Se fue, pero nos dejó su locura y su pasión por el arte – GENTE Online
 

Se fue, pero nos dejó su locura y su pasión por el arte

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En la página 4 de su último catálogo (Federico Klemm - Sansón y Dalila - Metáfora Contemporánea - Centro Cultural Recoleta), el hombre, el artista plástico, el actor, el cortometrajista, el coleccionista, el empresario y el showman que murió el miércoles 27 -infección pulmonar- en el Hospital Alemán treinta y dos minutos después de las cinco de la tarde y luego de cuarenta días de agonía, aparece de cuerpo entero y ataviado de pies a cabeza con un traje a rayas que remeda (aunque estilizado) el ominoso uniforme de los presos. ¿Casualidad? Quizá
. Pero también una nada casual metáfora inversa acerca de la libertad. Porque si ciertos críticos severos y cierta acartonada concepción del arte pretendieron domesticarlo, educarlo, disciplinarlo (enjaularlo, en fin), Federico les dijo, desde ese traje de barrotes de celda, que nada ni nadie podía cercarlo con cerraduras ni grilletes. A su manera y en sus seis décadas de vida, su credo coincidió con el de su mayor ídolo (Andy Warhol, 1931-1987, "mi dios del pop") y con la segunda línea del Himno Nacional: "Libertad, libertad, libertad".

Otros atuendos no menos sugestivos usó en su mediática y demasiado corta vida: torero (porque, también cantante de ópera, abordó Carmen); pantalón y chaqueta de piel de serpiente (como el héroe o antihéroe de Orfeo desciende, by Tennessee Williams); cuero total (¿Marlon Brando en
The Wild One?), y a veces formal smoking, pero con algún toque de irreverente ruptura.

Era rico también en dinero. Nació en Checoslovaquia (1942), de duro padre alemán, industrial metalúrgico, y madre
"simple pero sensible", según la definía. El nazismo los empujó a América, a la Argentina, en el 48. Estudió en el comercial Carlos Pellegrini, que definía como "un cuartel", pero al mismo tiempo -circa sus 14 años- descubrió a Miguel Angel, a Leonardo y a Picasso, sus primeros gatillos. En los 60, los prodigiosos, se entreveró en los
happenings de Minujin y después -inevitable- estalló hacia la fotopintura, el arte digitalizado, la computación, los videorretratos, las desmesuradas alegorías y -su gran vuelta de tuerca- la televisión. Con Antonio Gasalla primero y con
El Banquete Telemático más tarde: media hora de galope sin resuello por el arte clásico, la ultravanguardia y el discurso surrealista (discurso que usó, incluso, en sus últimos días, en comerciales de una marca de teléfonos celulares…), y donde fue elaborando su pensamiento vivo. Este:

- "Pinté a Susana Giménez, a Mirtha Legrand y a Amalita Fortabat porque las amo. Yo no trabajo por encargo…". 
- "Los estetas modernos nos vestimos impecable. Ya murió la bohemia del artista envuelto en trapos". 
- "Me encanta vestirme de torero: es una ceremonia entre la vida y la muerte".
- "La tevé me transformó. Siempre fui un muy mal alumno oral, pero en cámara hablo, hablo, hablo…".
- "El mundo del arte me envidia porque soy el Andy Warhol argentino".
- "Detesto que me definan como extravagante, que significa ridículo: puedo alterar el orden estético, pero jamás el ético".

Federico, genio y figura. Aquí, con ropa formal: algo poco habitual en él.

Federico, genio y figura. Aquí, con ropa formal: algo poco habitual en él.

El cortejo sale desde su casa-galería-fundación de Marcelo T. de Alvear al 600: un rincón de la mitología porteña. Luego hubo un responso en la capilla del Cementerio Alemán.  El velatorio no tuvo solemnidad alguna. Fue como Federico lo hubiera querido. Hasta con Marta Minujin saltando a la cuerda, como los chicos y los boxeadores, sobre un collar de perlas.

El cortejo sale desde su casa-galería-fundación de Marcelo T. de Alvear al 600: un rincón de la mitología porteña. Luego hubo un responso en la capilla del Cementerio Alemán. El velatorio no tuvo solemnidad alguna. Fue como Federico lo hubiera querido. Hasta con Marta Minujin saltando a la cuerda, como los chicos y los boxeadores, sobre un collar de perlas.

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