Sus amigos más íntimos aseguran que la última no fue una
de sus mejores semanas. Los días previos a la asunción de Kirchner
le trajeron a la memoria sus recuerdos más tristes. Esos que intenta, pero
que difícilmente pueda olvidar: “Cada vez que encendía el televisor
veía las peores imágenes de su gestión. Por eso, aquellos
que lo queremos, le recomendamos que se aísle y que en lo posible no mire
nada para que no se siga deprimiendo”, declaró uno de sus antiguos
colaboradores en el gobierno, vecino de Pilar y que lo ve casi a diario. Claro
que este no fue el único mal trago que debió soportar De la Rúa
en los últimos días. Los insultos que recibió el día
que fue a emitir su voto también le dejaron un profundo dolor: “Fue
uno de sus primeros contactos masivos con la gente desde que dejó el poder.
Y en carne propia vio cómo lo insultaron aquellas personas que hace tres
años lo llevaron a la Casa Rosada”.
Por eso, aunque había sido invitado al traspaso del poder, De la Rúa
prefirió permanecer en la tranquilidad de su chacra de Villa Rosa. Y a
pesar de que el domingo amaneció muy frío, se atrevió a caminar
por los jardines y hasta descansar bajo los árboles en una reposera. Cerca
del mediodía compartió un asado en el quincho con un matrimonio
amigo, su esposa, Inés, su hijo Aíto y su futura nuera Gabriela
Vaca Guzmán.
A las 14.54, cuando Kirchner juraba ante la Asamblea Legislativa, De la Rúa
estaba en una larga sobremesa cerca de la pileta. En esos minutos –ironía
del destino–, un helicóptero sobrevoló las quince hectáreas
de su chacra. Entonces, el ex presidente miró al cielo y, tal vez, aquellos
recuerdos que hoy quiere desterrar, volvieron a instalarse en su memoria.
por Sergio Oviedo
fotos: Julio Ruiz
El domingo 25, De la Rúa desafió al frío y hasta se atrevió a descansar en una reposera. Compartió un asado con Inés, su hijo Aíto y su futura nuera Gabriela Vaca Guzmán.
