«Si tengo que volver a vender humitas, lo voy a hacer» – GENTE Online
 

"Si tengo que volver a vender humitas, lo voy a hacer"

¿Me das la receta?
-¿De las humitas? ¿De las verdaderas humitas? Cómo no. Lleva choclo, queso,
cebollita rehogada, puede ser un poco de grasa, sal, pimienta, zapallo molido…
Ají y albahaca, opcional. Y el resto…

-¿Qué sigue?
-Magia salteña, chango.
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Lo terminamos adoptando como nuestro, tal vez, porque es como cualquiera de
nosotros. José García Alcazar, de veintidós años, se fue de su pueblo, General
Mosconi, Salta, con la mochila, su historia, su look y onda tipo Los Nocheros
y un abrazo para sus padres: Antonio, jubilado de YPF, y Aída, señora
de su casa. Y terminó ganando Operación Triunfo, Segunda Generación, tal
como usted lo vio el domingo 10 por tevé, liderando 33,5 puntos de rating,
recibiendo un contrato discográfico, cincuenta mil pesos de adelanto y un Fiat
Palio 0 km. Por un tiempo, va a pisar fuerte. Los mismos pies en sus casi dos
metros de estatura, con los que vendía las humitas por el pueblo, a ver si
pintaban unos pesos. Ahora, allá es un héroe.

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-Mosconi está que explota.
-No sabés… Me contaron de la cobertura que hizo el móvil en Mosconi el
domingo. La cancha del pueblo, llenísima. Después está la avenida Belgrano, la
principal, que tiene unas callecitas laterales. Bueno, todo eso también llenó.
¡Treinta mil personas calcularon! Es más, Isidro Duarte, el intendente, que ya
me hizo ciudadano ilustre, decretó que el 10 de abril, día en que gané, será de
aquí en más el Día de la Humita. ¡Increíble! Además, es justo en la época
de choclos. A la economía nuestra le viene bárbaro.

-Las mismas calles que trotabas de chico para vender.
-Yo tuve una infancia muy feliz, a pesar de la necesidad. Mucho no teníamos,
pero mis papás nunca descuidaron el hecho de ser papás, de estar presentes, de
cuidarme, de formarme. De chiquito empecé a vender.

-¿Cómo fue?
-Y, son esos momentos de la vida, cuando te aprieta el bolsillo. Fue con el
tío Carlitos, precisamente. Salíamos a vender pan, alfajorcitos de maicena, todo
del horno. Si no era pan, eran empanadas. Y a los 11, me mandé solito. A mí me
gustaba, tenía la gracia. Yo salía y ofrecía por la manzana de mi barrio. Cinco
docenas de empanadas me apuntaba. Pero lo que más ganancia me dejaba, lo que más
rápido vendía era las humitas. Cincuenta centavos cada una. Y hasta que no
vendía todo, a casa no volvía.

-Algunas veces, el bolsillo aprieta más que otras.
-¿Sabés? Yo tenía ocho añitos, y me daba vergüenza ir al colegio con
alpargatas cosidas. Mi mamá me decía: "M'hijo, no hay que tener vergüenza,
que ya va a tener mejores cosas, siempre se sale adelante
". De ejemplo, me
lo ponía a Palito Ortega. Mirá vos qué loco. Palito Ortega…

-¿Y el canto?
-¡Uf! Yo veía los programas de Flavia Palmiero, ahí en la tele que teníamos
en casa, con los pibitos cantando. Para mí era lo máximo. Después descubrí que
con una casetera que teníamos por ahí podías grabar tu voz, ¡y no te imaginás
cómo le metía! ¡Se me alborotó el gallinero! Debuté a los cuatro, en un corso.
Me subieron a un escenario y canté Allá en el rancho grande, todo disfrazado. Me
gané unos útiles, creo.

-¿Siempre folclore, José?
-A mí me gustaba más lo latino, el rock. Era más bullanguero. Pero el
folclore está pegadito a mí. Allá en Salta te gusta, ¡o te gusta! ¿Entendés? Me
quedó como un ícono. A los 15 me armé un grupito, Tiempo Joven. Nos dio
su bendición el Chaqueño Palavecino, un grande. Y al final, me largué solo.

-Retrato del artista adolescente, diría el novelista y poeta James Joyce.

-¡No sabés! Yo me mandaba a todos lados. A cada festivalito que había. "¿Tenés
demo grabado?
", me preguntaban. Demo no tenía, porque sale plata, pero les
cantaba igual. Cada peña, por chiquita que fuese.

-Al final, te tocó ser el universitario.
-Duré hasta tercer año, Contador público, Universidad de Tucumán. Medio que
no pude terminar, ya me quedaba sin dinero. Me dieron una beca, que a los dos
meses se cortó. Se fue acabando la plata, y tuve que volver a Salta a vender más
humitas. Después me planteé lo siguiente: "¿Voy a vender humita hasta los
cincuenta? Si no soy cantante ahora, no voy a serlo nunca". Yo quería el
aplauso. Si no te aplauden, ¿para qué carajo cantás?

-Después, tuviste tu revancha.
-¿Te cuento toda la historia?

-Dale.
-Bueno. Septiembre del año pasado. Yo me había conseguido un laburito de
vendedor en una empresa de equipamiento comercial. Y el día del casting del
programa, en Canal 11 de Salta capital, tenía unas ventas muy importantes en no
sé qué congreso de no sé qué cosa. Lo mandé todo a la m... Voy, hago lo mío.
Seiscientos changos en la cola. Me dijeron que si no me llamaban nunca era
porque no iba a ser elegido. Ocho de octubre. Se comunicaron conmigo. Aprobé. Al
mes siguiente, me tomé el micro a Buenos Aires. Luego, los cinco meses en la
Academia, con la familia viendo por la tele. Ni a palos lo podía creer. ¡Bueno,
ni puedo creer que estoy acá hablando con vos, de ganador! ¡Una nota con revista
GENTE!

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Eso es la punta del iceberg nomás. Mucho no lo concibe, pero lo acechan cosas
"fieras". Unas funciones en el Gran Rex, la fama, las chicas -que le
vienen bárbaro, porque anda soltero-.

-¿Y después de todo esto, volverías a vender humitas?
-Si tengo que volver a vender humitas, lo voy a hacer. Por ahí, me pongo un
stand en algún evento. Son las raíces, chango.

Mate, guitarra y José, en los pasillos de la Academia que lo catapultó a la fama gala tras gala. Los días 6, 7 y 8 de mayo, cantará en el Gran Rex.

Mate, guitarra y José, en los pasillos de la Academia que lo catapultó a la fama gala tras gala. Los días 6, 7 y 8 de mayo, cantará en el Gran Rex.

Para José, sueño cumplido. En pleno duelo con Nelson, Florencia, César y Federico, los otros cuatro finalistas del programa.

Para José, sueño cumplido. En pleno duelo con Nelson, Florencia, César y Federico, los otros cuatro finalistas del programa.

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