Quién gana y quién pierde si el río sigue revuelto – GENTE Online
 

Quién gana y quién pierde si el río sigue revuelto

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"Reclamar la no contaminación es legítimo, pero juzgar a priori que las cosas no van a estar en orden es un exceso. A esta altura hay que preguntarse por qué fracasó el proyecto inicial de instalar las papeleras en Entre Ríos. ¿Quiere respuestas? 1) La Argentina no ofrece seguridad jurídica, y mucho menos la ofrecía hace tres años, cuando empezó este proceso: como bien sabe, el país violó todo tipo de contratos. 2) Entre Ríos trató de obtener una ventaja económica excesiva, exigiendo contribuciones muy altas que las empresas extranjeras no estaban dispuestas a pagar… Frente a este escándalo, Lilita Carrió insinuó que en el principio de las negociaciones hubo un pedido, y que no prosperó. ¿Si fue de muchos ceros? Fuentes seguras dicen que sí…”. Quien habló, en estricto off the record, conoce a fondo los laberintos financieros de la City porteña. Y la historia secreta de un escándalo internacional que motorizó el gobernador entrerriano Jorge Busti, a quien la situación se le fue de las manos. Hoy, desbordado por las consecuencias de su protesta y los cortes de los puentes entre Gualeguaychú y Fray Bentos (donde se instalaron los emprendimientos cuestionados) y Colón y Paysandú, apenas pide “que no haya vencidos”.

Por supuesto, las declaraciones del escritor Mario Benedetti al diario Perfil (“parece que pidieron una coima tan grande que las papeleras se vinieron al Uruguay”) hicieron arder aún más la relación entre ambas márgenes de los ríos De la Plata y Uruguay. “Parece que Kirchner no se atreve a darle órdenes a Busti. Son cuestiones económicas y todo parte de esa venganza de Busti, porque los finlandeses no aceptaron la coima. Esto debería arreglarse con un buen diálogo entre los gobiernos… El mayor perjuicio de las acciones de Busti se lo está causando a sus propios compatriotas”, dijo el autor de Gracias por el fuego.

Por supuesto, Busti retrucó con una apuesta a ideologizar la cuestión: “¿En qué año, en qué gobierno, en qué oficina y qué funcionario se entrevistó con qué funcionario finlandés y le pidió una coima?… Lo que usted tiene que admitir, querido Mario Benedetti, es que esto fue un proyecto diseñado por la derecha uruguaya…”.

El ingeniero agrónomo Carlos Faroppa (uruguayo, 49), que desarrolló el proyecto de la papelera finlandesa Botnia en Fray Bentos, le contó a GENTE: “Desde el año ’87 mantuvimos la política forestal a través de cinco gobiernos uruguayos, y este gobierno de izquierda de Tabaré Vázquez empuja este proyecto, que representa el 1,6 % del PBI del país”.

Hace no demasiado tiempo, la situación era otra. Un párrafo de la Memoria Anual del estado de la Nación 2004 dice textualmente lo que sucedió en el mes de marzo de ese año: “Ambos países firmaron un acuerdo bilateral, poniendo fin a la controversia por la instalación de una planta de celulosa en Fray Bentos”. Y más adelante señala: “Planta de Celulosas de M’bopicuá y Emprendimiento Botnia. De acuerdo a las coincidencias específicas de ambas delegaciones ante la CARU con referencia a la posible instalación de fábricas de pasta de celulosa a la vera del río Uruguay fue diseñado un ‘Plan de Monitoreo de la Calidad Ambiental del Río Uruguay en áreas de plantas celulósicas’ que junto con el Plan de Protección Ambiental del Río Uruguay contribuye a mantener la calidad del recurso hídrico”. Es decir, hasta un año antes de las elecciones de octubre de 2005 –y sobre todo del inicio de las campañas–, había un trabajo en común entre ambos países sobre el río.

Del otro lado del río Uruguay está Fray Bentos. Es la capital del departamento de Río Negro, y queda a 30 kilómetros de Gualeguaychú. Su intendente es Omar Lafluf (51), que pertenece al Partido Nacional, no precisamente el mismo que el presidente oriental, que es del Frente Amplio. Se lo escucha dolorido: “La situación de los cortes es terrible. Hoy (la entrevista fue el viernes 17 de febrero) cumplimos 15 días de cortes en el puente San Martín, de Fray Bentos a Puerto Unzué, y el segundo entre Paysandú y Colón. Para nosotros esto es un bloqueo económico. Y es responsabilidad del gobierno argentino, y no de los ambientalistas, mantener el libre tránsito de bienes, servicios y personas entre los dos países, que además pertenecen al Mercosur. El perjuicio es enorme y el daño es irreversible. Por ese puente pasan anualmente 900 mil toneladas de mercadería, y tuvimos que desviar 400 camiones. El free shop del lado uruguayo ya envió al seguro de paro a los últimos 12 empleados que tenía. Un restaurante ya está cerrando. Ayer, un camión uruguayo con suero lácteo concentrado, que tenía destino a Nogoyá, en Entre Ríos, terminó entregándoselo a productores de cerdos. Este enero, el ingreso al balneario Las Cañas fue menor al 50 por ciento del anterior. Es dramático. No se puede creer que la Argentina nos provoque este bloqueo.”

LOS HECHOS. El 9 de octubre de 2003, el Estado uruguayo le otorgó a Celulosas de M’bopicuá (del grupo español ENCE) la Autorización Ambiental Previa para poner en marcha la planta de pulpa de celulosa a 12 kilómetros al este de la ciudad de Fray Bentos. El 14 de febrero de 2005, por su parte, Botnia (del grupo finlandés Mesa Botnia) consiguió el mismo permiso. La única diferencia entre ambas autorizaciones fueron los volúmenes: mientras los españoles fabricarán 500 mil toneladas de pulpa, los finlandeses harán un millón; mientras los primeros invertirán 500 millones de dólares, los segundos llegarán con 1.000 millones; en M’bopicuá se emplearán 1.600 personas en la etapa máxima de construcción de las obras, en Botnia trabajarán 4.000; una vez en marcha, cada planta ocupará en forma permanente a 300 trabajadores.

La tecnología que adoptarán ambas plantas separa la celulosa de los otros componentes de la madera por un tratamiento llamado Kraft. Según la DINAMA (Dirección Nacional de Medio Ambiente del Uruguay) “el 80 por ciento de la pulpa de celulosa que producen los países centrales se obtiene por este proceso”. Después, la celulosa se lava y blanquea con dióxido de cloro, más conocido como EFC (en inglés sigla de Libre de Cloro Elemental). Existe otra, totalmente libre de cloro, que parecen preferir los ecologistas. Y otra –que nadie quiere y que usan algunas papeleras argentinas– que emplea cloro elemental, muy tóxico. Pero de esto último parece que en las esferas oficiales nadie quiere hablar.

¿Y POR CASA…? En nuestro país hay alrededor de una decena de plantas de papel. De las que funcionan, algunas contaminan. Un trabajo de Greenpeace y el Taller Ecologista de Rosario, a finales de la década del ’90, indicaba que los líquidos que vertía la planta de Celulosa Argentina en Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe, no podrían ser embotellados como agua potable. Desde el río Paraná –decían– se ven por lo menos cinco desagües. Los ecologistas analizaron los efluentes e identificaron dioxinas y furanos, despedidos por el uso de cloro elemental, que no se degradan fácilmente y que “provocan un alto espectro de efectos tóxicos sobre los ecosistemas acuáticos y la salud humana: depresión del sistema nervioso central, daños en los riñones e hígado, y cáncer”.

En Misiones, por su parte, hay enormes diferencias: Alto Paraná –según un informe de la Facultad de Ingeniería de Oberá– es moderna, y tiene una tecnología similar a las que se están instalando en Uruguay. En cambio, los residuos químicos sólidos y líquidos que arroja al Paraná la empresa Pasta Celulósica Piray son altamente peligrosos, y sus consecuencias son similares a las detectadas en Capitán Bermúdez. Huelga aclarar que también utiliza cloro elemental para blanquear la pasta de celulosa.

Un caso testigo puede ser el de Papel del Tucumán. La Cámara Federal de Apelaciones de esa provincia emitió un fallo al procesar a Jorge Velasco y Adrián Conde, mandatarios legales de esa empresa, como autores responsables por el delito de derramar residuos peligrosos en el arroyo Calimayo, que desemboca en el río Colorado. Entre otras pruebas, el fiscal Pedro Arturo Gómez valoró pericias de Gendarmería Nacional, donde se demostró que la contaminación existe desde 1978, cuando se instaló la planta en la ciudad de Lules.

EN LA OTRA ORILLA. Emilio Rodríguez es el Director General de Celulosas de M’bopicuá. Oriundo de León, España, tiene 61 años, 35 de ellos en ENCE. Hace cinco meses se instaló en Montevideo, y en sus oficinas –que aún huelen a pintura fresca– recibió a GENTE, y explicó cómo trabajan: “Nuestra estrategia empieza por lo comercial, porque producir es fácil, pero vender no. Nuestro mercado está en Europa, el más exigente en el tema de medio ambiente. El 90 por ciento de la producción va a nueve clientes de Alemania, Suiza, Italia, Inglaterra y Holanda. Y todos exigen que tengamos eco-etiquetas. Es decir: cuando ponen un producto en el mercado, va envuelto en papel con una etiqueta verde. Y nos hacen una auditoría ambiental. Con eso nos ganamos la comida y la cena.

–Pero cuando una compañía tan auditada en Europa desembarca en Latinoamérica, la sospecha es que el rigor no será el mismo.
–Nuestra celulosa no es para Zimbabwe, es para Europa. Y tendrá los mismos controles que allá, aunque la produzcamos en Uruguay. Porque nuestros clientes, por ejemplo los de Alemania, tienen un gobierno donde los ecologistas poseen mucho poder. Y los procesos que utilizamos son ampliamente aceptados allí. En esos países lo entienden. Es una discusión vieja, y no sé si algún país se puede permitir más lujos que Alemania en el tema de medio ambiente.
Claudio Vallejo (38) es el Director de Comunicación del Grupo ENCE de España. Sabe que una de las llagas donde meten el dedo los detractores es el antecedente de Pontevedra. Allí la empresa tuvo juicios en su contra. Y añade a las palabras de Rodríguez: “La fábrica de Pontevedra es de alta tecnología, valorada así por la propia organización Greenpeace. Allí no hay un problema de medio ambiente ni de contaminación, sino inmobiliario. Los vecinos no quieren trasladarla, y desde el ayuntamiento piden si pueden reubicarla cerca, porque quieren hacer barrios residenciales. Si una fábrica contamina, deben cerrarla.”

–¿Y qué efectos hubo en la ría de Pontevedra?
–Le confieso un secreto: uno de los mejores restaurantes de la ciudad está en la propia fábrica. Se comen los mejores mariscos, que se pescan en la ría que está junto a la fábrica.

–¿Ustedes piensan en nuestro país como una opción para invertir en el futuro?
–Se va a necesitar madera argentina, claro. Y también empresas auxiliares como talleres, apoyo, seguridad… No todas están en Fray Bentos, y una de las ciudades más desarrolladas de la zona es Gualeguaychú.

El intendente Lafluf coincide: “No tenga dudas que tendrá impacto en Gualeguaychú. La ciudad de Fray Bentos tiene 23 mil habitantes. Por ejemplo, se precisan cientos de soldadores en la construcción, y acá no los tenemos. Yo sé que tres empresas argentinas habían ganado contratos en las propias plantas. Esto es increíble. Ofrecimos todas las garantías, pero lo único que nos contestan es que vamos a contaminar, que vamos a matar… ¡Como si yo quisiera matar a mis hijos, que viven a seis kilómetros de las plantas!”

–Entonces, para usted este asunto es simplemente político …
–No quiero decir eso, porque sería provocar agravios, reacciones. Nosotros nos tragamos mucha amargura. Si yo saliera a enfervorizar a la gente, terminaríamos en algo peor. Y acá la gente está perdiendo la paciencia. Los gobernantes somos responsables de los cargos, y somos generadores de opinión pública.

Después de leer este informe, algo queda claro: el país está dejando pasar un barco grande, muy grande, que lleva trabajo y dinero a bordo. Y que anclará, por supuesto, sólo si lo dejan. Pero algunos, parece, se empeñan en echar a pique todas las oportunidades. Una pena.

Vistas aéreas de la obra de la planta que construye Celulosas de M’bopicua, del grupo español ENCE, el puerto que ya hizo la empresa, y de fondo, entre ambas orillas del río Uruguay, el puente Libertador General San Martín entre Fray Bentos (Uruguay) y Puerto Unzué (Entre Ríos).

Vistas aéreas de la obra de la planta que construye Celulosas de M’bopicua, del grupo español ENCE, el puerto que ya hizo la empresa, y de fondo, entre ambas orillas del río Uruguay, el puente Libertador General San Martín entre Fray Bentos (Uruguay) y Puerto Unzué (Entre Ríos).

El sitio elegido por la finlandesa Botnia para levantar su planta.

El sitio elegido por la finlandesa Botnia para levantar su planta.

La Asamblea de Gualeguaychú lidera el corte en el puente Libertador General San Martín, que une esa ciudad con Fray Bentos (Uruguay). Hace 15 días que los camiones no pasan. Allí empezó el primer piquete, que ahora se extendió a las ciudades entrerrianas de Colón y –en ocasiones– Concordia.

La Asamblea de Gualeguaychú lidera el corte en el puente Libertador General San Martín, que une esa ciudad con Fray Bentos (Uruguay). Hace 15 días que los camiones no pasan. Allí empezó el primer piquete, que ahora se extendió a las ciudades entrerrianas de Colón y –en ocasiones– Concordia.

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