«Si yo me hubiera puesto una bomba, habría volado toda la manzana» – GENTE Online
 

"Si yo me hubiera puesto una bomba, habría volado toda la manzana"

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"Cada vez que siento la puerta de calle, me sobresalto… pero sé que Marcos no
va a volver nunca más".
La voz de Elsa, en su casa de San Fernando, se parte en
medio de un llanto que comenzó el 16 de enero a la madrugada, cuando le dieron
la peor noticia: su hijo, Marcos Schenone, de 23 años, había sido asesinado. La
justicia investiga -y algunas fuentes ligadas a la querella consideran casi
probado- si el asesino es Horacio Conzi (43), un empresario gastronómico de San
Isidro, dueño del complejo Dallas/Las Olas Boulevard, quien presuntamente
persiguió a bordo de su Jeep Grand Cherokee 4x4 al remis Ford Galaxy
donde
viajaban Marcos, un amigo y dos chicas, y tras alcanzarlos habría disparado 14
tiros con su pistola 9 milímetros. Pero Horacio Conzi lleva 18 días prófugo, y
parece tener la palabra final. Los tardíos allanamientos de los fiscales de San
Isidro Hernán Collantes y Mario Kohan y la policía en el barrio Las Glorietas
del complejo Nordelta, en el campo La Alpargata en Pergamino o en el Lodge
Pirayú, en Corrientes, dieron nulos resultados. Ellos aseguran que "se nos
escapó por un pelito"
. Hugo Conzi (49), el hermano del hombre sospechado de
haber vaciado el cargador del arma sobre Schenone, se ríe de la pesquisa.

Según contó desde un principio, el mayor de los Conzi aconsejó a Horacio huir
"hasta que la justicia le brinde garantías". El viernes, cuando recibió a GENTE
en su chalet de San Isidro, dijo que se comunica con él por medios que,
obviamente, no describe. No sólo eso: Conzi afirma que, con su hermano,
practican telepatía. "Una vez, mi viejo me dijo: '¿Me vas a dar nietos o vas a
hacer plata?' -cuenta-. Ni yo ni mi hermano nos casamos. Si yo me casaba, él se
tenía que casar. Así que vivimos acá, juntos…
". Y, por supuesto, lo defiende con
uñas y dientes. La hipótesis de los investigadores es que su hermano se ofuscó
porque conocía a una de las chicas que acompañaba a Schenone, y no soportó verla
acompañada por otro. Hugo la refuta: "Horacio nunca se iba a poner así por una
chica que no significaba nada para él. Además, como dije, es más bueno que Lassie. Si cuando se subía a un avión conmigo se desmayaba…"
. Tampoco lo
convencen las pruebas que obrarían en poder de los fiscales y serían
concluyentes: la declaración de los ocupantes del remis, que escucharon a
Schenone decir: "Ese es Horacio, el dueño de Dallas" antes de ser acribillado; y
la pericia sobre el arma y un raspón sobre el lado derecho de la Grand Cherokee,
que confirmaría el choque con el Galaxy. Conzi retruca: "¿Qué te creés? ¿Que le
iba a dar un arma a la policía si mi hermano la hubiera usado? Se las di porque
sé que no es el culpable. Y lo demás son mentiras de la prensa… Nadie dijo que
reconoció a Horacio. Y las pericias sobre la camioneta están mal hechas. Ya van
a aparecer testimonios que nos van a dar la razón
". En este último punto, aunque
en la justicia casi no tienen dudas, se ordenaron pericias más profundas y
complementarias.

RECORDANDO A MARCOS. Mucha tinta y muchos segundos de televisión acaparó el verborrágico Conzi. Hay demasiado foco en sus peleas con sus competidores de
Kansas -un restaurante ubicado en Del Libertador al 15.100, propiedad de Carlos
Djermidjian-, su enemigo Osvaldo Posse -tío de Gustavo Posse, intendente de San
Isidro- y la bomba que estalló en su casa el miércoles 29 por la madrugada. Pero
convendría, antes de continuar, recordar que en esta historia hubo un asesinato.
Y una familia no tendrá paz hasta que se esclarezca. Elsa -preceptora del
Colegio Malinckrodt de Martínez-, su esposo, Eugenio -empresario agropecuario-,
y los hermanos de Marcos, -Mariano, Alejandro y María Eugenia- están
destrozados. Al igual que Conzi, el frío consejo de sus abogados, José Manuel de
Estrada y Héctor Mercau, es no hablar ni tener contacto con la prensa. Sin
embargo, para Elsa son más fuertes el dolor y la necesidad de gritar qué clase
de hijo tenía: "Los Schenone estamos todos agarrados de la mano en este momento,
aunque no podemos entender por qué nos pasa esto… Sé que tengo mucho por qué
vivir, y voy a seguir peleando hasta que se haga justicia. Por mano propia no
haría nada, pero el que lo hizo, que lo pague con todo el peso de la ley. No
quiero 25 años de cárcel, quiero que pase el resto de su vida en la cárcel… La
gente sabe que se murió una buena persona
".

Es que a Marcos todos lo querían. Desde chico sintió fascinación por el
ciclismo, y cuando cumplió los doce le dijo a su madre: "Quiero andar en bici
por la montaña". "¿Adónde vas a andar, si en San Isidro no hay montañas?
", fue
la respuesta sorprendida de Elsa. Firme en su propósito, Corcho -como le decían
sus amigos- se trepó a una bicicleta de mountain bike, y se anotó en cuanto
torneo hubiera. Así, recorrió el país. Sus amigos bikers cuentan que, en una
época, llegaba a entrenar 100 kilómetros por día. A los 15, junto con el
ciclismo, incursionó como deejay, y hasta pasó música en una fiesta que hizo
Guillermo Francella. Cuando terminó el colegio, optó por la publicidad. Con
Manuel, su mejor amigo, comenzó a diseñar tablas de wake board, y planeaban
montar un parador en Martínez.

Era el más consentido de su madre, que lo recuerda como "muy pintón". Y siempre
les decía a sus amigos: "El día que me case, después de los treinta, cientos de
chicas van a ir a llorar a la catedral de San Isidro".

LA BOMBA. Cuando recibió a GENTE, Hugo Conzi departía con un productor de Hora
Clave, el programa de Mariano Grondona. Luego se sumó a la mesa de vidrio
esfumado del comedor un movilero de Mauro Viale. Todo el tiempo Conzi permaneció
en cueros, apenas vestido con un calzoncillo negro. Su brazo derecho tenía
rasguños superficiales, y en su espalda se veían las costuras de los puntos
("serán seis", calculó él) que le dieron en la Clínica Las Lomas de San Isidro
tras el estallido. En el living, todavía aturdido, está Franco, su perro de
policía, con la cabeza cosida. "Depende quién pase por la puerta, él ladra
distinto. Si es el cartero, por ejemplo, se oye un gruñido y después al cartero
que grita:
'Mi mano, mi mano' (Ríe). Pero el otro día se escucharon gemidos…".
Instantes después, llegó la detonación. Las primeras pericias habrían
determinado, aunque no de forma concluyente, que el explosivo utilizado sería
dinamita C4. Si es así, sería el mismo que hallaron en un baño de Kansas el año
pasado. Conzi sabe que la mayoría piensa que fue un autoatentado. El sábado por
la noche, en una breve conversación telefónica con GENTE, dijo: "Son pel… ¡Si yo
me hubiera puesto una bomba, volaba toda la casa! ¡Qué digo la casa: volaba toda
la manzana!"
. Y no ahorró un comentario sobre Jorge Apolo, el fiscal que lo
interrogó el jueves por el estallido: "No se ocupó de tomar las huellas
digitales del portón del garaje ni se llevó el pedazo de verja por donde
arrojaron el explosivo"
. El día anterior, tras salir del hospital, se había
refugiado en el Hotel Sheraton de Pilar, pero el gerente general -admite- "me
dijo que tomara y comiera lo que quisiera, que rompiera la pieza si quería… pero
que por favor me fuera".

En el fondo de la casa hay un pequeño palomar y un par de maniquíes. Conzi
teoriza: "Mi hermano no tiene nada que ver conmigo. Es fachero, tiene todas las
minas, siempre empilcha bien. El leyó mucho, desde chico. Mucha teología… ¿Sabés
por qué están las palomas? Jesús era un hombre que hacía magia, como muchos en
esa época, ¿entendés? Nosotros tenemos 20 palomas, y sólo 2 se posan cuando
ponés la mano así (y coloca el dorso para abajo). Por eso Jesús cambió la paloma
por el Espíritu Santo. En su familia criaban palomas, y cuando bendecía a
alguien, daba vuelta la mano, venía una sola y todos se asombraban. Para eso
están los maniquíes, para practicar …
"

El curioso argumento remite a una página de Internet (www.laverdaddejesus.com),
donde su hermano Horacio, bajo el seudónimo de Flavio Giacomo Conzi, relata su
hipótesis acerca de la vida de Jesucristo, un material que sería editado, en
forma de libro, con el título El último testamento . Para ese trabajo,
precisamente, el menor de los Conzi habría contratado a la chica que estaba con
Marcos Schenone la noche que fue asesinado. Una cruel ironía del destino. Una
más para este caso donde el principal sospechoso continúa jugando a las
escondidas.

Y donde el juego de poder e intereses políticos del partido de San Isidro
parece, a veces, tapar lo único que debería importar: que todas las noches Elsa,
la mamá de Marcos, un chico de 23 años que amaba la vida, se va a dormir sin la
tranquilidad de saber que en el crimen de su hijo se hizo justicia.

por Hugo Martin con Cynthia De
Simone
fotos: Diego Soldini, Diego García y álbum de la familia Conzi

Hugo Conzi, el domingo 2 al mediodía, entre los restos de su habitación en el chalet de Boulogne, en plena reparación. En las últimas horas se lo vio mucho más tranquilo.

Hugo Conzi, el domingo 2 al mediodía, entre los restos de su habitación en el chalet de Boulogne, en plena reparación. En las últimas horas se lo vio mucho más tranquilo.

Horacio, el  hermano de Hugo Conzi.

Horacio, el hermano de Hugo Conzi.

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