Los patacones y su escasa aceptación fuera de los límites de la provincia de Buenos Aires, el temor a subir a un avión luego de los atentados del 11 de
septiembre último en Nueva York, y la baja cotización del peso en el exterior (aún en el ocaso de la convertibilidad), hacían prever una excelente temporada para la ciudad de Mar del Plata. Los comerciantes locales se comprometieron entonces a no subir los precios de sus servicios y esperaron ansiosos el aluvión de turistas. Y los productores del
showbizz invirtieron en traer a importantes celebrities criollas para sus espectáculos. Se sucedieron luego los cacerolazos, la inminente renuncia de De la Rúa, y los cinco presidentes en diez días. Finalmente, el corralito y la pesificación terminaron con los proyectos de la mayoría de los argentinos. Sin embargo, nada pudo arruinar del todo sus vacaciones.
CURVA ASCENDENTE. La temporada comenzó tarde este 2002. El gráfico de turistas estables (aquellos que pasaron al menos cinco días en la ciudad) durante el mes de enero -según informa el Ente Municipal de Turismo local- está ilustrado por una curva ascendente: Comienza con un promedio de 65 mil turistas durante la primera semana y supera las 350 mil visitas el último fin de semana del mes. El trazado nada tiene que ver con el de años anteriores, donde el pico se producía a mediados de mes para luego decrecer paulatinamente. Como es costumbre en la ciudad, las autoridades de Mar de Plata recibieron ya a su turista número un millón.
LA MOVIDA NOCTURNA. Luego del desconcierto inicial, los marplatenses hoy respiran aliviados. Es cierto, la recaudación no es óptima pero ya superó todas las proyecciones realizadas a comienzos del año. Por las noches, la calle Alem desborda de jóvenes. Los comercios que apostaron a la calidad en sus servicios tuvieron eco entre los turistas. Restaurantes de nivel como
Viento en popa, El Anticuario o Moorea trabajan a salón lleno. El público de
La Princesa invade la vereda y muchas noches también la calle. Entre las discos, el
News Playa Grande -un clásico porteño que desembarcó este año en la costa- debutó con gloria.
Sobremonte y el Divino Beach también revalidaron en boleterías su convocatoria de todos los años. La misma suerte corrió el
GAP-News, de Constitución.
VACACIONES GASOLERAS. Durante el mes de enero, el gasto promedio por día y por persona alcanzó los 28,76 pesos. La cifra incluye erogaciones por transportación, alojamiento, comidas, alquiler de sombra y recreación. Las interminables colas frente a los restaurantes de tipo
"tenedor libre" (cinco pesos per cápita, en su mayoría) son ya parte del paisaje marplatense. Sin embargo, en las playas del sur reside hoy una nueva clase de turistas con mayor poder adquisitivo: son aquellos que solían veranear en Punta del Este y la crisis económica los obligó a
"descubrir" esta ciudad.
CUESTION DE CARTEL. Los amantes del teatro no pudieron multiplicarse por distintas salas y se vieron obligados a elegir una sola obra. Las marquesinas del espectáculo perdieron brillo: acaso como ejemplo, la obra Extraña pareja femenina adelantó un mes su última función.
Sólo Cantando bajo la deuda, Made in Lanús y Reíte Paí$ soportaron estoicos los avatares de la actualidad nacional. Pero el clásico cartel que reza
"No hay más localidades" fue de uso exclusivo de la dupla Artaza-Cherutti, quienes además se vieron obligados a sumar tres funciones los días lunes, habitualmente considerado
"día de descanso". Pese a no aumentar el precio de sus entradas, Nito Artaza proyecta para esta temporada una recaudación en pesos mayor que la del verano 2001.
"Sin embargo, pesificada la economía, estoy seguro de que no voy a recuperar la inversión que hice hace tiempo y en dólares", insiste el capocómico y productor.
TAMBIEN SE ACEPTAN PESOS. Durante los últimos días de diciembre, los comerciantes marplatenses se mostraban reacios a aceptar otra moneda que no fuesen pesos o patacones serie A. Ni siquiera Covisur, la concesionaria de la ruta 2, recibía patacones serie B. De bonos Lecop, ni hablar. El caso más notorio fue el del actor Hugo Arana, quien llegó hasta Mar del Plata sin pagar peaje, ya que no tenía efectivo encima y en ninguna de las cabinas de la ruta 2 le aceptaron su tarjeta de débito. Hoy, la diversidad en la procedencia de turistas y la real necesidad obligaron a la mayoría de los negocios locales a aceptar gran parte de las diecisiete monedas circulantes en el país.
En este atípico 2002, el 45 por ciento de los argentinos que eligieron veranear aquí son porteños. Del resto, el 33 por ciento proviene del Gran Buenos Aires, el 14 de la provincia de Buenos Aires, el 7 de otras provincias, y el 1 por ciento restante de otro país. Por historia y por sus servicios de primera calidad, hoy Mar del Plata está a full como ningún otro centro turístico de la Argentina. Y Feliz, como siempre.
Punta Mogotes, retrato de un verano caliente. A mediados de enero, el panorama cambió por completo: sombrillas y carpas se agotaron en un fin de semana.
Los días en Mardel comienzan a todo ritmo. El News Playa Grande, un clásico porteño que desembarcó este año en la costa argentina, inauguró con gloria. Sobremonte y el Divino Beach también revalidaron en boleterías su convocatoria de todos los años. La misma suerte corrió la disco GAP-News, de Constitución. Sus habitués, que en su mayoría llegaron a fines de enero, no los abandonaron hasta la salida del sol.
