“Yo mataría por justicia, nunca por amor” – GENTE Online
 

“Yo mataría por justicia, nunca por amor”

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Masitas del Diablo. Así, dice la Justicia, dice la historia, mataba Yiya. Desde ese entonces, las invitaciones a tomar el té tienen un gustito diferente. El tema es que en enero, para el último episodio de Mujeres asesinas –martes, 23 horas, Canal 13–, Nacha –65, y sin novio por estos días y hace un buen rato– es Yiya, y le sale bárbaro. La verdadera Yiya quiso impedir el episodio, pero al final accedió, y hace tres semanas, en las oficinas de Pol-ka, se encontró con Nacha, que ahora está en el motor home de la filmación, en bata y recién salida del personaje, oh casualidad, tomando un té. Habrá que preguntarle, por esas cosas de la vida, o de la muerte.

–¿Por qué matarías? Todos tenemos un instinto asesino, Nacha...
–¡Uff! Sí, es cierto, todos lo tenemos. Conmigo nunca sería maquinado, a sangre fría. Tiene que ser en el momento. Me tiene que salir. Supongo que ante un abuso de alguien más fuerte hacia el más débil, respondería. Me costaría mucho medirme. Yo mataría por justicia, nunca por amor, o por engaño.

–Ahora sos Yiya Murano, un clásico del crimen argentino.
–Lo es. Y todos podemos ser Yiya, todos tenemos esa parte. El tema es cómo hacemos uso de ella. Yiya siempre se declaró inocente. Cuando la conocí, me lo juró por la vida de su hijo.

–Eso. ¿Cómo fue el encuentro?
–Y, es siempre complicado conocer al personaje. Pero a mí me ayudó a componer a una Yiya más real. Me impresionó mucho tenerla al lado. Y le pregunté no por lo que todos saben, la parte penal, sino por lo que se desconoce: su primera vez, su relación con sus padres, su infancia, su vestimenta. Ella era una mujer fría. Mataba por dinero, sus relaciones se basaban en él. Le daba poder, seguridad…

–Tenías a tu lado a una asesina.
–Pensá esto: ¿cuántas veces estamos al lado de un asesino y no nos enteramos? La Yiya real es una mujer que se sienta a la cabecera de la mesa, que habla muchísimo y nunca va al punto. Yo la tuve que arrear.

–Esto dice mucho de tu versatilidad. Podés ser una diva de la calle Corrientes, la Señora Robinson de El graduado o una señora de Montserrat envenenadora con masitas.
–Es que con la actuación es así. Yo aspiro a vivir muchas vidas en una. El actor es la persona disponible, con su cuerpo disponible. Yo siempre quiero transformarme.

–¿A qué le temés, Nacha?
–Yo hice muchos seminarios espirituales, y en uno había un ejercicio: hacías tu lista de miedos, así, rápido, para después destruirla. Nunca vencés a tus miedos, pero al hacerlos conscientes no los dejás agazapados. Y eso es lo que me da más miedo: no enfrentarlos.

–¿Qué pasó entonces?
–Acepté que soy vulnerable, y ahí te volvés alguien más humano, sencillo. Si no, te terminás armando una coraza, y ahí nadie te puede conocer realmente.

–¿Vos todavía usás esa coraza?
–Mucho. Pero mucho menos que antes. Yo, por miedo, ponía demasiada distancia entre mí y las personas. Por inseguridad, por miedo a que me lastimen. Suena raro, pero cuando bajás las defensas te volvés alguien invencible.

–Me hablabas de inseguridad…
–Es que ser actriz conlleva muchas inseguridades. Vos sos tu propio instrumento. Siempre pensás que se te va a acabar la inspiración. En un tiempo tenía esa falta de fe. Miraba adentro y veía un agujero negro, que nada me iba a salir. Después acepté que ese agujero negro es normal.

–¿Y cuando el teléfono deja de sonar, cuando no hay ni fama ni fortuna? ¿Qué pasa?
–En mi vida el teléfono dejó de sonar. Muchas veces, y por largo tiempo. Pero aprendí que forzar soluciones no sirve. Sólo hay que seguir intentando… ¡y seguir metiendo la pata! Así se aprende.

–También está esa cuestión de tu soltería autoimpuesta. ¿Por cuánto más?
–Es que valoro mucho más mi tiempo. Estoy muy bien así. No vivo anticipando el futuro, o varada en el pasado. Vivo bien en el presente.

–¿Y si apareciera el caballero indicado? ¿Qué me decís?
–¡Ah! Quién sabe… podría ser. Pero cuando uno está solo mucho tiempo, se pone más maniático. Igual, nunca voy a perder ese costado romántico.

–Ya vimos las mil y una Nachas, literalmente. ¿Qué Nacha nos queda por ver?
–¡Ajá! Mmm… No sé. Pero te digo: estoy muy disponible para las sorpresas.

Pero éste no es un té cualquiera. Nacha, con estilo Yiya y bien metida en el papel, quizá el más sombrío de su carrera. Toda una mujer asesina.

Pero éste no es un té cualquiera. Nacha, con estilo Yiya y bien metida en el papel, quizá el más sombrío de su carrera. Toda una mujer asesina.

“<i>Ser actriz conlleva muchas inseguridades. Vos sos tu propio instrumento. Siempre pensás que se te va a acabar la inspiración</i>”.

Ser actriz conlleva muchas inseguridades. Vos sos tu propio instrumento. Siempre pensás que se te va a acabar la inspiración”.

Nacha, como Yiya, en el funeral de Carmen, una de las tres mujeres que mató.

Nacha, como Yiya, en el funeral de Carmen, una de las tres mujeres que mató.

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