Violencia en el fútbol – GENTE Online
 

Violencia en el fútbol

Hace dos semanas, el periodista Alejandro Fabbri (51, porteño, en estas lides desde 1976: Clarín, La Nación, El Gráfico, varias radios, hoy conocida cara de TyC Sports y Martín Fierro 2007), publicó su libro Historias negras del fútbol argentino. Casi al mismo tiempo, la violencia le agregó tres capítulos: la muerte del hincha velezano Emmanuel Alvarez, de un tiro, mientras iba a la cancha de San Lorenzo; la brutal pelea en Vélez entre hinchas de River antes del partido con Arsenal, y la insólita declaración de Héctor Cavallero (protesorero de River) sobre las barras: “Fabricamos un Frankenstein que no pudimos controlar. Hace seis años, nosotros y otros clubes apostamos a una política: darles facilidades a las barras para que manejaran la tribuna, no robaran, no hubiera drogas ni enfrentamientos… pero todo salió al revés”.

En la cancha de Platense, territorio que une a Fabbri y al autor de esta nota, hablamos…

–Tu libro arranca en 1907 y llega hasta 1972. ¿Por qué?
–Porque habrá una segunda parte, pero mucho más dura de investigar. En 1974 empezó el control antidoping, hubo doping en la Libertadores, la incentivación reemplazó al soborno… pero nadie te cuenta nada. Y escribir en potencial (“habría”, “sería”) no es serio. Haré esa segunda parte, pero me llevará más tiempo…

–¿La barrera es la omertà mafiosa que denunciás en el prólogo?
–Sin duda. Y existe desde siempre. En el año ’40, Atlanta le ganó a Independiente 6 a 4 y se salvó del descenso. Hizo los seis goles en el primer tiempo, y en Independiente jugaban monstruos como Erico, Sastre, De la Mata. Fue tal la bronca que la hinchada del Rojo quiso romper la cancha. Por eso, Independiente metió cuatro en el segundo tiempo, pero… Poco después, el half izquierdo Battagliero fue cedido, gratis, a Independiente: no sé si soy claro. En el 2005 –¡65 años después!– le preguntamos a Lucho Sosa (jugador de entonces) si hubo arreglo y dijo: “No me consta”.

–¿Otra perla?
–Pancho Varallo dijo, recién a los 97 años: “Era una vergüenza cómo ayudaban a Boca y a River. Me daba lástima por los muchachos de los otros equipos”. Lo admitió… ¡después de 75 años!

–¿Nunca hubo sanciones por ese tipo de escándalos?
–Sí, pero contra los equipos chicos: Banfield, Chacarita, Newells, Lanús, Argentinos... Contra los poderosos, jamás.

–¿Un caso muy frontal?
–Y… sacar el público visitante en los campeonatos de Ascenso es fácil, pero a los de Primera no los tocan.

–Sobre el Racing tricampeón 49-50-51 siempre hubo suspicacias. ¿Qué hay de cierto?
–Ezra Sued, puntero izquierdo de Racing de aquellos años, declaró: “¿Saben por qué Racing, después de la huelga de jugadores del ’48, quedó con su equipo completo mientras Boca, River y los demás se diezmaron? Porque Ramón Cereijo, secretario de Hacienda del general Perón, ¡nos retuvo los pasaportes para que ninguno de nosotros se fuera a jugar al exterior!”.

–¿Un caso emblemático de árbitros bomberos?
–El de Osvaldo Cossio. En el ’46 dirigió Newell’s-San Lorenzo, en Rosario. Los Santos se ponen 2 a 0. Newell’s empata, y faltando dos minutos hace el tercer gol. Cossio lo anula, y en medio de las protestas, San Lorenzo se pone 3 a 2 y sale campeón. La gente invade la cancha y después trata de ahorcar a Cossio en un árbol del Parque Independencia. Lo salvaron dos conscriptos que pasaban en ese momento… Ese episodio convenció a la AFA de contratar árbitros ingleses, porque las sospechas de corrupción eran cada vez mayores.

–¿La violencia en el fútbol es relativamente nueva?
–No. Es viejísima, y se va reciclando. Lo que pasa es que ahora, en las tribunas, hay mucha droga y mucha marginalidad.

–¿La exageración, el teatro que hacen los jugadores apenas los tocan, es algo nuevo?
–¡Ja! En el ’39, el árbitro inglés Isaac Caswell declaró al volver a su país: “En la Argentina hay muy buenos jugadores y muy buen fútbol. El problema es que los jugadores siempre simulan, teatralizan, quieren impresionar a cada rato”.

–¿Hay tantos casos de soborno como antes?
–No se sabe. Pero como hoy casi todos los partidos se televisan, un arquero que deja pasar una pelota desde 40 metros queda muy escrachado. Es más difícil. El soborno tiene que ser más sofisticado…

–¿El primer escándalo es muy viejo?
–Centenario… Data de 1907. Estudiantes de Buenos Aires jugaba con Barracas Athletic un día de mucha niebla. Hay un corner. Los de Barracas gritan gol, y el ábitro lo convalida… ¡pero nadie vio nada! Dos años después, en un partido entre Quilmes y Argentino de Quilmes, a un comisario que pide calma le parten un bastón en la cabeza y le arrancan cuatro dientes, y a un jugador de Quilmes le cortan la cara de un navajazo.

–¿El primer muerto?
–Año ’58. Alberto Mario Linker, hincha de River, en la cancha de Vélez. Granada de gas lacrimógeno en la cara. La fecha siguiente se jugó, íntegra, sin policías… y no hubo el menor incidente.

–¿Los árbitros ingleses mejoraron la situación?
–Fue un poco de aire fresco en medio de tanta sospecha. Fijáte en las tablas de posiciones de esos años (’49, ’50 y ’51), y vas a ver que los grandes, excepto Racing, peleaban el descenso y los chicos el campeonato. Boca se salvó del descenso en la última fecha, Platense compartió el segundo puesto con River, Banfield desempató un campeonato con Racing… Todo fue menos sospechoso.

–Lo que cuesta entender es la entidad barras bravas. ¿Cómo es posible que un grupo minoritario domine hasta ese punto clubes grandes? ¿De qué les sirven?
–Son barras sofisticadas que manejan mucha plata, tienen relación con ciertos dirigentes, viven del dinero de la venta y reventa de entradas, manejan la tribuna, participan de promociones en el Interior (casos Boca y River), en muchos casos tienen complicidad con la policía, que a veces los combate y otras hace la vista gorda, y sirven cuando hay que hacer algún apriete a un dirigente, un entrenador, un jugador.

–¿Cómo es posible tanta impunidad?
–Porque los delitos de los barras, por lo general, son excarcelables. La Justicia debería ser más dura, pero… El día de River-Arsenal, de los 38 barras detenidos, ninguno tenía vedado el acceso al estadio, porque no eran de la primera ni la segunda línea de la barra, que tiene una organización jerárquica. Además, en las barras hay delincuentes. Van a la cancha, alientan, después siguen siendo delincuentes: total, no pasa nada…

–¿Qué hacen los dirigentes para cambiar esta situación?
–Hoy es muy difícil ser dirigente. Si no tenés coraje personal, ni lo intentes. No podés decir “me amenazó la barra, me voy”, porque si actuás seriamente, sabés que te va a pasar eso. O no entrás, o te entregás al juego.

–¿Los barras son un fenómeno mundial?
–No. La Argentina es un caso único, atípico. La comparación con los hooligans ingleses es ridícula: ellos son grupos de choque del fascismo inglés, neonazis, que en las elecciones sacan el uno por ciento de los votos.

–Ergo, este cáncer no es curable…
–No lo parece. Habría que crear nuevos organismos, incontaminados. Un grupo de señoras que toman el té, juegan a la canasta, y a las que les dicen: “Tienen que aplicar este reglamento”. Pero tampoco. Porque sus maridos, que son hinchas, no tardarían en influir sobre ellas. Te voy a contar algo muy, pero muy revelador…

–Dale…
–Yo tenía 23 años y paraba con mis amigos en la cervecería Zeppelín, en Núñez, cerca de la vieja cancha de Platense. Toledo, que había sido half centro del Calamar en los años 40’, era adicionista de ese bar, y un día me dijo: “Pibe, a ver si entiende… En aquellos años, si el 9 de Chacarita entraba al área y Marante, el 2 de Boca, sacaba un revólver y lo mataba… el árbitro no cobraba penal… ¡porque no encontraba la bala!”. Y entendí…

–Fútbol argentino…
–Fútbol argentino, sí… Hoy, mediocre y con pocas ideas. Pero hay que mantener el negocio, y el negocio son los equipos grandes.

–¿Un ejemplo triste, solitario y final?
–Descendió San Lorenzo, y pusieron dos años para el promedio de los descensos. Descendió Racing, y pusieron tres años.

–Y colorín colorado…
–Nunca más descendió un grande. Domingo 30 de marzo. Cancha de Vélez. Partido River-Arsenal. Gresca feroz. Se enfrentan el grupo que lidera Adrián Rousseau y la Banda del Oeste. Treinta y ocho presos, siete heridos (uno, muy grave). Todos quedaron libres.

Domingo 30 de marzo. Cancha de Vélez. Partido River-Arsenal. Gresca feroz. Se enfrentan el grupo que lidera Adrián Rousseau y la Banda del Oeste. Treinta y ocho presos, siete heridos (uno, muy grave). Todos quedaron libres.

Asunción, Paraguay. Libertad 3 - River 1. Adrián Rousseau (camiseta de Los Pumas) y Alan Schlenker (campera de jean), cuando todavía eran socios, a palo y piedra (18/7/2006).

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Schlenker en La Caseta el día de River-Boca en Mar del Plata. Torso desnudo, gesto desafiante, preludio de feroz batahola que hoy desangra a River.

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