¿Pasión, venganza o crimen por encargo? – GENTE Online
 

¿Pasión, venganza o crimen por encargo?

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Una bala calibre 32 pesa 6,35 gramos. Una simple cuenta de multiplicar indica, entonces, que María Marta García Belsunce (50) murió por una carga de 331,75 gramos -cinco disparos a quemarropa, o casi- en su cerebro. La ausencia de orificios de salida
, según los especialistas, "habitual en balas de ese calibre que penetran en una cabeza humana", no parece excusa suficiente para que nadie (marido y hermanos de la muerta, médicos que acudieron al lugar, médico que firmó el certificado de defunción, empleados de la funeraria, gente que fue al velatorio) haya advertido la sideral diferencia entre un accidente -"resbaló en la bañera y su cabeza golpeó contra una canilla", se dijo- y un asesinato. Aun así, cualquier muerte, aunque su carácter accidental parezca evidente, deja abierta una franja de sospecha, obliga a una denuncia policial y, según el caso, a la autopsia, y prohíbe estrictamente la modificación del escenario. Además, es verdad irrefutable que, ante una muerte que deje la más mínima sombra de duda, la investigación debe ser hecha sin pérdida de tiempo, ya que éste es el mejor aliado de la impunidad: el escenario se destruye, las huellas se borran, y el cadáver deja de hablar (así dicen los forenses: hablar) con signos rotundos. 
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Por eso, los 45 días transcurridos entre las seis y cuarto de la tarde del domingo 27 de octubre, hora en que María Marta entró a su casa del
Carmel Country Club de Pilar, y la mañana del martes 11 de diciembre, cuando las radios y los canales confirmaron que la hipótesis accidente doméstico quedó brutalmente borrada por la palabra "asesinato", son hoy el mayor escollo con el que tropiezan los investigadores. Por ahora, y descartado el móvil robo (nada faltaba en la casa: ni siquiera la cadena de oro, los aros y el reloj que María Marta llevaba puestos), la lupa apunta a los blancos crimen pasional o venganza (¿crimen por encargo?). 

LAS CARTAS SOBRE LA MESA.
Hasta hoy, los únicos datos irrefutables pertenecen a la mera crónica. Domingo 27 de octubre, seis de la tarde: María Marta abandona la casa de su hermana Irene, a trescientos metros de la suya y también dentro del Carmel, anuncia que quiere ducharse antes de recibir a Beatriz, su masajista -tenía turno a las siete-, monta en su bicicleta y se aleja bajo la lluvia. Domingo 27 de octubre, seis y cuarenta y cinco de la tarde: después de ver Boca-River y parte del primer tiempo Independiente-Rosario Central en la casa de su cuñada Irene y junto a otras tres parejas, Carlos Carrascosa (57), el marido de María Marta, llega a su chalet y encuentra a un vigilador de la empresa Cazadores -encargada de la seguridad- golpeando la puerta. "Estoy llamando a la señora para que autorice a entrar a la masajista, pero no me contesta. Antes toqué el timbre, pero parece que tampoco lo oyó…", le dice el hombre. Carlos abre, entra, sube a la planta alta y encuentra a María Marta vestida con
la misma ropa deportiva que usó desde la mañana, de rodillas en el piso, con la cabeza hundida en la bañera a medio llenar, el agua teñida de un inconfundible rojo, y manchas de sangre en los azulejos y en el borde del bidet. Está muerta.

por Alfredo Serra y Alejandro Sangenis
informes: Pilar Carioggia y Cynthia De Simone
fotos: Maximiliano Vernazza, Leandro Montini, Matías Campaya y gentileza de El Diario Regional, de Pilar

Esta foto de María Marta García Belsunce de Carrascosa con una oración de San Agustín es uno de los más queridos recuerdos de la familia. Hoy su padre la mantiene apoyada sobre el piano de la casa.

Esta foto de María Marta García Belsunce de Carrascosa con una oración de San Agustín es uno de los más queridos recuerdos de la familia. Hoy su padre la mantiene apoyada sobre el piano de la casa.

Su hermano Horacio, periodista y abogado, rompe en llanto durante la entrevista que le concedió a GENTE. Negó que él y su familia tuvieran algo que ver con el crimen, y juró no descansar hasta que aparezca el asesino de mi hermana".">

Su hermano Horacio, periodista y abogado, rompe en llanto durante la entrevista que le concedió a GENTE. Negó que él y su familia tuvieran algo que ver con el crimen, y juró "no descansar hasta que aparezca el asesino de mi hermana".

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