“Todos los estudios indican que no hay ni habrá contaminación” – GENTE Online
 

“Todos los estudios indican que no hay ni habrá contaminación”

En el río Uruguay, a unos 800 metros de Botnia, un grupo de chicos se baña despreocupadamente. Allí, en la playa Ubici, a tres kilómetros del centro de Fray Bentos, el paisaje se divide entre el verde de la costa, la mole de la pastera y el puente General San Martín, que unía –y parece que el pretérito funcionará hasta que la Asamblea de Gualeguaychú levante su piquete– la Argentina con el Uruguay. Una imagen de la diosa umbanda Iemanjá domina el escenario desde lo alto. Cada febrero, una multitud, en botes, celebra su fiesta y esparce flores en el agua. Según los estudios del río, el aire y el suelo que blanden en la sede de la pastera finlandesa, lo podrán seguir haciendo por muchos años más: la producción no produjo contaminación.

Pero no es todo: a doce kilómetros en línea recta, durante todo el fin de semana, fueron cientos los que se bañaron en el mismo río Uruguay, en el balneario entrerriano de Ñandubaysal. Sí, en la otra orilla, el grito de alerta de la Asamblea no surtió efecto ante el agobio del verano. ¿O será que muchos aceptaron el informe de Green Cross, la ONG fundada por el ex premier soviético Mijail Gorbachov? Ellos hicieron lo mismo que Botnia, pero del lado argentino. Y el resultado, dijeron, fue concluyente y coincidente: ni el río ni el aire están contaminados por la pastera.

Antes de que empezara la producción de pasta celulósica, la concentración de dióxido de azufre en el aire tuvo un promedio de 0,445141 ppb (partes por billón) por cada veinticuatro horas de medición. Tras el inicio de las actividades, y hasta el 30 de noviembre, fue de 0,453425 ppb. La Organización Mundial de la Salud fija un estándar de 8 ppb diarios. Es decir que el gas hallado es apenas el 8,26 por ciento de ese valor límite.

POR AIRE Y POR AGUA. Las mediciones que muestra Botnia –que contrató a LATU (Laboratorio Tecnológico del Uruguay) para el trabajo– y las que hace la DINAMA (Dirección Nacional de Medio Ambiente) fueron tomadas en cuarenta puntos, adentro y en los alrededores de la planta, hasta un máximo de cuarenta kilómetros. Y los resultados fueron sorprendentes. Por ejemplo, de dióxido de azufre (un componente gaseoso que se desprende mientras se quema el carbón del asado) la DINAMA acepta hasta 365 microgramos por cada metro cúbico de aire. En la empresa dicen que emiten un promedio menor a 5. En el caso de los óxidos de nitrógeno (que cualquier calefactor genera), lo aceptable son 320 microgramos, y en la pastera muestran menos de 10 en promedio. En cuanto a los compuestos reducidos de azufre, los que exhalan el cuestionado olor a coliflor hervido (que el lunes, en la planta de Fray Bentos, se percibían sólo junto al sector de blanqueo de pulpa celulósica) DINAMA permite 3 microgramos y Botnia estuvo por debajo de 1, excepto el 29 de noviembre –pleno proceso de puesta en marcha de la planta– cuando el olor recorrió fuerte los seis kilómetros, hasta inundar Fray Bentos.

En cuanto al agua, se calculó la demanda química de oxígeno (es decir, cuánto le resta la fábrica de ese elemento al río) y el resultado fue, en promedio, de 6,5 kilogramos por tonelada de celulosa, mientras la Unión Europa indica un estándar de 30 kilogramos, y en las propias plantas de la firma en Finlandia dio 12 kilogramos. Y qué decir de Suecia, donde rozan los 22. Es decir que la pastera uruguaya contamina menos que las europeas. Además, se midió un tema sensible, como son los organoclorados que se descargan al río. La medición arrojó 0,024 kilogramos por tonelada, y la Unión Europea recomienda 0,25.

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Gervasio González tiene 34 años y es coordinador de Medio Ambiente de Botnia. Casado, ingeniero químico recibido en la Universidad de la República, en Montevideo. Antes del momento de asumir su nueva responsabilidad, estuvo un año y cuatro meses en Finlandia, preparándose.

Nosotros hicimos más estudios”, revela. “De los peces del río Uruguay en tres puntos: 40 kilómetros más arriba, frente al arroyo Yaguareté, junto a la planta y en el balneario Las Cañas. Y otros, como ruidos alrededor de la planta, calidad de la industria apícola, de la flora y de aguas subterráneas, con muestras que se toman a tres metros debajo de la tierra”.

–¿Y hubo algún cambio?
–No. Es lógico. No se esperan cambios repentinos, ni a futuro. Algunos estudios, como los de suelo, no se hacen todo el tiempo, porque antes de que se afecte el suelo habría otros cambios, como el de las condiciones del aire. Es sencillo: si las emisiones de la planta están bajo control, no habrá ningún efecto sobre el medio ambiente. Entonces, mido los gases en la chimenea y las características de los efluentes que descargo al río, y sé que si esos aspectos están en valores normales, no tendré problemas con el medio ambiente.

–¿Cuánto tiempo más tiene que pasar para decir que esto es definitivo?
–No hay un tiempo. Los estudios deben ser continuos. Por eso decimos que es importante ver las tendencias a lo largo de un año, en vez de ver si en noviembre la situación cambió o no. Es imposible generar cualquier efecto en forma rápida con una planta como ésta. Lo importante, le repito, es ver el largo plazo. Y todos los estudios indican que no hay ni habrá ningún efecto contaminante.

EN MARCHA. Desde el 12 de noviembre de 2007, Botnia comenzó a fabricar pasta de celulosa. Para la Asamblea de Gualeguaychú (que mantiene el corte en el punte General San Martín desde hace más de un año y dos meses), está apenas “entre un 10 y un 15 por ciento” de su producción potencial. Y por eso, dicen, los muestreos les son favorables. Por su parte, la vocera de la empresa, Florencia Herrera, asegura: “Hoy estamos al 76 por ciento de nuestra capacidad máxima, que es de 3 mil toneladas diarias de producción. Hasta el 20 de enero se produjeron aquí 140.941 toneladas: el 8 de diciembre partió el primer embarque, rumbo al puerto de Flushing, en Holanda, y fue de 19 mil toneladas. El segundo, de 10 mil, se hizo a Shang Chu, China. Y el 3 y el 13 de enero partieron el tercero y el cuarto, de 18 y 15 mil toneladas, también a Flushing”.

Sami Saarela es el gerente general de la planta. Finlandés, se adaptó rápido a las costumbres rioplatenses: no deja ni un segundo su termo y su mate, y está aprendiendo a jugar polo en el club Los Morteros, de la vecina ciudad de Mercedes. Si algo lamenta, dice, es no haber podido estar en Buenos Aires para la final del Abierto en Palermo. Pero en esos días estaban en pleno proceso de poner en marcha la planta. “Fue un gran comienzo, mejor que lo imaginado. Hemos diseñado muy bien la planta, y no tuvimos ningún contratiempo. La producción fue mayor a la esperada y la calidad de la pulpa es de primera. Esta es la mejor y más segura planta de Botnia en el mundo”.

–¿Qué reacción espera del otro lado del río Uruguay con respecto a las mediciones de medio ambiente que hicieron?
–Yo espero que en Gualeguaychú estén tranquilos con estos números, porque han sido hechos por organismos independientes y confiables: son cifras reales y creíbles.

El coordinador de Medio Ambiente de Botnia, Gervasio González, en una de las piletas donde se termina de filtrar el agua. De allí, al río.

El coordinador de Medio Ambiente de Botnia, Gervasio González, en una de las piletas donde se termina de filtrar el agua. De allí, al río.

Habitantes de Fray Bentos, el lunes por la tarde, en la playa de Ubici, 800 metros frente a la planta, se bañan sin preocupación.

Habitantes de Fray Bentos, el lunes por la tarde, en la playa de Ubici, 800 metros frente a la planta, se bañan sin preocupación.

En la entrada de la planta, pilas de eucaliptos, la materia prima con que se hace la pasta de celulosa. Mientras el proceso de fabricación se lleva a cabo (corte, cocido, blanqueado y secado de la pulpa), los residuos químicos son recuperados para ser desechados sin dañar el medio ambiente. Al final, los fardos de pasta son enviados en barcazas al puerto de Nueva Palmira. De allí, a Europa y China. El interior de las oficinas en Fray Bentos: pura modernidad.

En la entrada de la planta, pilas de eucaliptos, la materia prima con que se hace la pasta de celulosa. Mientras el proceso de fabricación se lleva a cabo (corte, cocido, blanqueado y secado de la pulpa), los residuos químicos son recuperados para ser desechados sin dañar el medio ambiente. Al final, los fardos de pasta son enviados en barcazas al puerto de Nueva Palmira. De allí, a Europa y China. El interior de las oficinas en Fray Bentos: pura modernidad.

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