Se abrió una nueva puerta en la lucha para vencer el sida – GENTE Online
 

Se abrió una nueva puerta en la lucha para vencer el sida

"El sida está en franco ascenso: el año pasado murieron tres millones cien
mil personas infectadas por HIV
”, dice Rosa Bologna, jefa del servicio de
Control Epidemiológico
del Hospital Garrahan.
Y lo dice a un mes y medio de hacer público un hallazgo clave contra el virus
del sida: el gen CCL3L1, encargado de producir una proteína que bloquea
la entrada del virus en las células.
El estudio, liderado por la Universidad de Texas y desarrollado por un
equipo internacional de veintiún científicos, es una nueva esperanza para los
39.400.000 infectados por el virus en todo el mundo. Esperanza que sostienen,
entre ese grupo de investigadores, tres argentinas: Rosa Bologna (47, soltera,
médica infectóloga de la UBA), Luisa Sen (63, soltera, médica hematóloga
de la UBA e investigadora principal del CONICET) y Andrea Mangano
(33, casada, doctora en Bioquímica de la UBA e investigadora asistente
del CONICET).
Mangano explica así la función del gen: “Para que el virus del HIV pueda
infectar una célula tiene que usar dos entradas o receptores: el CD4 y el CCR5.
Pero el gen CCL3L1 produce una proteína que bloquea la entrada del CCR5. También
observamos que las proteínas que produce ese gen varían según las distintas
poblaciones
”.
Sen complementa: “La investigación parte de un hecho clave: no todas las
personas expuestas al virus se infectan sistemáticamente. Algunas se exponen
muchas veces al virus y no se infectan, y otras se infectan al exponerse una
sola vez. En este estudio fueron examinadas 4300 personas desde 1999, y nosotras
analizamos ochocientos casos de recién nacidos con madres portadoras del virus.
Entre esos casos había pacientes de tres orígenes étnicos: afroamericanos, con
cuatro genes CCL3L1; hispanoamericanos, con tres, y euroamericanos, con dos
”.

–¿A más genes, mayor protección contra el virus?
Mangano: –No, porque es necesario relacionar el número de genes de una
persona con el promedio de su grupo poblacional.

–¿Por ejemplo?
–Los africanos tienen cuatro genes, y los argentinos –que pertenecen al grupo
europeoamericano–, dos. Pero si alguien de raza negra tiene tres, o dos,
correría un riesgo similar al de un argentino o euroamericano con un gen en
lugar de dos. El nivel de protección no lo determina sólo la cantidad de genes
sino el promedio entre los genes de cada paciente y el de su grupo étnico.

OTRA BATALLA GANADA. El hallazgo, hoy calificado por la comunidad
científica internacional como clave en la lucha contra el sida, fue anunciado
por primera vez en Science Express, la versión electrónica de la
prestigiosa revista Science. Algo que Mangano define con orgullo como “la
medalla de oro olímpica para un investigador
”, y que Sen celebra por partida
doble: “El descubrimiento tuvo tanta repercusión, que la doctora Mangano
viajó la semana pasada al
Congreso de Infectología de Boston, en los
Estados Unidos, para presentarlo, y todos los gastos del viaje fueron
financiados por el
Congreso norteamericano”.

En realidad, una moneda de dos caras muy diferentes: la primera, el premio al
talento y al esfuerzo; la otra, el escaso interés que, por décadas, demostró el
Estado argentino por la investigación científica y sus héroes, casi siempre
anónimos y enfrentando enormes escollos: malos sueldos, pocos medios.

–¿Cómo es esa lucha, doctora?
Sen:
Nada fácil, por cierto. Pero al estar en el Garrahan tenemos la
posibilidad de trabajar directamente sobre pacientes, y eso es muy valioso…
(Nota: las médicas argentinas desarrollaron el capítulo pediátrico del estudio
sobre 800 recién nacidos cuyas madres son portadoras del virus, y comprobaron
que los bebés con menos genes CCL3L1 tenían un 70 por ciento más de riesgo de
contraer sida).

–¿Cuánto gana, doctora Mangano?
–Como investigadora del CONICET, mil doscientos pesos por mes… full
time y con dedicación exclusiva.

–Es decir, full life…
–Y eso que nos aumentaron… Porque el año pasado, un investigador de primer
orden, como yo, cobraba ochocientos pesos.

–¿Nunca intentó irse del país?
–No. Hay que pelearla todos los días, pero acá tengo todo lo mío. Además,
periódicamente puedo ir a los Estados Unidos para capacitarme.

–¿Cómo es la experiencia de trabajar entre los recién nacidos y sus madres
infectadas por el virus?
Bologna:
Ver el sufrimiento de esas madres y la fuerza que hacen para que
sus hijos reciban el diagnóstico, el tratamiento, y no se contagien, es muy
fuerte. Y cuando todo eso no sirve, sufren una desazón y una culpa tremendas. Es
una carga muy difícil de soportar…

–¿Qué le aporta este descubrimiento a la lucha contra el sida?
Mangano:
Los estudios futuros dirán si es posible sintetizar el CCL3L1
y transformarlo en un nuevo tratamiento o en una nueva vacuna. Por ahora, es una
puerta abierta. Una más…

 

De izquierda a derecha: Luisa Sen, Rosa Bologna y Andrea Mangano. Las tres en su puesto de combate: el laboratorio del hospital <i>Garrahan</i>, donde trabajaron sobre 800 bebés cuyas madres son portadoras del mal.

De izquierda a derecha: Luisa Sen, Rosa Bologna y Andrea Mangano. Las tres en su puesto de combate: el laboratorio del hospital Garrahan, donde trabajaron sobre 800 bebés cuyas madres son portadoras del mal.

“NUESTRA INVESTIGACION FUE PUBLICADA POR SCIENCE EXPRESS. 
ESO, PARA UN CIENTIFICO, ES COMO LA MEDALLA 
DE ORO OLIMPICA”

“NUESTRA INVESTIGACION FUE PUBLICADA POR SCIENCE EXPRESS.
ESO, PARA UN CIENTIFICO, ES COMO LA MEDALLA
DE ORO OLIMPICA”

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