Cuando el año pasado se hizo la primera gala a beneficio del sector Pediatría del Hospital Austral (ubicado en , nadie escuchó el nombre de Serafín Bogliolo (un año y 9 meses). Su familia desconocía que la vida del pequeño iba a depender de lo recaudado esa noche en el Palacio Duhau Park Hyatt Buenos Aires. Gracias a la donación y al remate de objetos organizado por la madrina del sector, la top model Valeria Mazza (35), se pudo comprar un respirador de alta frecuencia. A ese equipo estuvo conectado Serafín durante veinte días luego de tragar diluyente. Ahora que el chico está bien, Valeria, involucrada en el proyecto desde el inicio de la construcción del ala pediátrica del hospital hasta su inauguración el 8 de septiembre del año pasado, suspira aliviada: “El es uno de los tantos chicos que llegan en estado crítico y que los médicos luchan por salvar. Dar a conocer estos casos es demostrar el esfuerzo de mucha gente que participa y respalda al lugar. Además, es una forma de agradecimiento para quienes colaboraron. Verlos jugar con una sonrisa en sus caras es lo más lindo que puede pasarnos. Ahí están los resultados de lo que buscamos lograr”.
Desde la inauguración del sector –cuya construcción costó dos millones de dólares, cifra que se alcanzó gracias a donaciones–, más de mil chicos fueron atendidos: 684 en el Area General, 169 en Terapia Intensiva Neonatal y 150 en Terapia Intensiva Pediátrica. “El hospital tiene una conciencia social muy grande. Varios de los chicos internados vienen de familias con pocos recursos, que no cuentan con una obra social que cubra el gasto de una intervención o internación”, cuenta nuestra top, quien se sumó a esta cruzada a propuesta del doctor Manuel Rocca Rivarola. “También contamos con una unidad pediátrica móvil que recorre varias partes del país, un proyecto conjunto con la fundación de la Casa Ronald Mc Donald. Cuenta con un sistema de atención primaria donde se ofrecen estudios clínicos y de odontología… Los casos que requieren de mayor atención son derivados al hospital más cercano o vienen a Buenos Aires. Se salvaron muchas vidas. Hay personas que nunca fueron al médico y a través de la unidad tienen su primera consulta”, señala Valeria.
Franco (10) es uno de los casos que el equipo médico, en su paso por San Antonio de los Cobres –plena puna salteña–, examinó y diagnosticó a tiempo un Linfoma de Hodgking. “No podemos dejar de pensar en todo lo que nos falta hacer”, confiesa Rocca Rivarola, quien, además es el pediatra de todos los chicos de Valeria y Alejandro: Balthazar (7), Tiziano (4) y Benicio (2).
“Ser madre me hizo conocer una dimensión más amplia del amor: la solidaridad. Te sensibilizás con aquellos que comparten la misma situación. Al tener un hijo una entiende todo por lo que estaría dispuesta a pasar y hacer por salvarle la vida a una criatura”, explica Valeria. Mientras lo dice, en sus brazos mima a Paloma (6 meses) en lista de espera por un transplante de hígado. “Valeria, mirá… ¡la nena abrió los ojitos! Hace dos días que no lo hacía. Gracias a Dios y a vos lo hizo… Nos diste suerte”, dice Patricia Durán, madre de la pequeña. “No. Lo que pasa es que Paloma de grande va a ser modelo y ya quiere saborear los flashes”, bromea la madrina del establecimiento y, de alguna manera, descomprime el dolor de esa mamá y le da esperanzas.
MIRANDO AL FUTURO. Valeria, quien también participa y representa a las Nuevas Olimpíadas Especiales, un programa para estimular el entrenamiento y la competición deportiva de personas con discapacidad mental, apuesta a más: “Aunque logramos salvar muchas vidas, aún nos quedan varias cosas por hacer. ¡Hay un montón de proyectos! El principal es construir una casa para las familias que viven en el Interior y necesitan estar junto a sus hijos cuando están internados acá. También buscamos tener más tecnología. ¿Un secreto? Ya estamos pensando en agrandar el espacio de los chicos. En estos momentos el piso de Pediatría está lleno. Eso significa un grado de necesidad muy grande. Pero todo esto lo vamos a solucionar a través de la ayuda de la gente, con las donaciones. Y la gente responde: el respirador de alta frecuencia costó 50 mil dólares”.
La solidaridad no es algo nuevo en la vida de Valeria: “Cuando terminé el colegio me anoté para estudiar Terapia Ocupacional, que es rehabilitar personas con discapacidades físicas o mentales. Los caminos de la vida me llevaron a hacer la carrera que todos conocen, pero siempre, de alguna manera, quise mantener mi vocación ayudando a la gente que me necesitaba. Es una forma de cerrar ese círculo entre mi profesión y mi vocación solidaria”. Y mirando a los ojos de Paloma, cierra: “Solidaridad significa pensar en el otro. Uno puede ayudar escuchando, acompañando, comprando una rifa, donando. Lo importante es tener la voluntad y las ganas”.
Valeria alza a Paloma, de seis meses, que espera un transplante de hígado. “Al tener un hijo, una comprende lo que estaría dispuesta a hacer por salvar la vida de una criatura”, se emociona.
“Solidaridad es pensar en el otro. Se puede ayudar escuchando, acompañando, comprando una rifa, donando. Lo importante es tener la voluntad”.
Serafín estuvo internado veinte días y fue el primero en usar el respirador de alta frecuencia, comprado con lo recaudado en la primera gala a beneficio del Hospital Austral.
