Para ellos, el futuro se ve mejor – GENTE Online
 

Para ellos, el futuro se ve mejor

Delante de los ojos, pura niebla. Son tucumanos, ninguno tiene más de doce años y no ven más que una difusa mancha de lamparones oscuros que los hunde en la oscuridad y les roba la mirada. Los 95 chicos de la escuela Juan Luis Nogués (95 pares de ojitos negros con problemas que van desde el estrabismo
hasta la pérdida de visón acelerada), sin embargo, sonríen. Ya no se van a pasar de mano en mano el único par de anteojos que daba vueltas por las aulas y que les permitía copiar las tareas del pizarrón. Ya no van a hundir las cabecitas en los cuadernos ni a pegar las narices sobre el papel para poder leer. Ya no. Ahora, después de que la Fundación Zaldívar decidiera ayudarlos, van a tener lentes, cada uno el suyo; van a ser operados, los que lo necesiten, y van a ver. Sin niebla, sin sombras. Ahora todo será pura luz.

La historia de esta historia se cuenta así: Mónica Sivilia, una abogada que vive en Buenos Aires, leía cómodamente en la peluquería el ejemplar de GENTE donde Barbarita Flores, la niña tucumana que lloró de hambre y se transformó en rostro y emblema de la desnutrición infantil en la Argentina, contaba su drama. Mónica cerró el ejemplar con lágrimas en los ojos y una promesa en el alma: ir a Tucumán. "No sabía bien a qué, pero algo tenía que
hace
r", confiesa hoy. En la escuela de Barbarita, Juan Luis Nogués, Sivilia encontró toda clase de deficiencias. Entre muchas otras, una gran cantidad de chicos tenían serios problemas de disminución visual. Fue entonces cuando decidió enviar un mail a la Fundación Zaldívar de Mendoza, dirigida por el doctor Roberto Zaldívar, quizás el oftalmólogo más prestigioso de la Argentina. "Existen numerosos niños con problemas de visión, que desde el Jardín de Infantes los docentes perciben, pero no pueden remediar por falta absoluta de medios para comprarles anteojos. Un caso concreto es el de Ariel Way, que casi se pega al cuaderno para leer y con sus 7 años debe soportar la irremplazable necesidad de ver con desesperanza, ya que sus padres no pueden comprarle los anteojos. Es más: ni siquiera tienen para pagar la luz. En ese mismo estado están sus dos hermanos", decía textualmente el correo electrónico. No todos lo sabían, pero con ese primer mensaje el operativo se había puesto en marcha. En las oficin
as de la Fundación, la consternación fue un ramalazo en el corazón de todos. "No podíamos dejar a estos niños condenados a la oscuridad, así que empezamos a ver cómo podíamos ayudar. Fue así como logramos que la Secretaría de Turismo nos donara los pasajes y nos consiguiera el hospedaje. Y después de 40 mails recién nos conocimos", cuenta entusiasmada Déborah Herrero, directora de fondos de la Fundación.

La tarea no era sencilla: revisar y diagnosticar una población escolar de 1.800 chicos en la escuela de Barbarita, y otros 1.200 en la localidad de Villa Quinteros. Para hacer ese trabajo se hubiesen necesitado meses enteros, así que la decisión fue tajante: capacitar a los docentes para que pudieran llevar adelante la tarea. Sobre 300 chicos, había 95 que necesitaban anteojos y cirugía de estrabismo. "No fue fácil conseguir el dinero para poder culminar con la puesta de los anteojos
-rememora Mónica-. La colaboración del dueño de una óptica de Tucumán, Francisco Pineda, fue fundamental para poder terminar exitosamente el operativo. Gracias a él, pudimos comprar a precio de fábrica los cristales y los armazones".

"Estoy muy agradecido a la Fundación Zaldívar, que hoy llega para poner nitidez en muchos chicos y eso, como docente, jamás se.....". Miguel Galván, director de la escuela, no puede continuar. Se quiebra en un llanto cerrado que le sube del alma y le estalla en los ojos húmedos. Cerca de él, los padres de Nelson Chazampi están todavía conmocionados: "Usted no sabe lo importante que fue para nosotros que Nelson pudiera cambiar sus anteojos. Le compramos los primeros y únicos cuando tenía 5 años, pero a medida que pasó el tiempo su problema visual se fue agudizando y los que tenía pronto le dejaron de servir. Nunca más se los pudimos renovar… Ahora, gracias a la Fundación Zaldívar, Nelson ha podido ver con claridad". Verónica Gómez tiene 12 años, va a quinto grado y sus palabras consuman el sentido de todo este esfuerzo: "Es hermoso poder ver bien. La verdad es que nunca había pensado que los anteojos te hacían ver de esta manera". 

Hubo, porque merecía que hubiera, una ceremonia con pompa y celebración en la que se entregó cada par de anteojos a cada chico. Fue un fiesta simultánea. En Tucumán, Mónica Sivilia y Déborah Herrero les colocaron los lentes a los chicos. A mil kilómetros de allí, en Mendoza, y conectados por videoconferencia, Roberto Zaldívar y su equipo profesional, junto con Daniel Scioli, secretario de Turismo de la Nación, celebraban un acontecimiento ejemplar. Ahora, delante de los ojos, a pura luz.

por Carlos Quiroga
fotos: Julio Carrizo
(Para colaborar con la Fundación Zaldívar: (0261) 4419991 o al correo electrónico [email protected])

Los chicos de la escuela Juan Luis Nogués, la misma a la que asiste Barbarita Flores, la niña tucumana que conmovió al país con su llanto de hambre y desesperación, reciben lentes nuevos y empiezan a ver la vida de otra manera.

Los chicos de la escuela Juan Luis Nogués, la misma a la que asiste Barbarita Flores, la niña tucumana que conmovió al país con su llanto de hambre y desesperación, reciben lentes nuevos y empiezan a ver la vida de otra manera.

Mónica Sivilia, una abogada porteña que motorizó la ayuda, coloca un par de anteojos a una chiquita de la escuela Juan Luis Nogués.

Mónica Sivilia, una abogada porteña que motorizó la ayuda, coloca un par de anteojos a una chiquita de la escuela Juan Luis Nogués.

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