No tuvo que pensarlo. Cuando comprobó que el tratamiento al que su hermana
Kim, enferma de un cáncer linfático (leucemia) desde hace más de diez años, no
había dado resultado, Keanu Reeves tomó la decisión y la anunció al mundo:
"Voy a dejar de actuar para dedicarme a cuidar a mi hermana".
Kim no sólo es su hermana, es, además, su mejor amiga, su confidente más
cercana. "Nunca tuvimos a nadie que jugara con nosotros, nadie que mirara
cómo yo montaba a caballo, nadie que mirara cómo Keanu jugaba hockey. Nunca
nadie, sólo nos tuvimos el uno al otro", recordó ella. "Yo amo a Kim y
voy a hacer todo lo necesario para que ella esté bien", dijo él, y no fue
sólo una frase: su casa de Hollywood desde hace tiempo ha sido convertida en un
hospital. Allí Kim Reeves intenta recuperarse, hasta ahora sin éxito.
Kim nació en 1966, en Australia. Es domadora de caballos y también la persona
que le dio significado a la frase "una mujer muy especial en mi vida" que
Keanu dejó caer de su boca en una ceremonia de los Oscar, cinco años atrás.
Los padres de Kim y Keanu, Samuel y Patricia Reeves, se separaron cuando sus
hijos eran aún muy pequeños. La fractura de unos padres que vivían viajando los
marcó a ambos para siempre. Los marcó y los unió de la manera en que los
hermanos se unen porque si no la adversidad de una familia rota los aplasta.
Keanu convirtió su casa de Hollywood en un hospital. Allí Kim ha estado en tratamiento en los últimos años. Ahora el actor va a apostar todo a una cura definitiva.
