“Rezo por mi hijo y también por el alma del que lo mató” – GENTE Online
 

“Rezo por mi hijo y también por el alma del que lo mató”

Este no fue exactamente un reportaje a Cecilia Comerio, la madre de Matías Bragagnolo. Son las palabras, las primeras, de una madre desconsolada que perdió a su hijo. Sucedieron en la quinta familiar, en San Isidro. El mismo lugar en el que jugaba, hablaba, bromeaba y vivía junto con su hijo. Un poco más allá, sus otros dos hijos, Martín (16, mellizo de Matías) y Manuel (8) juegan con Max, el cachorro Golden Retriever que Matías había comprado muy poco antes. Es domingo de Pascua, y los amigos y familiares no están aquí. ¿Cómo, qué hacer para llevarles consuelo a los padres? Mientras, Marcelo Bragagnolo, el padre, tiene el rol más difícil: ser el hombre, el más fuerte, el que mantiene la entereza de estar al frente de la investigación por la muerte de su hijo, que el sábado 8 de abril, en Palermo, después del ataque de una patota de chicos de 14 a 17 años (tres de ellos están detenidos), murió en el hall de un edificio de Palermo Chico.

“Sólo me permito llorar cuando nadie me acompaña, y mientras manejo”, dice, para que el llanto no golpee todavía más a su familia. Cecilia, su mujer, demacrada y secos sus ojos de tanto llorar, trabaja como bibliotecaria en la Cámara Federal del Palacio de Tribunales, en la Capital. Se siente caer, pero la sostienen la entereza de su marido y de sus dos hijos. Y cuando habla, pierde su mirada en el parque…

–¿Cómo era Matías?
–Era un santo. Buenísimo. Conmigo, un compañero increíble. Siempre me comentaba algo que le interesaba o que le había llamado la atención. Le encantaban la historia y la poesía. Leyó, muy concentrado El nacimiento del mundo moderno, de Paul Johnson. Y después...

–¿Después?
–Debatíamos con Marcelo, mi marido, y los chicos, lo que había leído. Paul Johnson, sí… Pero también leyó Harry Potter, porque era un chico. Un chico inquieto, inteligente, y que vivía las cosas de su edad. Con naturalidad.

–¿Qué más recuerda?
–Era muy bueno con la computadora… Cada vez que se nos colgaba, él la hacía andar. Además, había armado su blog de internet para debatir con otros jóvenes…

–¿Qué debatía?
–Algo conmovedor: cómo mejorar las cosas en la Argentina. Nosotros vivimos en Belgrano, pero esta quinta en San Isidro era nuestro verdadero lugar. Aquí, entre estos árboles, charlábamos de muchos temas. Me acuerdo que un día me dijo que quería aprender a manejar, y en este caminito y en este auto le expliqué cómo se hacían los cambios. ¡Aprendió rapidísimo! Claro, aquí casi no hay tránsito…

(Max, el cachorro de golden retriever, le muerde una y otra vez sus pantalones. Cecilia juega con él. Está cerca de la pileta de natación.)

–Me decía, entonces, que Matías…
–Sí. Que le gustaban mucho todos los deportes. Se la pasaba jugando en la pileta con los hermanos…

Al cierre de esta edición, lunes 17 de abril, las mayores incógnitas están puestas en la autopsia de Matías. Un primer informe forense da como causa de la muerte un edema pulmonar (retención de líquido en los pulmones) y un edema meningoencefálico (acumulación de líquido en los tejidos que protegen el cerebro a la altura del encéfalo), que los Bragagnolo consideran causado por la agresión de la patota. La causa judicial está caratulada Muerte por causas dudosas (se produjo en el hall del edificio de Ortiz de Ocampo 2882), y está a cargo de la jueza de Menores María Teresa Salgueiro, que ordenó el secreto de sumario y la detención de tres menores (dos de 16 años –uno de ellos apodado Sodape– y otro de 17 ) y de un policía de la Comisaría 53, mientras que también se investiga la actuación de otro menor de edad: tendría 12 años, se llamaría Damián y lo apodarían Soronguito.

El perito de parte propuesto por el padre de Matías, el forense Avelino Barata, del Hospital Alemán y amplísima trayectoria –intervino en la autopsia de Alicia Muñiz, la mujer de Carlos Monzón, y en la de Carlos Menem junior, entre otros casos notorios–, dijo: “Primero hay que descartar todas las demás hipótesis para llegar a una conclusión final. Que un chico de dieciséis años muera no es algo natural. Es preciso llegar a la razón real de esa muerte”.

Amigos como Juan Carlos Blumberg, Daniel Trabado y Carlos Sidras (colaboradores del papá de Axel en la fundación) apoyan a Marcelo en su búsqueda de la verdad. Para empezar, el abogado de los Bragagnolo, Nicolás González Siches, pedirá una nueva autopsia “para acercar esta absurda e injusta muerte a la certeza de lo que realmente ocurrió, y entonces emprender el camino hacia la justicia”, dice.

Martín y Manuel, sus hermanos, muestran con orgullo uno de los inventos de Matías. Un tubo lanzapapas: un ingenioso artefacto blanco de casi dos metros, de aire comprimido, capaz de arrojar una papa a gran distancia.

–¡No sabés lo lejos que tira! –dice Manuel.
–¿Sabía física?
–¡Y cómo! El año pasado ganó el premio de Física en el colegio Esquiú. Era un bocho.

(Entonces, Cecilia sonríe por primera vez en esta tarde de Pascua. Y sigue con sus recuerdos.)

–Con Marcelo, mi marido, nos conocimos en el San Isidro Club, porque yo jugaba al hockey allí. Nos enteramos de que seríamos padres cuando volvíamos de un viaje a París, y para más felicidad y asombro, que eran mellizos… Matías y Martín nacieron el 29 de mayo de 1989 en el Hospital Alemán: para nosotros, un milagro, porque cuando nos casamos yo estaba muy enferma, y tuvimos que ir a Houston para seguir un tratamiento. A Matías le pusimos ese nombre en honor a un sacerdote, Matías Kloster, que es muy amigo de la familia y que estuvo con nosotros el sábado, en el cuarto de Matías, cuando rezamos por él… y también por el alma del que lo mató. Todavía no sabemos quién fue, pero eso me ayudó a desahogarme…

–Siga, señora, siga desahogándose…
–Hace poco vi la primera entrevista que le hizo GENTE a María Elena, la madre de Axel Blumberg. Me impresionó mucho cómo explicó su dolor. Nunca pensé que algo así podría pasarme, pero ahora me siento igual que ella: sin saber cómo seguir viviendo… Prefiero hablar sólo de Matías, que era un sol. Le encantaba viajar: decía que sus lugares favoritos eran San Diego, en California, y también Pinamar y Villa La Angostura. También le gustaba mucho la música clásica y el rock de AC-DC. Era súper tranquilo e incapaz de pelear. Sus amigos lo adoraban, porque siempre fue muy generoso y leal. Un día, hace un mes, vino a la cocina de nuestro departamento en Belgrano con Max, el cachorrito de golden retriever, y me dijo: “Es para Manuel. Se lo compré con mis ahorros. ¡No me vas a decir que no podemos tenerlo!”. Por supuesto, el perrito se quedó…

–¿Qué proyectos tenía Matías?
–Seguir Ingeniería y estudiar en el extranjero para aprender a mejorar las cosas en su país. Por eso, cuando Marcelo me propuso mudarnos al Uruguay y averiguamos que no hay lugar en los colegios de Carrasco porque está lleno de argentinos que emigraron por la inseguridad, juramos cuidar a nuestros hijos cueste lo que cueste, pero aquí. Porque aquí está nuestro lugar. Donde lloramos a Mati y rogamos que no muera otro chico. ¡Nunca más!

Domingo de Pascua: Cecilia Comerio de Bragagnolo, la madre de Matías, con Max, el perrito que había comprado su hijo muy poco antes de morir.

Domingo de Pascua: Cecilia Comerio de Bragagnolo, la madre de Matías, con Max, el perrito que había comprado su hijo muy poco antes de morir.

Según su madre, Matías “<i>quería  seguir la carrera de Ingeniería y estaba entusiasmado por estudiar en el exterior para aprender cómo mejorar las cosas en su país</i>”.

Según su madre, Matías “quería seguir la carrera de Ingeniería y estaba entusiasmado por estudiar en el exterior para aprender cómo mejorar las cosas en su país”.

Domingo en la mesa de Pascua. Marcelo y Cecilia, los padres de Matías, volcaron todo su amor en Martín (16) y Manuel (8).

Domingo en la mesa de Pascua. Marcelo y Cecilia, los padres de Matías, volcaron todo su amor en Martín (16) y Manuel (8).

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