"Hace diez años, con Sex, deseaba mover barreras y cuestionar a la sociedad.
Pero ahora, desde que soy madre, mi vida ha cambiado y el hecho de tener hijos
desató una reacción en cadena de preguntas y respuestas para buscar...".
Pasó el tiempo, y la mujer que supo escandalizar a medio mundo, hoy, con una voz
suave y dulce, lee un cuento mientras un centenar de chicos la escuchan
atentamente después de haber disfrutado de un tea party. "Hallé respuestas
cuando empecé a estudiar la kabbalah -una corriente esotérica del judaísmo- y
así nació mi pasión por escribir. Quiero dejar en claro que mi intención con
estos libros no es ganar plata, y para demostrarlo, voy a donar todo lo que
obtenga".
Atrás quedó esa imagen de chica dura, que desafiaba al mundo y cuyas canciones
llegaron a vender 200 millones de discos en casi dos décadas de carrera. Por
eso, para presentar su primera obra infantil -Las rosas inglesas-, Louise
Verónica Ciccone, Madonna (45) lució un ajustado vestido negro sin escote signée
Prada.
"Escribo para compartir algunas lecciones de sabiduría que he descubierto.
Además les quiero aportar algo a mis hijos, ya que muchas veces busqué libros
interesantes para leerles y no los he encontrado", cuenta la diva pop, tal vez
inspirada en el éxito de J. K. Rowling con Harry Potter.
En el hotel Ritz de París, frente a 150 periodistas y acompañada por sus dos
hijos -Lourdes (6) y Rocco (2)- y por su esposo, el director Guy Ritchie (35),
Madonna -quien llegó a ser calificada por el Vaticano como una mujer procedente
del mismo Infierno- dio su primer paso como escritora infantil. El segundo
volumen de la serie, que se conocerá el 15 de noviembre, se titulará Las
manzanas del señor Peabody, y estará dirigido a los adolescentes.
Madonna ya no escandaliza ni con sus fotos ni con sus canciones. En la presentación de su libro Las rosas inglesas estuvo acompañada por su esposo, el director Guy Ritchie, el pequeño Rocco y su hija Lourdes, quien aplaudió a su mamá después de la lectura.
