“Yo sólo quise salvar a la pobre señora, y me arruinaron la vida” – GENTE Online
 

“Yo sólo quise salvar a la pobre señora, y me arruinaron la vida”

Le cuesta articular palabra sin gimotear. Con el pelo más claro que hace cuatro años, cuando diera su primer testimonio en GENTE, Beatriz Michelini (quien a pesar de sus temores concede la entrevista con la única condición de que no se muestre su cara), puede tener un rol fundamental cuando le toque declarar en el juicio por la muerte de María Marta García Belsunce. Beatriz, hoy de 49 años, fue la primera persona que ingresó a la casa el día del crimen, y la que encontró a Carlos Carrascosa junto al cuerpo de su esposa, a quien la masajista todavía creía con vida. Dice que ella trató de socorrerla, le hizo respiración boca a boca y masajes cardíacos, y le gritó a Carrascosa que pidiera ayuda, porque María Marta estaba todavía tibia y parecía respirar. Hoy, Michelini afirma sentirse agobiada por la tristeza y por la indignación de verse involucrada en una pesadilla cuando, insiste, “soy la única persona que actuó con buena fe.... Lo único que quise hacer fue ayudar a la pobre señora María Marta y me arruinaron la vida. Ahora no puedo vivir tranquila. No puedo estar en lugares con la puerta cerrada. Me agarran ataques de angustia y siento que me muero”.

Su abogado, Eduardo Ludueña, está convencido de que su defendida conseguirá el sobreseimiento en la acusación por “encubrimiento” que le hizo el fiscal Diego Molina Pico. Beatriz toma con desesperación la mano de su compañero Guillermo (con quien tiene dos hijos y es abuela de tres nietos) y afirma: “Recién ahora pude volver a trabajar como antes”.
Michelini fue la primera de los imputados por encubrimiento en someterse a la prueba de ADN; los resultados fueron negativos. “Además, en la resolución del 15 de enero –dice Ludueña–, el juez de la causa, Diego Berrotaveña, consideró que Beatriz solamente siguió las indicaciones de uno de los médicos, y lo hizo en el afán de ayudar y no de ocultar pruebas”.

–Beatriz, a usted se la acusa de haber borrado pruebas, cuando limpió las manchas de sangre en la escena del crimen…

–Lo único que hice fue ayudar a una mujer por quien yo sentía respeto y afecto. Ese día llegué al country (al Carmel) como cualquier otro domingo. Y a la misma hora de siempre, cerca de las siete de la tarde. Pero cuando llamé a la casa no contestaba nadie. Al final autorizaron mi entrada, y cuando llegué a la casa Carrascosa se asomó por la ventana de arriba y me gritó: “¡Beatriz, venga, rápido!”. Entonces subí lo más rápido que pude hasta el cuarto de ellos, en la planta alta. Y ahí lo encontré a Carrascosa a la izquierda de María Marta, acariciándole el pelo.

–¿Qué le dijo Carrascosa?
–Que María Marta había tenido un accidente. Me pidió que le tomara el pulso, pero yo no se lo encontré. Lo que nunca me voy a poder olvidar era el gorgojeo que sentía en su pecho. Creo que cuando llegué a la casa ella todavía estaba viva.

–¿Cuál era la actitud de Carrascosa?
–Estaba sentado al lado de María Marta acariciándole el pelo… Mucho después me di cuenta de que era el lugar en donde le habían pegado los balazos. Lo que no puedo entender es cómo Carrascosa no se desesperó ni salió a buscar ayuda.

–¿Por qué limpió la sangre del baño?
–Los médicos y los familiares me dijeron que limpiara la sangre en la bañadera y en el piso, para que la familia no se impresionara. Los médicos que vinieron me ofrecieron guantes de goma para que no me contagiara nada, pero yo lo hice casi sin pensar. Todo el baño estaba mojado, tanto que cuando los médicos intentaron hacerle un electroshock a María Marta, montaron a caballito de su cuerpo para evitar mojar el equipo y no electrocutarse con el agua.

–¿Qué decían los familiares de María Marta?
–Irene Hurtig, la hermanastra de María Marta, me vio llorando y me vino a consolar. La verdad que no sé cuándo llegó a la casa... Hay cosas que no me voy a poder borrar. Como la sensación de impotencia cuando traté de socorrer a María Marta y sentí que todavía vivía. También recuerdo el agua tibia con sangre que me llegó hasta el codo, cuando desagoté la bañadera.

–¿Y los miembros de la familia qué hacían?

–El señor Guillermo Bártoli, marido de Irene Hurtig, ordenó limpiar la sangre del baño. Me dijo “¡vamos!” y empecé con la limpieza. El lampazo para limpiar me lo trajo Bártoli. Cuando terminé, escurrí la alfombrita del baño y la puse en el cesto de la basura. Le pedí una bolsa a Carrascosa y me dio una bolsa de residuos, adonde coloqué todas esas cosas y se las di a un guardia de seguridad que estaba en la puerta... Son todas imágenes que me vuelven a la cabeza porque ahora me doy cuenta de cómo me usaron... Y lo peor es que mi familia tiene que soportar que digan que me dieron dinero para pagar mi silencio... (llora). Es algo que me destrozó. Mi familia está sufriendo muchísimo por todo esto.

–¿Cómo era su relación con María Marta García Belsunce?

–Yo sentía un gran cariño y admiración por ella. La señora me había conseguido muchos clientes en El Carmel.

–¿Y la relación matrimonial entre ella y Carrascosa?
–Por lo que yo vi del matrimonio, me pareció cariñosa y normal. Se trataban de “Negra” y “Gordo”. En los dos años y medio que trabajé con ellos nunca los vi discutir mal. Por eso no entiendo qué pudo pasar. Vivo en una angustia permanente. He colaborado en todo con la Justicia. Hasta le dije al fiscal que yo también era la masajista de Inés, la mujer de Nicolás Pachelo (ex vecino del country El Carmel a quien los García Belsunce apuntan como el posible asesino). Sólo le pido a Dios que mi familia deje de sufrir. Yo nunca volveré a tener una vida normal. Y todo por querer salvarle la vida a la pobre María Marta. María Marta junto a su marido Carlos Carrascosa, en los tiempos felices.

María Marta junto a su marido Carlos Carrascosa, en los tiempos felices.

Beatriz Michelini junto a su abogado, Eduardo Ludueña.

Beatriz Michelini junto a su abogado, Eduardo Ludueña.

Una foto clave del expediente: la reconstrucción del crimen. El cuerpo de María Marta estaba en esa posición cuando fue rematada de seis tiros, según una pericia balística.

Una foto clave del expediente: la reconstrucción del crimen. El cuerpo de María Marta estaba en esa posición cuando fue rematada de seis tiros, según una pericia balística.

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