Sin repetir y sin soplar… esta es la maestra del año – GENTE Online
 

Sin repetir y sin soplar… esta es la maestra del año

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Hace 29 años, Manuela Matilde Véliz llegó a la Escuela de Potrero de las
Tablas, con su flamante título de maestra en una valija y el guardapolvo
impecable. Anduvo cinco horas a lomo de mula entre quebradas, por senderos que
recién años más tarde fueron caminos. El colectivo la había dejado en Lules, a
48 kilómetros de la capital tucumana. Su padre, Luis, la soñaba estudiando
Abogacía en San Miguel, y se oponía. Ni esa férrea negativa, ni la lluvia, el
sol o la crecida de los ríos doblegaron su vocación. "Cómo iba a faltar si
mis alumnos me estaban esperando. Cada ida de los viernes era un pequeño
desgarro, porque me decían:
'Que le vaya bien, señorita', como
diciéndome:
'No nos abandone'. A veces me hacían lagrimear", recuerda
Bibi -así la conocen todos- de aquellos difíciles primeros tiempos. Tres años
después, en 1977, obtuvo el cargo de directora.

Y siguió…

Varias cosas cambiaron en todos estos años. Otras no. El río Las Tablas murmura
entre el silencio del monte desde siempre. Y el amor por sus chicos sigue
intacto. Hoy, contra todo y con muy poco, desmiente las peores estadísticas
educativas: tiene los índices más elevados de retención escolar, y ni un caso de
repitencia ni deserción en las casi tres décadas al frente de su escuela. Tanta
dedicación tuvo su premio. El presidente de la Nación, Néstor Kirchner, la
distinguió como Maestra Ilustre. Aunque hasta hace apenas dos meses, ya en pleno
siglo XXI, Bibi debía hacer las planillas bajo la luz de una vela, que le
desgastaron los ojos y la obligaron a usar gruesas gafas, las que no quiere usar
para las fotos por coquetería, el mismo argumento con el que se niega a revelar
su edad. Ahora, la escuela resplandece gracias a unos paneles solares que le
dieron electricidad.
Desde 1974 Manuela vive de lunes a viernes en la escuela -adonde sólo los jueves
llega un colectivo-, con la compañía de su hijo menor, Ismael (10), que cursa el
quinto grado, mientras sus otros seis hijos estudian en la ciudad de San Miguel
de Tucuman.

Bibi no solo brinda instrucción a sus alumnos; además se encarga de que ninguno
de ellos sea víctima de la desnutrición. Gracias a su tozudez logró que desde
Misiones Rurales Argentinas le envíen todos los meses leche, avena y cereales,
para completar un simple menú con los magros 25 centavos por niño que recibe del
gobierno provincial en concepto de comedor escolar. A eso se suma la ayuda de
Rubén Yufera, que desde Buenos Aires, siempre que puede, les hace llegar
mercadería, y del Instituto Tucumán, que oficia como especie de padrino. "Sin
la ayuda de toda esta gente tal vez hubiéramos tenido desnutrición"
,
reconoce. Lo que no dice, lo completan los padres de sus alumnos: "A veces,
cuando las partidas y las mercaderías se acababan, la señorita Bibi ponía de su
bolsillo"
. No sólo eso: por su esfuerzo, la pequeña comunidad ahora tiene
agua y luz. Tal vez por eso, en Potreros de las Tablas la conocen también como "La
madre Teresa de Calcuta".

Con tan poco, decíamos, ella logró mucho. "La escuela siempre fue de jornada
simple, pero decidí transformarla de jornada completa
-cuenta convencida,
didáctica-. Por la mañana dictamos las materias comunes y después del
almuerzo hago quedar a los chicos hasta las cuatro para reforzar a los que están
más flojos, mientras el resto hace alguna tarea extraescolar, como música,
actividades prácticas, tecnología o huerta con los otros docentes de la escuela:
José Ramos y Claudia Romero. Puede ser que allí radique el éxito para que no
repitan de grado. Por ahí tenemos chicos de aprendizaje más lento, pero con
paciencia y dedicación logramos nivelarlos. Es cuestión de querer
". Hay otra
causa, reveladora: "Quizá influyó también que en estos 29 años no hubo luz,
por consiguiente tampoco televisión, y surgió un gran apego de los chicos por
los libros. Todos los supervisores que vienen quedan admirados por los lectores
que son y siempre nos regalan libros".

Los alumnos lo explican distinto. "¿Sabe por qué jamás repetimos de grado?
Por lo exigente que era
-confiesa Carlitos, un ex alumno-. Jamás nos
íbamos sin dar la lección, nos hacía quedar hasta que la aprendíamos".

"La no deserción, finalmente, la logramos gracias a los padres, que son
conscientes de la importancia de la escuela
-confiesa orgullosa-. Acá
toda la comunidad sabe que sin educación no hay futuro. Si no, fíjese en los
chicos Albornoz (Carlos, Gabriel, Vanesa y Natalia), que hacen todos los días
dos horas a caballo para venir. Y cuando por lluvia no pueden llegar, su papá
los hace copiar lecturas o les da ejercicios".

Bibi, que gana de salario de bolsillo 934 pesos -de los que 200 se le van en
remise- jamás hizo un paro "porque me parece un crimen, viendo el sacrificio
de estos chicos que hacen diez kilómetros a caballo para tener clases. Me he
adherido por solidaridad gremial, e inclusive me han descontado, pero jamás en
mi vida he parado".

La vieja maestra dice que su mayor objetivo es que la escuela vuelva a tener
EGB3, "así ningún changuito se me queda sin la secundaria", y sueña con
hacer un campamento científico, "para que otros colegios vengan a disfrutar
del paisaje y la escuela pueda tener recursos propios".
La iniciativa quedó
trunca con la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. "Habíamos ganado el
proyecto del IFER (Instituto de Financiamiento Educativo), pero con el estallido
social quedó guardado en los archivos
-explica-. Qué bueno sería que el
ministro Filmus se acordara de nosotros y lo pudiera reflotar".

-Usted es madre de 7 hijos: Jorge (21), Fabián (20), Brahim (17), Rodolfo
(16), Gerardo (14), Noelia (13) e Ismael (10). ¿Vale la pena dejarlos vivir sin
las comodidades básicas?
-Sí, vale la pena, porque todos estos chicos que eduqué son parte de mi
familia también. Si no hubiesen existido ellos hoy yo sería una desocupada. Aquí
en la escuela tengo mi casa. Mire si no vale la pena. Y claro que mis hijos me
preguntan hasta cuándo voy a seguir. Y yo siempre les contesto: hasta que vea
que no haga más falta.

Y, por ahora, en el medio del monte tucumano, la señorita Bibi hace mucha, mucha
falta.

Para colaborar con la Escuela 51, llamar al (0381) 4292333 los fines de semana,
o enviar la donación a Potreros de las Tablas, código Postal 4128, Tucumán.

Manuela Matilde Véliz frente a sus chicos en el patio de la Escuela de Potrero de las Tablas. Vive allí de lunes a viernes, y los fines de semana se reúne con sus siete hijos.

Manuela Matilde Véliz frente a sus chicos en el patio de la Escuela de Potrero de las Tablas. Vive allí de lunes a viernes, y los fines de semana se reúne con sus siete hijos.

Como desde hace 29 años, Manuela enseña a sus chicos con dedicación. Gracias a donaciones varias, y a veces a poner plata de su bolsillo, en su escuela no hubo desnutrición.

Como desde hace 29 años, Manuela enseña a sus chicos con dedicación. Gracias a donaciones varias, y a veces a poner plata de su bolsillo, en su escuela no hubo desnutrición.

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