Ricardo Darín habla sobre su relación de tres décadas con Flor Bas: "Nos adoramos, me sorprende todos los días" – GENTE Online
 

Ricardo Darín habla sobre su relación de tres décadas con Flor Bas: "Nos adoramos, me sorprende todos los días"

Ricardo Darín (Foto Maximiliano Vernazza/GENTE)
Ricardo Darín (Foto Maximiliano Vernazza/GENTE)

En el salón Le Printemps de la Mansión del Four Seasons se respira cierta tensión. Cual sala de espera, los periodistas aguardan mientras los actores de El amor menos pensado los reciben en los salones adyacentes, en el marco de la promoción de la película. Son las tres de la tarde del jueves 26 cuando a GENTE le asignan el salón L’Hiver para entrevistar a Ricardo Darín (61).

Por primera vez se va a sentar cara a cara con un periodista después de que su ex compañera –y entonces amiga– Valeria Bertuccelli (48) lo acusara públicamente de malos tratos cuando hacían teatro. Sin embargo, basta con que llegue el actor para que la incomodidad se disipe.

La pisada, el saludo y su mirada hacen a una templanza que desdramatiza todo a su alrededor. Vaya paradoja. Y, entonces, el concepto de “estar enamorado” –que plantea el film dirigido por Juan Vera– es un buen punto de partida. “Diría que es una situación encapsulada de vértigo, dolor de estómago, incertidumbre y estar fuera de eje... Sin embargo, es un sentimiento que no necesariamente conduce al amor. Porque el enamoramiento y el amor son dos cosas distintas. La película desacraliza algunas cuestiones en este sentido”, apunta Ricardo, que ostenta casi tres décadas de pareja con Florencia Bas (50).

Ricardo Darín y Mercedes Morán en El amor menos pensado.
Ricardo Darín y Mercedes Morán en El amor menos pensado.

–Y si pasa a ser amor, después de treinta años, ¿uno puede seguir enamorado?

–A mí me ocurrió con Florencia algo parecido a lo que pasa en la película. Tuvimos un corte de un año y medio. Y lo que realmente recuperamos es la valorización del otro. Porque cuando estás alejado ganás objetividad. Sin embargo, eso sólo es posible entre dos personas que saben que se quieren. En cambio, si eso se quebró –y es absolutamente lícito, porque el amor puede desaparecer–, es otra historia.

–A esta altura ya no necesitarían un quiebre así para revalorizarse...

–Nosotros estamos todo el tiempo hablando de esto. Somos muy ermitaños. Estamos en una relación de pareja de mucho tiempo, con hijos y amigos. Siempre fuimos muy respetuosos de la individualidad del otro. Hemos tratado de no invadirnos. En realidad, yo soy mucho más de meterme en la vida de Flor que ella en la mía. Estamos permanentemente jodiendo o investigando al respecto.

–¿Al respecto de por qué siguen juntos?

–No, no, no. Eso creo que lo sabemos. Pero nos hacemos amenazas en forma de juego: “Mirá que yo en cualquier momento agarro la valija y me voy... No tengo problema. Nos ponemos a prueba en términos humorísticos. Porque la cotidianidad es el grave problema de la convivencia. La falta de sorpresa. Por suerte, tenemos una casa grande y nos perdemos un poco. Si uno quiere estar un rato solo, lo puede hacer. Y después nos volvemos a buscar en forma circular.

–Y eso ayuda a mantenerlos unidos...

–No, no, no. Esto es el chiquitaje. Aspectos accesorios.

Ricardo Darín (Foto Maximiliano Vernazza/GENTE)
Ricardo Darín (Foto Maximiliano Vernazza/GENTE)

–¿Sos consciente de que es casi una rareza seguir en pareja después de treinta años?

–Pasa que nos conocemos, nos entendemos, nos reímos y sufrimos mucho juntos. Nos pasa de todo juntos. Y nos adoramos. Esa es la realidad. Flor te sorprende todos los días con algo nuevo. Ojalá yo tuviera esa capacidad. Ella lo hace de manera inconsciente. Es un personaje muy atractivo y enigmático. Siempre la estoy investigando. Yo soy mucho más... (busca la palabra)

–¿Previsible? ¡Durísimo!

–Previsible. ¡Eso! (ríe sin vanidad)

EL CINE TIENE ESE NO SE QUE. Con más de cincuenta películas en su haber, Darín asegura que no las confunde. Cuenta que recuerda los personajes e incluso muchos de los textos.

–¿De verdad?

–Sí. Estoy tratando de decirte todo de verdad (sonríe con esa ironía inteligente que hace a su sello). Me acuerdo de muchos... No es de memoria, porque la memoria es descartable. El texto me queda grabado, porque lo hago mío y pasa a ser parte de mi disco rígido.

–¿Te enamorás más de algún personaje que de otro?
–Te puede pasar, pero estará intoxicado de la repercusión. A priori, cuando leés el proyecto la sensación es casi siempre similar: vértigo. No tenés idea de dónde te estás metiendo. La metodología de trabajo en cine es muy incierta. Por cuestiones de rodaje y presupuesto, tal vez empezás una película por la escena 47, después pasás a la 1 y de ahí a la 112. Es que las tres son en la misma locación. Entonces, cuando hacés la 47 ya le imprimís una huella al personaje. Y hacer que todo coincida y sea coherente con el desarrollo narrativo es una de las cosas más complicadas del cine.

–¿Qué te desafía profesionalmente a esta altura?

–Me mueve lo mismo de siempre: las historias. En este orden: primero la idea y después el personaje. Nunca al revés. Lo que hay para contar. Por eso, no creo en las estrellas, ni en los dream teams.

–Pero Darín corta tickets...

–No hay nadie que corte tickets. Esa es una cuestión marketinera. He hecho películas con exitosos en las que nos ha ido mal. Es estadístico. Hay gloriosos casos de grandes estrellas internacionales que se juntaron, parecía que eran número puesto y fueron grandes fracasos.

Por Ana van Gelderen.
Fotos: Maximiliano Vernazza, Patagonik y archivo Atlántida.

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