“Quiero mi cara natural. Odiaría ser una operada” – GENTE Online
 

“Quiero mi cara natural. Odiaría ser una operada”

Susú se presenta a la nota con dos chocolates para compartir. Se ríe y su cara se sigue iluminando como en 1984, cuando la perseguía la alegría por los premios de Camila. Susú Pecoraro está feliz con sus 54 añitos. Sin botox, sin colágeno agregado, sin rastros de bisturí. Algo poco frecuente en estos tiempos… Le preocupa recalcar que ella es respetuosa del paso del tiempo y de la gente, que le importa la persona por encima de todo, que está muy orgullosa de su novio, Martín Pommerenck (35 años, uruguayo, productor). El está a punto de inaugurar una productora de cuatro pisos en el Abasto y quizá ella se anime a escribir ficción y hasta a dirigir.

Mientras tanto, pasa sus horas en el estudio, donde avanzan las grabaciones de Mujeres de nadie –que saldrá en mayo, por las tardes, en Canal 13–, en la cual compone a una enfermera enamorada y golpeada por su marido (Alejandro Awada) y simultáneamente cortejada por un médico (Luis Luque). “Armé físicamente el personaje para aparecer muy arreglada, porque al tener un marido castigador, siempre tiene una marca que delata golpes. Ella se maquilla y usa el pelo para taparse la cara. Lo opuesto a mí”.

–¿Sabías que hay muchas mujeres como Ana?
–Sí, claro, y conozco a muchas, aunque este personaje está llevado a un extremo. Con Awada tenemos momentos muy difíciles; es complicado pedir perdón, y prometer que nunca más ocurrirá y aceptarlo enamorada, pero lastimada.

–¿Por qué creés que hay mujeres que aguantan la violencia?
–Cada una tendrá sus razones para soportar el dolor. Hay algo natural que te impulsa a salir cuando viene el palazo, y si alguien se queda es porque tiene una historia que le impide salvarse.

–A lo largo de tu carrera, siempre mantuviste una línea de conducta y de coherencia…
–Soy la misma que cuando tenía 20 años, es verdad, aunque con más camino recorrido, con el dolor, el conocimiento y las alegrías recibidas. Siempre hice lo que sentía y no lo que me decían que tenía que hacer. En aquel momento me creían rebelde y yo no me daba cuenta por qué. Era que no me doblegaba.

–Tampoco caíste en la tentación del mundo del glamour.
–No me gustó nunca ese mundo. No lo desprecio, pero no es el mío.

–Algo poco frecuente entre las actrices: seguís con tu cara sin operar, tu peinado cambia poco...
–Yo soy así, no puedo ser de otra manera. Soy intuitiva, sigo impulsos y no me van las especulaciones acerca de lo que podría convenirme, ni estético ni artístico. Era muy chica y ya me iba muy bien, entonces nunca sentí la necesidad de planear el paso siguiente.

–¿Cómo ves ahora “el ambiente artístico”?
–No es muy diferente. Van rotando los personajes y las sensaciones. Y cada época y cada momento fue rotando. Lo mismo con el cine. A mí me tocó hacer Camila cuando llegó la democracia. Salí al mundo a presentarla y me transformaron en una embajadora. Me preguntaban por mi país y tenía que saber muy bien lo que decía.

–Volviendo al tema estético: ¿cómo sobrellevás el paso del tiempo sin operarte?
–Sin querer, siempre digo lo mismo: no me hice nada porque no me gusta. Quiero mi cara natural; odiaría ser una operada.

–Pero siendo una actriz se espera que combatas las arrugas, las canas, la celulitis y aspires a una eterna juventud…
–Eso que decís no se sostiene. Las personas que llegan a eso están en un extremo. A los 40 ya me querían hacer la abanderada de las no operadas y yo no quiero hacer de eso un tema. Si querés ser joven toda la vida y para eso te operás toda, es porque dentro tuyo hay un dolor y un sufrimiento espantoso. A mí el paso del tiempo no me está trayendo nada feo. Cuando era chica creía que iba a ser horrible. No sé qué imagen tenía de la vejez.

–También avanzó la ciencia. Hoy comemos mejor y…
–El crecimiento me resulta lindo. No conocía eso y proyectaba que ser viejo era sólo deterioro físico y mucho dolor. Cada día me siento mejor y, si bien hay cuestiones físicas insoslayables, me importan cada vez menos. Desde muy joven me ocupé de comer sano. Cuando Indra Devi llegó a la Argentina, me pegué a ella, la adoré y quise ver cómo era eso de ser viejita y dar unos saltos impresionantes. Ya hacía yoga cuando la conocí y hoy sigo. Para ser actriz tenés que tener el cuerpo flexible. Camino mucho y me ocupé de aprender de la salud y lo natural. No me importa una arruga en el ojo. Me gustan las caras fuertes y muy marcadas, que no son el modelo de mujer bella.

–¿El amor también es mejor de grande?
–El amor estuvo siempre presente en mí como algo que debía ir puliendo. Soy muy amorosa, me entrego mucho en las relaciones, en las amistades, en los compañeros de trabajo. Disfruto de la entrega. Me gusta la gente y la quiero, busco la complicidad y que la vida fluya desde el amor. En algún momento tuve contradicciones, me sentía dedicándole más tiempo al amor que a otras cosas, pero gracias a mi madre aprendí a repartir. El amor me sostiene mucho y está en todo, en las pequeñas cosas, en mi música, mis plantas, mis libros, mi casa, mi pareja.

–¿Podrías estar sin un hombre al lado?
–Sí, claro que puedo, y me gusta mucho. Me llevo muy bien conmigo. Estoy en pareja, pero cada uno tiene sus momentos. A veces me levanto muy temprano para estar sola. Es maravilloso. Sobre todo cuando lo elegís y no porque te abandonaron.

–¿No quisiste tener hijos?
–No, no tuve. Y no es una cuenta pendiente.

Pura sonrisa, Pecoraro asegura que se lleva cada día mejor con ella misma. Está grabando <i>Mujeres de nadie</i> (con Alejandro Awada y Luis Luque) que saldrá por Canal 13) y sueña con escribir y dirigir ficción.

Pura sonrisa, Pecoraro asegura que se lleva cada día mejor con ella misma. Está grabando Mujeres de nadie (con Alejandro Awada y Luis Luque) que saldrá por Canal 13) y sueña con escribir y dirigir ficción.

“Soy la misma que cuando tenía 20 años, más todo el camino recorrido, con el dolor y las alegrías recibidas. Siempre hice lo que sentía y  no lo que  decían que  tenía que  hacer”.

“Soy la misma que cuando tenía 20 años, más todo el camino recorrido, con el dolor y las alegrías recibidas. Siempre hice lo que sentía y no lo que decían que tenía que hacer”.

Susú con su pareja, el productor uruguayo Martín Pommerenck. Está feliz y orgullosa con su relación, pero admite que “<i>cada uno tiene sus momentos</i>” y se lleva bien consigo mismo cuando está sola.

Susú con su pareja, el productor uruguayo Martín Pommerenck. Está feliz y orgullosa con su relación, pero admite que “cada uno tiene sus momentos” y se lleva bien consigo mismo cuando está sola.

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