creo que todos tenemos que pedirle a Dios para que haya paz en mi tierra, y en todo el mundo.

 Paula, hace veinte días, en el árido paisaje de <i>El Bennay</i>, de donde vinieron sus padres hace muchos años. Viajó para visitar a su familia. Por fortuna pudo regresar a la Argentina. Hoy dice: “<i>Gracias a Dios, volví</i>”.

Paula, hace veinte días, en el árido paisaje de El Bennay, de donde vinieron sus padres hace muchos años. Viajó para visitar a su familia. Por fortuna pudo regresar a la Argentina. Hoy dice: “Gracias a Dios, volví”.

 Los escombros de un refugio de Hezbollah bombardeado por el ejército israelí, en los suburbios de Beirut.

Los escombros de un refugio de Hezbollah bombardeado por el ejército israelí, en los suburbios de Beirut.

 Paula y dos familiares antes de que se desatara el conflicto.

Paula y dos familiares antes de que se desatara el conflicto.

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