“Se vienen tiempos muy difíciles, y hay que tomar medidas urgentes” – GENTE Online
 

“Se vienen tiempos muy difíciles, y hay que tomar medidas urgentes”

Cortes de luz y de agua en Caballito y en Vicente López. Familias enteras aisladas en sus hogares. Comerciantes que perdieron su mercadería ante la ola de calor y la agonía y muerte de sus heladeras. Amenazas de un verano muy difícil ante la crisis energética, denunciada muchas veces y negada por el Gobierno otras tantas. Mientras, la solución propuesta por las autoridades oscila entre lo risible y lo patético: el anuncio de un espectacular, pomposo y delirante reparto casa por casa y puerta por puerta de… ¡25 millones de lamparitas de bajo consumo! Operativo que, aun funcionando bien aceitado (cosa difícil en la Argentina), llevaría años… Segunda medida: el cambio de horario. Adelantar una hora los relojes para aprovechar mejor la luz de día. Algo así como detener la bomba atómica con una paleta matamoscas… Tercera medida: la construcción de dos usinas abastecidas a gasoil para fines del 2008: total, apenas falta un año… Frente a este oscuro panorama, Gustavo Calleja, ex secretario de Energía entre 1983 y 1986, y director del Instituto de Energía de la Fundación Illia, explica…

–¿Cómo evalúa esta crisis energética?
–Pienso en nosotros y en Brasil, y me indigno… Porque Brasil copió el modelo energético argentino histórico… ¡y está a punto de autoabastecerse! Mientras, nosotros enfrentamos una enorme crisis. Tan grande que resulta difícil de medir.

–Pero Brasil descubrió una gran reserva de petróleo en su plataforma submarina. Lo ayudó la suerte, no la previsión… ¿O fue al revés?
–Le aseguro que no fue la suerte. Ellos están trabajando desde hace mucho tiempo –y muy seriamente– en una cuestión estratégica tan importante como es el petróleo: un bien que mueve la economía del mundo.

–¿El problema del petróleo estriba en los más de cien dólares por barril que alcanzó hace unos días?
–No. La situación ha llegado a un punto en que no se puede hablar de precios, sino de seguridad nacional.

–¿Qué opina del megacanje de bombitas de luz de bajo consumo, del cambio de horario y de la construcción de dos usinas generadoras de electricidad para fin de este año, que anuncia el Gobierno para combatir la crisis?
–Que es un intento legítimo para mitigar aunque sea un poco la situación que se nos viene encima. Pero no va a alcanzar… Hay más de un millón y medio de usuarios colgados de la red eléctrica en villas miseria y en otros lugares en los que ni la Policía se anima a entrar, y que no tienen la menor intención de canjear nada… ¡porque no pagan un centavo por la electricidad!

–¿Y las dos usinas?
–Apenas lograrán emparejar la energía con el nivel de consumo que se necesita. Un frágil empate con un año de plazo. Y mientras… ¿qué?

–¿El cambio de horario del 30 de diciembre sirve o no? ¿Es una medida racional, o puro show político?
–No estaría mal si antes se hubiera hecho un estudio de los hábitos de los argentinos... Se habrían dado cuenta de que los argentinos ven mucha televisión de noche, y tarde, y hubieran adaptado el cambio a ese hábito. Lo mismo que el horario de los cines y de los shoppings, que son grandes consumidores de energía.

–¿Las medidas son de plazo corto, mediano o largo?
–De corto plazo. Imagine que una gran parte de nuestro país (digamos todo el Nordeste argentino) está casi totalmente excluido del suministro de gas…

–Los racionamientos prometidos nos llevan a épocas muy duras y dramáticas, que ya vivimos. ¿Qué soluciones de largo plazo propone?
–La única solución es invertir en infraestructura. Terminar de una vez por todas las centrales nucleares de Atucha II y Atucha III. Construir nuevas represas hidroeléctricas en el Sur. Pero…

–...el tiempo pasa, y el pescado sin vender…
–Tal cual. El Gobierno mira para otro lado, y nadie reacciona. No ponemos el foco en la crisis que se nos viene encima. Primero la negamos, siguiendo los pasos del Gobierno. Y ahora nadie toma las decisiones que hay que tomar. Las imprescindibles…

–El Gobierno tiene como aliado político y económico a Hugo Chávez y su bonanza económica. ¿Esa alianza sirve para atemperar la crisis?
–En vez de trenzarse en problemas geopolíticos externos –como el de los guerrilleros de las FARC con el gobierno colombiano, Chávez y compañía–, nuestros gobernantes tendrían que hacer el gasoducto desde Venezuela. Porque el gas boliviano no va a alcanzar para abastecer a toda la Región Sur, como ellos mismos –aunque después lo desmintieran– prometieron…

–¿Es viable ese “gasoducto bolivariano”?
–Sáquele los calificativos políticos: si sirve, se puede hacer. Y si no, asegurar el envío de gas en barco: algo perfectamente posible, como lo está haciendo Chile al ver que la Argentina no puede cumplir con el suministro que le había asegurado. Pero hay que tomar decisiones concretas… ¡y ya! No queda tiempo para especulaciones. Porque cortarles el gas a las empresas o disminuir el suministro electrico a los domicilios será el principio de un caos energético que debemos evitar.

–Volviendo al misterio de las lamparitas de bajo consumo, dicen que son chinas, y el remanente de unos cinco millones que estaban en Cuba…
–Me pregunto cómo harán ese operativo…

–Dicen que estarán a cargo de empleados de las empresas distribuidoras de energía. Ellos elegirán los lugares y harán el cambio en persona. Y también se habla de créditos blandos para canjear heladeras quemadas por la falta de energía…
–No sé… Todo suena raro. El problema es que en torno de todo eso puede armarse un mercado negro. Al fin y al cabo, se está manteniendo el modelo que instauró Carlos Menem… con algunos parches.

–¿Solución final y definitiva?
–Invertir tres mil millones de dólares anuales… ¡durante los próximos quince o veinte años! Y tener una empresa estatal con mucho poder, que maneje el petróleo, el gas y las reservas. Porque hasta ahora la única actitud del Gobierno es hacerles la venia a las empresas privadas. Lo mismo que hacía Menem…

…pero la luz no se hizo. Vecinos  sin corriente eléctrica durante 36 horas, volcaron a la calle su protesta.

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Gustavo Calleja advierte: “La solución definitiva está en invertir tres mil millones anuales, en los próximos veinte años”.

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