Viernes, mayo, 31. Estancia San Pedro de Timote (Florida, a 160 kilómetros de Montevideo). Exacto, verde y sabio punto que el Ministerio de Turismo del Uruguay eligió para lanzar su Temporada de Invierno: un cóctel de a
ire puro, paisajes dignos de un genio de la pintura impresionista y un silencio que no puede comprar todo el oro del mundo.
Por supuesto, este desafío contra la locura urbana merecía testigos calificados y una fiesta ad hoc. Y bien que la hubo: 350 invitados especialísimos, más 75 periodistas (locales, chilenos, brasileños y argentinos) dieron fe del suceso. Y cómo. Primero, ante las bien medidas brasas de un asado que certificó -una vez más- la calidad de la carne uruguaya, nacida para el placer de las bocas más avezadas. Después, toques maestros de otros manjares made in Uruguay, remanso para el espíritu con un cuarteto de cuerdas (música clásica), y el imprescindible hermano oriental -pero de ambas costas- Rubén Negro Rada: voz, manos y percusión con atávica sangre de candombe…
Y en el cielo, danza de globos aerostáticos: vuelo de bautismo para olvidarse del Concorde y retroceder hasta los días heroicos de los hermanos Montgolfier. No exageró Pedro Bordaberry, ministro de Turismo, cuando dijo que "el producto que promocionamos es nada menos que el ecoturismo, el turismo de naturaleza y el turismo histórico cultural. Queremos demostrar que el Uruguay está al nivel de cualquier complejo mundial, y que la gente comprenda que esta debe ser una parada obligada. ¿Por qué? Porque invertimos millones de pesos en infraestructura, en educación, en salud y en seguridad para que los visitantes no extrañen ninguna parte del mundo".
Y de ecoturismo hablando, este es su año internacional. Doble razón para gozar de las cien estancias orientales, sumergirse en las aguas termales de Paysandú y Salto (milagrosas, según cuentan…), y perderse en la escenografía de las calles de Colonia del Sacramento, amén de aventuras a pura adrenalina: travesías en 4x4, parapente, rafting, canotaje, kayak, windsurf, y siguen las firmas. Como dijo Roberto Bennet (director técnico del Ministerio de Turismo), "queremos romper el prejuicio de que sólo tenemos sol y playa". En definitiva, la orden del día es volver a lo natural, vivir como un estanciero (incluso, aprendiendo a cuidar animales), y recuperar el rito de la comida casera. Aquellos intransferibles sabores de la infancia que los años y el progreso (¿?) tiñeron de colorantes y de conservantes.
Tales maravillas no exigen un Marco Polo que recale, tras mil peripecias, en la China o en las Indias. Están,
believe it or not, apenas a una hora de Buenos Aires.
La fiesta de lanzamiento fue en la estancia San Pedro de Timote: música y danzas típicas.
Pía y Priscila, diosas argentinas en medio de la belleza de las tierras uruguayas.
Los granaderos reciben al Ministro de Turismo y su comitiva.
