“Sabemos quiénes lo asesinaron” – GENTE Online
 

“Sabemos quiénes lo asesinaron”

Recetas médicas truchas. El catálogo musical más valioso del mundo. Anestésicos. Un cardiólogo –sin licencia y con problemas económicos– que desaparece. Neverland como negocio. Marcas de agujas en el cuerpo. Una hermana acusadora. Un padre que siembra sospechas. La Nación del Islam. Cincuenta recitales imposibles. Y una víctima que prácticamente predijo su muerte, un hombre acorralado por su adicción a las drogas e inmensamente solo, perdido en su paranoia de gloria diluida. ¿Son suficientes estos indicios para transitar la más espinosa de las hipótesis? ¿Jackson fue asesinado?

¿HOMICIDIO EN LA? William Bratton, jefe policial de Los Angeles, lo admitió: “Estamos esperando los informes toxicológicos. A partir de los resultados, sabremos a qué atenernos. Pero la teoría de un asesinato no está descartada”.

Las pistas, algunas corroboradas, otras por verse, armaron la partitura de este desconcierto. En la carrera por filtrar datos, el diario británico The Sun reveló que la autopsia mostró rastros de varias drogas en el organismo del cantante. Un cóctel irresistible, que incluiría “niveles letales” del analgésico Demerol y del opiáceo Metadona (similar a la morfina); también niveles menores del ansiolítico Xanax y del anestésico Propofol. Y la lista sigue: los analgésicos Dilaudid, Fentanyl y Vicodin; el ansiolítico Valium y el sedante Ambien. Quienes frecuentaban a Jackson coinciden en su absoluta dependencia de las drogas, agravada luego de la primera acusación de pedofilia, en 1993, que lo sepultó bajo una gran depresión. Hay que recordar que Michael nunca condenado por ese delito, negó enfáticamente las acusaciones.

El periodista canadiense Ian Halperin, próximo a lanzar una explosiva biografía de Jackson (This is it), apoya la teoría de que no era pedófilo, y sí lo sitúa como homosexual. Y asegura que la codicia de su entorno lo llevó a la tumba, ya que no estaba en condiciones de afrontar el desafío de 50 recitales. ¿Si Halperin tiene bases para opinar? Bueno, fue él quien anunció en diciembre que a Jackson le quedaban seis meses de vida, porque sus múltiples problemas de salud lo estaban acorralando. “Necesita un transplante de pulmón. Se está quedando ciego de un ojo. Sufre sangrados gastrointestinales y se siente acabado”, contó aquella vez. Seis meses después, exactamente como vaticinó, Jackson falleció.

CUARENTA MINUTOS ANTES DE MORIR. The Sun arriesgó otro dato clave: una inyección (de Demerol o Propofol) que Jackson habría recibido cuarenta minutos antes de que su corazón dejara de latir en su propia casa y antes de que llegara al centro médico de la UCLA. Ahí entra en escena el doctor Conrad Murray, un cardiólogo sin licencia para recetar ciertas drogas en el estado de California (Demerol, entre ellas) y con un pasado complicado: sumó deudas por juicios y coqueteó con la bancarrota.

Murray, contratado en mayo a un costo de 150 mil dólares por mes, fue quien intentó reanimar a MJ antes de que llegaran los paramédicos. Jackson lo conoció en Las Vegas, en el 2006, cuando trató a su hija Paris. Se hicieron amigos. Y cuando el artista le propuso trabajo full-time, ni lo dudó. Envió un aviso a sus pacientes, excusándose de abandonarlos ante esta “oportunidad única”.

En la noche del 24 de junio recibió una llamada de su cliente, quien le rogó se quedara a dormir en la mansión de Holmby Hills. Pasada la medianoche, Jackson se retiró a dormir. Para el mediodía estaba muerto. Reconstruir lo sucedido en esas horas supone la solución al misterio. ¿Murray inyectó a Jackson? ¿Michael se autoinyectó, como en tantas otras oportunidades? El médico no habló con la prensa y sus dichos se conocen a través de su abogado, Ed Chernoff. “Murray no recetó ni administró nada que pudiera matar a Jackson”, afirmó el letrado.

BAJO LA LUPA. En el cuerpo de Michael se encontraron diversas marcas de pinchazos –algunas frescas– en el cuello, los brazos, los tobillos y las piernas. Por el momento, la historia dice que Murray descubrió a Jackson inconsciente en su cama. Tenía pulso, pero se apagaba. Como desconocía la dirección exacta de la casa, no llamó de inmediato a los paramédicos y empezó a practicarle reanimación cardiopulmonar. Después de varios minutos, seguía sin responder. El doctor, desesperado, bajó a pedir ayuda y encontró al custodio Alberto Alvarez, un mexicano de 32 años que llevaba 18 meses al lado de Jackson. Fue Alvarez quien hizo la ya famosa llamada al 911, solicitando ayuda para “un señor de 50 años que no respira”. A las 14.26, en la clínica, fue declarado muerto.

Murray no es el único médico que quedó en la mira. También lo están aquellos que proveyeron de drogas a Jackson durante los últimos años. Por caso, su histórico dermatólogo, Arnold Klein, a quien algunos señalan como el padre biológico de sus dos primeros hijos (la madre es Debbie Rowe, su ex asistente). Klein admitió haberle recetado Demerol y contó que, doce años atrás, le advirtió que no siguiera usando Diprivan. Un ex chofer recordó que Michael “veía a Klein más de una vez por semana y se pasaba entre tres y cuatro horas en el consultorio de Beverly Hills. Cuando salía, parecía desorientado”. Incluso, lo habría visitado tres días antes de morir. Se sabe que MJ utilizaba el nombre de sus empleados para conseguir prescripciones médicas. Y la policía quiere cerrar el círculo sobre los médicos que figurarían en la pila de recetas. Se menciona a los doctores Gerald Labiner (Beverly Hills), Cary Logan (Las Vegas), William Van Valin (California), un tal Barney (podría ser Van Valin) de la ciudad californiana de Solvang, Alan Metzger (West Hollywood) y Alex Farshchian (Florida). Este último le escribió una reveladora carta a Michael en 2002: “Querido MJ, Buprenex es el potente analgésico del cual te hablé la semana pasada. Es casi como el D, pero mejor”. La “D” parece una clara referencia al Demerol.

“A mi hermano lo asesinaron”, irrumpió La Toya Jackson (53), la misma que años atrás acusó a Michael de pedófilo y luego se retractó. “¿Los motivos del asesinato? Dinero. Fue una conspiración para apoderarse de sus bienes”, asegura ella, quien vivía muy cerca de su hermano y fue la primera en llegar a la clínica aquella tarde (firmó el certificado de defunción). Entre los bienes que dejó, el más valioso es el catálogo musical que contiene los derechos de canciones de diferentes artistas, entre ellas las que Lennon y McCartney compusieron para los Beatles. Dichos derechos los compartía con Sony (se calcula que pueden llegar a los mil millones). Según La Toya, su hermano le confesó hace tiempo el miedo a ser asesinado porque “querían sus bienes. Su entorno lo controlaba y lo mantenía drogado: no se podía llegar a él”. Por su parte, el imparable Joe Jackson (79) también salió a decir lo suyo por la cadena ABC: “Acuso a los médicos de haber asesinado a mi hijo”.

El entorno doméstico de MJ aseguró que su estado empezó a desmejorar a medida que las presiones por los conciertos aumentaban. “Su salud mental y física se resquebrajaba. No comía, tenía miedo, no dormía y, cuando lo lograba, soñaba que lo iban a asesinar. Lo inquietaba la idea de desilusionar a su público”, dijo un asistente. En junio, una empleada le confió al periodista Ian Halperin: “Ya no controla su vida: parece un títere a quien le dictan qué tiene que hacer. Alguien quiere su muerte. Lo llenan de medicamentos como si fueran caramelos. Lo vuelven loco”. Sólo dos días antes del final, un allegado, que participó en los ensayos del Arena O2, aseguró: “Michael me dijo que no se sentía capaz de subirse a un escenario. ‘Estoy terminado, no tengo escapatoria’, confesó. Nunca había visto a alguien tan triste en toda mi vida”.

LA NACION DEL ISLAM Y LOS NEGOCIOS. En los últimos meses, el polo dominante del entorno jacksoniano estuvo encarnado por el particular y sombrío doctor Tohme Tohme. “Durante este tiempo fui la persona más cercana a Michael”, declaró hace poco, en la única entrevista que brindó. Se autodenomina “doctor” (“cirujano ortopédico”, aclara), pero no se le conoce ningún título. Se llegó a presentar como embajador especial de Senegal, pero nadie en la embajada lo vio jamás. “Soy un hombre de negocios”, dice este libanés criado en L.A., millonario y de mirada inquietante.

Conoció a Michael en Las Vegas, a través de Jermaine Jackson. Y, de repente, tomó el control absoluto y fue pieza fundamental en la negociación de los 50 conciertos de Londres. El libanés utilizó sus estrechos contactos para llegar a Philip Anschutz, la 31ª persona más rica de Estados Unidos y dueño de la promotora AEG Live, la misma que iba a montar los shows. Claro: Anschutz también posee los estadios O2 (lugar de los recitales) y Staples Center (donde se llevó a cabo el funeral más mediático de la historia).

Los lazos entre el millonario árabe y La Nación del Islam (una organización que pregona la supremacía negra, por muchos considerada una secta, y que supo atrapar a Cassius Clay) terminaron de cerrar el círculo sobre MJ. “Controlaban sus negocios y su vida... Son gente que intimida”, aseguró Stuart Backerman, su portavoz hasta 2004, . Pero como Tohme se rodea de varios amiguitos multimillonarios, junto a él apareció el californiano Tom Barrack, el hombre que compró Neverland, la antigua mansión-parque de diversiones de Jackson. No por casualidad, el doctor Tohme ya presiona con la idea de enterrar allí al Rey del Pop y convertir el lugar en un redituable museo. “Michael no debe descansar allí. No hay que permitirlo”, sufre La Toya. Es que, después del juicio del 2005, su hermano le confesó que jamás volvería a Neverland: “Lo odio. Ese sitio destruyó mi vida”. La última foto del Rey del Pop, exclusiva del sitio ET. Jackson es trasladado en la ambulancia desde su mansión en Holmby Hills al centro médico de la UCLA. La llamada de un custodio al 911, alertó sobre la tragedia que se avecinaba: “Acá hay un hombre de 50 años que no respira”, dijo. Su cardiólogo personal, Conrad Murray, estaba junto a él, pero no pudo reanimarlo. Hoy está investigado: ¿fue él quien le recetó esa enorme cantidad de drogas?

La última foto del Rey del Pop, exclusiva del sitio ET. Jackson es trasladado en la ambulancia desde su mansión en Holmby Hills al centro médico de la UCLA. La llamada de un custodio al 911, alertó sobre la tragedia que se avecinaba: “Acá hay un hombre de 50 años que no respira”, dijo. Su cardiólogo personal, Conrad Murray, estaba junto a él, pero no pudo reanimarlo. Hoy está investigado: ¿fue él quien le recetó esa enorme cantidad de drogas?

La hermana de Michael, La Toya (53) y su padre Joe (79), acusan: “Lo querían muerto para quedarse con su dinero”.

La hermana de Michael, La Toya (53) y su padre Joe (79), acusan: “Lo querían muerto para quedarse con su dinero”.

Su cardiólogo, Conrad  Murray, dejó a sus pacientes y se mudó cerca de la casa de Michael, por 150.000 dólares al mes. El estuvo junto al Rey del Pop en la madrugada fatídica. Está investigado por la policía, ya que no tiene licencia para recetar ciertas drogas en el estado de California.

Su cardiólogo, Conrad Murray, dejó a sus pacientes y se mudó cerca de la casa de Michael, por 150.000 dólares al mes. El estuvo junto al Rey del Pop en la madrugada fatídica. Está investigado por la policía, ya que no tiene licencia para recetar ciertas drogas en el estado de California.

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