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¿Quién está detrás de tanta violencia?

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Habían pasado apenas seis días del inicio del Torneo Clausura y, todavía frescas las irregularidades del Apertura 2006 –plagado de suspensiones, sospechas de “aprietes” a árbitros y peleas entre hinchas a lo largo y a lo ancho de todo el país–, la violencia en el fútbol ya volvía a dejar su marca y no sólo en su principal categoría: Un muerto tras un enfrentamiento entre barras de Godoy Cruz en Mendoza y una batalla insólita entre las hinchadas de Talleres de Remedios de Escalada y Los Andes que destrozó negocios y casas particulares en Lanús. Sin embargo, lo peor estaba todavía por suceder…

Desde diciembre de 2001, Alan Schlenker (30, socio 18.894/6) y Adrián Rousseau (30, socio 17.860/6) manejan a su antojo la barra brava de River. Casualidad o no, asumieron el mando poco tiempo después de que José María Aguilar se hiciera cargo de la presidencia del club de Núñez. Su grupo, en un principio conocido como La Barra del Yogur (porque, cultores de la vida sana, la mayoría de sus integrantes iban al mismo gimnasio en Monroe y Cabildo), rompió con el típico estereotipo de los “barra”. Durante cinco años acumularon tanto poder y dinero que hoy muchos socios y dirigentes de River se animan a decir de ellos: “Son los verdaderos dueños del club”.

Sin embargo, el domingo 11 de febrero, día en que River jugó su primer partido de local ante Lanús en el inicio del Clausura 2007, todo se desbarrancó. La entrañable amistad entre ambos líderes terminó de quebrarse, y en el quincho del club, Alan Schlenker y Adrián Rousseau iniciaron una pelea que tuvo todos los condimentos para convertirse en una tragedia. En el medio de las piñas, aparecieron los cuchillos y las armas de fuego. La batalla campal fue de tal magnitud que las familias que se encontraban pasando un día de sol en los alrededores, salieron despavoridas al escuchar disparos de bala.

¿El resultado? El estadio de River fue clausurado por cinco fechas, a raíz de un durísimo informe de la Secretaría de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos, comandada por Javier Castrilli. Y lo mismo su actividad social, a pedido de la fiscal María Laura Martínez Vega (a cargo del Juzgado Contravencional y de Faltas número 9), “hasta que el club demuestre que es un lugar seguro”. Es que para la Justicia, según los dichos del fiscal de Saavedra, José María Campagnoli, “no hay dudas de que los dirigentes de River tienen una estrecha relación con la barra brava”. Tal vez por esto, al cierre de esta edición Aguilar declaraba ante la Comisión de Análisis de la Violencia en el Fútbol del Congreso, a raíz de la denuncia del diputado porteño Pablo Failde, quien la había elevado ante la Fiscalía Contravencional y de Faltas número 11, donde acusa al presidente de River de “guardar elementos aptos para la violencia”.

LA HISTORIA DE LOS BORRACHOS DEL TABLON. En 1997, cuando Luis Pereyra (socio 125.755), Edgar Butassi (socio 120.042) y Ramón Barrios (que no era socio) fueron condenados en primera instancia por homicidio del hincha de Independiente Christian Rousoulis (11 de diciembre de 1996), la barra de River quedó dividida en dos grupos: uno, el conocido como Los de Constitución, con el Zapatero (a secas) y el Monito Saldivia como jefes. Y el otro, el de Los Patovicas, liderados por Alan y Adrián. Según cuenta un vocal de River que conoce muy bien la interna de la barra, “los actuales dirigentes vieron con buenos ojos que ellos se hicieran cargo de la hinchada. Aguilar conocía a Alan desde hacía mucho tiempo. Por eso no dudó en apoyarlo. Puso a Luis Pereyra (ex jefe de la barra, quien dio el visto bueno para que Alan y Adrián asumieran) a manejar el fútbol amateur, y le dio al nuevo grupo veinte puestos de trabajo en el club. Además, los barras hicieron una lista con 300 socios a los que River les paga la cuota todos los meses. Después les armaron un gimnasio con los mejores aparatos de Sudamérica, y se lo dieron para que lo manejaran. A cambio, los barras ‘limpiaron’ la Popular de pungas y colaboraron de manera activa para que el presidente Aguilar ganara la reelección”.

¿Pero quiénes son los hombres que el domingo hicieron temblar el Monumental? Tanto Alan como Adrián son socios desde muy chicos y vienen de familias de buena posición económica. Schlenker es piloto Comercial de Primera Clase, estudió en la Escuela Técnica de Aviación Profesional (ETAP) y trabaja como administrador en la empresa Mieles del Sur, propiedad de la familia. Según sus propias palabras, se define como “productor agropecuario y apícola” y fijó domicilio legal en Ayacucho 560, Jovita, provincia de Córdoba. Ahí es donde se encuentra el campo familiar, poblado de colmenas, que con el tiempo convirtió a sus responsables en los máximos exportadores de miel del país. Rousseau en cambio, aunque no tiene tanto dinero, jamás padeció problemas económicos. Su papá vive en Laferrère y trabaja en la Legislatura porteña, mientras que la mamá reside en el barrio de Belgrano. Adrián tiene su departamento en Las Cañitas, sobre la calle Migueletes, y hace unos meses vendió su moto Ninja y se compró un Peugeot 206 negro. Además, cobra un sueldo mensual de 1.200 pesos como empleado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el sector de Alumbrado Público, la misma dependencia donde trabaja Rafael Di Zeo, el jefe de la barra de Boca. Aparte, durante muchos años fue encargado de seguridad de boliches de la Costanera. Su metro noventa impresiona tanto como su habilidad en taekwondo: es tercer dan, tres categorías arriba de cinturón negro.

CRONICA DE UNA RUPTURA. A lo largo de estos años, Alan y Adrián se hicieron muy amigos. Viajaron al Mundial de Alemania, y junto a sus novias, solían irse de vacaciones a Punta del Este y Mar del Plata. Pero el 29 de octubre de 2006, día que River jugó contra Independiente en la cancha de Racing, la cosa se quebró. El COPROSEDE (Comité Provincial de Seguridad Deportiva), dirigido por Mario Gallina, aplicó el derecho de admisión y prohibió la entrada a los popes de la barra. Adrián se camufló e ingresó a la popular. Pero Alan eligió otro camino. Llegó al lugar en compañía de su abogado, Sebastián Rodríguez, y una escribana, la doctora Migone, quien elaboró un acta por “discriminación”. Esa tarde, Alan apareció en todos los medios y privó a los líderes de la barra del anonimato del que gozaban hasta entonces. “Alan se equivocó. Le gustó la camarita, salió a hablar y nos terminó cag… a todos. Los medios empezaron a sacar notas y muchos nos tuvimos que borrar. Tanto criticaba a Rafita (por Di Zeo), y al final demostró que es igual de mediático. Le dio notas a Niembro, a varias radios partidarias, todas cosas que para nosotros estaban prohibidas”, le dice a GENTE Christian (el apellido prefiere mantenerlo en reserva) uno de los “terceras líneas” de la hinchada que ahora, luego del reciente escándalo, decidió hablar.

Los ex amigos no volvieron a estar juntos. En enero, cuando River disputaba el Torneo de Mar del Plata, mientras Alan tomaba sol en La Caseta junto a su novia (Solange, 25 años y flamante abogada), Adrián se mostraba en el Balneario 12 con su campera gris del Barcelona, un regalo que le hizo Maxi López. El enfrentamiento era inminente.

DOMINGO SANGRIENTO. El domingo 11, como cada vez que River es local, Adrián y unos 70 barras se reunieron en el quincho del club a comer el clásico asado. Cerca de las dos y media de la tarde Alan, su hermano William (26, hoy su principal ladero) y un grupo de 15 personas llegaron hasta el lugar. Ahí se produjo la discusión entre los jefes de la hinchada.

–¡Hijo de puta! ¡Te quedaste con 60 lucas que son de los ‘pibes’! –lo increpó Alan a Adrián.
–¡Ya te dije por teléfono…! ¡Me robaron cuando salía del banco! –fue la respuesta de Rousseau.
Según cuenta Christian “estos 60 mil dólares eran plata de distintas cosas. Parte de lo que cobraron por el pase de Gonzalo Higuaín al Real Madrid y de lo que había sobrado de los 120 pasajes de avión que sacaron para ir a Chile a ver el partido contra el Colo Colo”. Como nadie se atreve a pelear con Adrián, Martín Gonzalo Acro (más conocido como Gonzalo, mano derecha de Rousseau) se trenzó a golpes con su hermano William: “Gonzalo le destrozó la cara a William a trompadas. Entonces los que vinieron con Alan sacaron facas, ‘pintaron’ los cuchillos de los dos lados y todo se desbandó. Uno de los ‘pibes’ –no te voy a dar el nombre porque no soy buche– fue hasta su locker que tiene en la pileta, sacó un fierro, disparó al piso y de rebote la ligó el Gordo Neurona (Alexis Alan Decoste). En una de ésas apareció Luis Mazula (encargado de fútbol amateur, al que muchos señalan como el nexo entre Aguilar y los barras) con tres ratis, y lo sacaron cag… A los heridos los atendieron en la enfermería del club. Y al otro día, antes de que vinieran los fiscales, metimos una Trafic y nos llevamos los trapos, los bombos y todo lo que teníamos”, asegura el tercera línea de la barra, Christian.

LA VUELTA DEL PRESIDENTE. El domingo a la noche, José María Aguilar volvió de Punta del Este, donde se encontraba desde hacía más de una semana. Y el lunes por la tarde, luego de infinidad de reuniones, atendió su celular y le dijo a GENTE: “Estamos actuando de acuerdo a lo que me pide la Justicia. Hoy me junté con el abogado y el gerente general del club, y decidimos expulsar a Adrián Rousseau, Alan y William Schlenker, Martín Gonzalo Acro, Cristian Ariel Ghisletti y Alexis Alan Decoste, quienes son, según nos informa el Poder Judicial, las personas involucradas con los hechos del domingo. Igual siento que con esto no basta. Hay un reclamo de la opinión pública para que me imputen un delito y seguramente me lo imputarán. Lo que sí te puedo decir es que después de esto, yo me voy a tener que ir…, pero no del club, sino de mi casa. Esto también es parte de nuestra cultura, del juego hipócrita en el que estamos todos involucrados. Por eso siento que en esta decisión nos encontramos solos. Igual no pienso renunciar. Nunca se me pasó por la cabeza”.

Javier Castrilli no piensa lo mismo: “Existen elementos para demostrar que estos dirigentes conviven con los barras. Por los elementos encontrados y analizados, podemos determinar que estos hombres están financiados y son empleados del club”.

Otro hombre ligado a River que se mostró preocupado fue el ex ministro de Seguridad y actual diputado, Juan José Alvarez, que pide una solución inmediata y propone la formación de un cuerpo especial de Seguridad: “En River todos conocen a los barras y, sin embargo, no se hizo nada para erradicarlos. Aguilar dice que el Monumental es un estadio muy seguro, No obstante, el domingo hubo un tiroteo en el quincho. Esto significa que acá muchos son cómplices”.

Sin dudas, Aguilar no pasa por su mejor momento. Porque además de que el club se tiñó de violencia, en el 2006 el presidente fue acusado por la oposición y algunos dirigentes del oficialismo de haber endeudado a River hasta límites inéditos –incluso poniéndolo al borde de la quiebra–, de manejar la institución a su antojo y de haber desmantelado los equipos de básquet y voley. Un panorama muy distinto al de su eterno rival, Boca Juniors, donde las cuentas están prácticamente al día. Sin contar, porque el tema es otro, que en el plano puramente deportivo ya pasaron casi tres años del último título nacional obtenido por River, y una década de su último logro internacional.

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Seis días después del tiroteo, River volvió a jugar. Esta vez ante Newell’s en Rosario. Y si bien la barra brava no tuvo nada que ver en la suspensión del partido, en la popular visitante se vivió un clima tenso. Según el propio Christian, que viajó a Rosario, “lo que pasó en el quincho es una pavada, pensando en lo que se viene”. Porque según sus propias palabras, ni Schlenker, ni Rousseau piensan entregar el mando: “En Rosario estuvieron Alan, Kevin (también a secas, otro de sus hombres de confianza) y William. Pero Adrián, que es el que tiene todos los trapos, decidió quedarse en Buenos Aires. El tema será cuando River vuelva a jugar de local. Ese día, te aseguro, más de uno va a terminar en el cementerio”.

Los Borrachos del Tablón en plena batalla con la policía paraguaya. Fuera del país les tienen tanto miedo, que esta semana el jefe de la barra del Colo Colo vino a Buenos Aires para firmar “un pacto de paz”, antes del partido por la Libertadores.

Los Borrachos del Tablón en plena batalla con la policía paraguaya. Fuera del país les tienen tanto miedo, que esta semana el jefe de la barra del Colo Colo vino a Buenos Aires para firmar “un pacto de paz”, antes del partido por la Libertadores.

 Alan Schlenker, en La Caseta, el día que River y Boca se enfrentaron en Mar del Plata.  Su exposición mediática lo enfrentó con los otros líderes de la hinchada.

Alan Schlenker, en La Caseta, el día que River y Boca se enfrentaron en Mar del Plata. Su exposición mediática lo enfrentó con los otros líderes de la hinchada.

 El lunes 19, el presidente de River expulsó a los seis barras que según la Justicia “estuvieron involucrados en los incidentes del quincho”. Se sospecha que los barras viajaron al Mundial de Alemania con dinero que salió  de la tesorería  del club de Núñez.

El lunes 19, el presidente de River expulsó a los seis barras que según la Justicia “estuvieron involucrados en los incidentes del quincho”. Se sospecha que los barras viajaron al Mundial de Alemania con dinero que salió de la tesorería del club de Núñez.

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