«Tuve que pagar 150 mil dólares por mi vida» – GENTE Online
 

"Tuve que pagar 150 mil dólares por mi vida"

Por sus venas corre sangra gitana. A los 56 años Horacio Márquez (empresario, padre de dos hijos) tiene, con su socio, una concesionaria de venta de camiones en San Fernando, su patria chica: el norteño punto del mapa donde vive y trabaja. Donde vive, trabaja, y d
esde donde lo arrancaron -secuestro, claro- para encerrarlo en una casa alquilada de Talar de Pacheco que jamás olvidará. Porque allí lo golpearon y lo torturaron hasta que su mujer puso, dólar sobre dólar, los 150 mil que le exigieron "si quiere volver a verlo vivo". Una buena noticia: los secuestradores cayeron. Esta vez, el rápido aviso a la policía funcionó, y la operación pinza se cumplió sin fallas. Pero, más allá del final feliz, el caso se sumó a los 90 (¡!) similares que se perpetraron en el país desde mayo del año pasado, y que obliga a preguntar si estamos cerca de ser Colombia o Brasil."No lo somos… ni lo seremos", juran los sabuesos policiales que ostentan el récord de secuestros resueltos. Sin embargo, la sensación térmica de los nativos quema la piel en sentido contrario: "Hoy, la vida de cualquiera pende de un hilo", es el leimotiv de la mayoría silenciosa. ¿Por qué? Porque los nuevos carteles del delito (jóvenes armados y drogados), además del robo y del secuestro, masac
ran policías sin remordimientos.

Este es el testimonio de Márquez:

-¿Cómo lo secuestraron?

-Me engañaron. Los delincuentes fueron muy astutos y muy crueles. Yo estaba aquí, en esta cocina, tomando el té que me había preparado Marta, mi mujer. De pronto vi a través de un ventanal a una pareja con un chiquito que estacionó su
Fiat Uno en la playa de mi negocio. El hombre bajó, se acercó, y me dijo que quería comprar un camión para trabajar.š


-¿Con qué palabras?š

-Dijo exactamente: "Un camión Mercedito (Mercedes-Benz) 1114 como los que tiene usted, me interesa. ¿Puedo pasar a mirarlo?". Le dije que entrara, claro… Lo revisó bastante a fondo y me dijo: "¿No me tomás el Fiat 98 que tengo allá afuera como parte de pago?". Le dije que sí, y me pidió que lo viéramos juntos. Por el camión le pedí 28 mil pesos, y él, por el auto, me pidió 8 mil. Además, pactamos que me daría también un camioncito
Ford 350 del 71, y que el resto me lo pagaría al contado…

-Todo sonaba más que normal.

-Sin duda. Después me pidió que lo acompañara hasta una casa que está bajando el segundo puente, y acepté. Fuimos hasta la ruta 197, bajamos, hicimos dos cuadras hasta un paredón, frenó de golpe… ¡y aparecieron dos hombres armados con pistolas!

-¿Qué le ordenaron?

-"¡Abrí la puerta o te mato!". Enseguida me golpearon, me pusieron una capucha, me tiraron boca abajo y me llevaron hasta una casa que queda en la zona de Pacheco donde me tuvieron cuatro días. Todavía no entiendo por qué no me morí…


-¿Y luego, qué le hicieron?

-Primero me encadenaron a un catre, y después me golpearon y me torturaron. No me dejaban tomar agua. Me dieron como ochenta aspirinas con un traguito de agua: ¡casi me queman el estómago! Más tarde me pegaron en la cabeza con una pistola, y me desmayé. No fue todo: al otro día volvieron a desmayarme, esa vez de una patada, y me dispararon a quemarropa. La bala me rozó el cuerpo…š

-¿Por qué cree que fueron tan brutales?š

-Para someterme. A raíz del terror hice una diabetes aguda, y mi mujer casi se muere por un cuadro de hipertensión.


-¿Quienes lo secuestraron están detenidos?

-No todos. Por eso, a pesar de que no tengo miedo de dar la cara, prefiero omitir ciertas precisiones, porque son capaces de volver sobre sus pasos, y…

-Se entiende…

-Sin embargo, creo que el silencio es un mal consejero. Ante un caso de secuestro, hay que avisar a la policía.š


-Mientras usted sufría ese calvario, ¿cómo negoció su familia con los captores?

-Después de que mi mujer hizo la denuncia, el comisario Aníbal De Gastaldi, de la Brigada de Investigaciones de San Isidro, nos puso al Chino en casa. "El Chino es uno de nuestros mejores hombres, y se especializa en aconsejar a los familiares que tienen que negociar con los secuestradores", nos dijo.š


-¿Supo qué pasó con el dinero del rescate?

-(piensa) Mi mujer fue una leona consiguiendo la plata, piense que tuve que pagar 150 mil dólares por mi vida. Una parte, en libras esterlinas de oro, fue recuperada y devuelta a la gente que nos prestó el dinero del rescate.

El Chino (por obvias razones de seguridad no daremos más datos), junto con otros hombres del grupo de De Gastaldi, está a punto de esclarecer el secuestro del hermano de Román Riquelme. Además, él fue clave para desentrañar el rapto del empresario textil Abraham Awada, e intervino en este reportaje.


-¿Por qué el agente especializado no hace las veces de familiar para negociar por teléfono con los secuestradores?

-Porque los secuestradores preguntan datos que sólo un familiar muy cercano puede saber. El agente se encarga de orientar al que negocia…

-¿Por ejemplo?š

-Hacerles presentar la prueba de vida. Porque primero, y por sobre todo, está la vida del secuestrado. Después habrá tiempo para detener a los delincuentes y recuperar el dinero…

El comisario inspector Alberto Cánepa (jefe de la Departamental Zona Norte) y el comisario Aníbal De Gastaldi (jefe de la División de Investigaciones Zona Norte) le explicaron a GENTE: "Durante las negociaciones, nuestros expertos van trazando el perfil psicológico de los delincuentes, su nivel cultural y su capacidad operativa. Es fundamental que los familiares de los secuestrados hagan la denuncia, porque de esa manera se sienten contenidos. No se olvide de que los delincuentes tratan de atacar los sentimientos de los familiares de las víctimas para lograr rápidamente lo que quieren. Los menores delincuentes son asesorados por los abogados de las bandas de la droga: 'Si te detienen, tenés que golpearte la cabeza contra la pared, y después hacer la denuncia por lesiones y tortura',
les aconsejan".

La banda que secuestró a Márquez tenía doce miembros. Diez cayeron en otros tantos allanamientos, y dos siguen prófugos. Usaron armas cortas y largas, teléfonos celulares y uniformes policiales. La casa alquilada como aguantadero está en Alsina 166, Talar de Pacheco. La mujer de Márquez tuvo que viajar a Zárate para pagar el rescate. Cuando llegó a la estación de servicio que le indicaron los secuestradores, la policía ya los había identificado por medio de escuchas telefónicas. Márquez fue liberado a la medianoche en medio de un descampado de Zárate. Y lo cuenta así: "Cuando me soltaron estaba deshidratado y al borde del desmayo. Me caí adentro de un zanjón y casi me ahogo. Arrastrándome, llegué hasta el portón de una chacra y grité para que me ayudaran, pero el chacarero se asustó y me mandó como cinco perros que casi me destrozan. Gracias a Dios, el hombre escuchó que yo le pedía que llamara a la policía, y por fin me ayudó. Todavía no me pude rehacer. A la noche me despierto con sensación de ahogo. No
s quedamos sin un centavo. Estamos desesperados. Cuando me secuestraron, me arruinaron la vida. Sólo tengo una camioneta, y la puse en venta para pagarle a la gente que nos ayudó a juntar el dinero del rescate. Me llevó cuarenta años juntar esa suma… Lo peor es que en la banda hay familiares míos. Son unos primos que dicen ser evangelistas… ¡y mire lo que me hicieron! Estoy vivo, pero creo que esta pesadilla no se terminará jamás
".š

Horacio Márquez vende camiones. Vive y trabaja en San Fernando.  Allí lo secuestraron. Allí empezó su pesadilla por que sus captores lo torturaron.

Horacio Márquez vende camiones. Vive y trabaja en San Fernando. Allí lo secuestraron. Allí empezó su pesadilla por que sus captores lo torturaron.

Después de pagar el rescate, los Márquez quedaron endeudados con quienes les prestaron el dinero. Las bandas de la droga que hacen los secuestros tienen arsenales, medios y aguantaderos en villas de emergencia como la Cárcova de San Martín.

Después de pagar el rescate, los Márquez quedaron endeudados con quienes les prestaron el dinero. Las bandas de la droga que hacen los secuestros tienen arsenales, medios y aguantaderos en villas de emergencia como la Cárcova de San Martín.

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