«Yo intuía que esto nos podía pasar» – GENTE Online
 

"Yo intuía que esto nos podía pasar"

Lo sabía. De algún modo, en el pecho de Susana Giménez latía la inquietud de
que un secuestro podía ocurrir cerca suyo. Pero siempre supuso que esta
pesadilla, que le traspasó el alma, podía sucederle a alguien de su entorno, y
no al de su novio, Jorge Rodríguez. "Yo intuía que esto nos podía pasar, vivimos
con preocupaciones, estrés, guardias de seguridad, la gente sale menos, falta
alegría, se toman precauciones para todo. Pasan cosas que jamás pensé que iba a
ver en la Argentina. Sí, esto fue un mal sueño anunciado, y lamentablemente se
cumplió
", dice desde Miami, en la seguridad de su departamento de Fischer Island,
adonde viajó el sábado 27 por la tarde. Y lo dice bien lejos de las sonrisas, de
la imagen glamorosa que sabe cultivar. Susana está hecha una tromba. Ruge:
"Estoy preocupada, pero al mismo tiempo furiosa e indignada con la clase
política. ¿Cómo puede ser que a este tema de la inseguridad lo hayan visto
crecer día a día y nadie haya hecho nada? En la Argentina parece que se protege
más al delincuente que al ciudadano… ¿Qué hay que hacer? ¿Qué tiene que hacer la
sociedad para que esto no suceda? Si el gran problema está en la provincia de
Buenos Aires, qué hagan algo de una vez. Ya no pueden mirar para otro lado.
Ahora le tocó al padre de Jorge Rodríguez, pero podemos ser todos, cualquiera…
".
El monólogo de Susana es el monólogo de todos los que pasaron por la misma
situación. Es, ni más ni menos, el pensamiento del común de la gente.

Antes de irse a Miami, habló con su novio. Ella le dio todo su apoyo y su
solidaridad, y él le pidió que viajara para que estuviera lejos de la terrible
situación. También había hecho su parte el martes 23, cuando se produjo el
secuestro de Don Ernesto y buscó refugio en la peluquería de su amigo, el
coiffeur Miguel Romano. "Susana se llevó todos los periodistas atrás y le dio
tiempo y espacio a Jorge, que estaba llegando a Aeroparque desde Uruguay, para
poder buscar un búnker desde donde negociar tranquilo"
, confesó un amigo de la
diva.

Una manicura se encargó de embellecer sus manos y dos asistentes arreglaron las
extensiones del pelo. Luego de permanecer cinco horas en el interior del local,
salió en medio de un caos de cámaras y cronistas. "Pido que me dejen tranquila,
así colaboran y yo puedo descansar
-dijo angustiada-. Les juro que no sé nada y
además, si supiera, no lo contaría. Hablo con Jorge todo el tiempo, pero les
pido prudencia. Ya tuvimos la experiencia con el caso Echarri y los jugadores de
fútbol…"

El día a día fue cambiando a medida que las negociaciones no avanzaban y la
preocupación por la salud de Don Ernesto, que sufre del corazón, crecía en la
familia. Desde el miércoles 24, cuando almorzó junto a su hija Mercedes
Sarrabayrouse -pollo deshuesado, ensalada rusa y ananá con jamón-, hasta el
sábado 27, cuando partió rumbo a Miami, no se movió de su casa. Ese día, por la
tarde, salió de su domicilio en un Mercedes Benz negro acompañada por un auto de
custodia de la Policía Federal, y en el Aeropuerto de Ezeiza, a las 21:45, tomó
un avión rumbo a Miami. Pero antes de irse, Susana se desahogó con una amiga:
"Lo único que quiero es que el padre de Jorge vuelva sano y salvo. Nada más…".

por Alejandro Sangenis y
Hugo Martin
informes: Cynthia De Simone y Juan Morris
fotos: Julio Ruiz y Gustavo Sancricca

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