Para 122 familias, ellas son la única esperanza – GENTE Online
 

Para 122 familias, ellas son la única esperanza

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"Me voy a hacer un trámite y enseguida vuelvo", había prometido. Pero esa
tarde José Luis (17) no regresó. Tampoco al otro día. Ni al siguiente.
Preguntaron a sus amigos, lo buscaron en hospitales y comisarías. Y nada, nadie
sabía nada: simplemente, había desaparecido… Corría el año 1998 y la historia de
José Luis se convertía en el primer caso de Missing Children Argentina. Susan
Murray (48), hoy su presidente y primera voluntaria, empapeló la provincia de
Buenos Aires y la Capital Federal con su rostro. Así, dos meses más tarde lo
encontraron. Fue, a la vez, el caso resuelto número 1, la primera batalla
ganada.

De José Luis al día de hoy, Missing Children Argentina recibió 1.092 denuncias
de chicos desaparecidos. 970 fueron encontrados: 952 con vida, 18 muertos. Pero
la tarea no termina aún: todavía quedan 122 menores por hallar. "Y este es un
trabajo sin fin. Nuestras cifras indican que cada dos días, un chico desaparece
en la Argentina"
, asegura Murray.

Lidia Grichener (56) se incorporó a Missing hace apenas un año. Sin embargo, su
apoyo fue fundamental: debió reemplazar a María Marta García Belsunce (véase
recuadro), una de las primeras voluntarias que tuvo la asociación, cuando
apareció misteriosamente asesinada. "Susan estaba destrozada y la nuestra es una
tarea que no te permite bajar los brazos en ningún momento.Debíamos seguir de
pie y sin María Marta, a quien todavía hoy consideramos irremplazable".

Esta fundación, que nació de la mano de Juan Carr (el creador de Red Solidaria)
como una necesidad civil, tomó personería jurídica en el año 2000. "A partir de
entonces, pudimos luchar desde otro lugar
-cuenta Susan-. Y uno de los grandes
logros lo conseguimos hace apenas cuatro meses, cuando el presidente Kirchner
firmó la reglamentación para que se pusiera en marcha la creación del Registro
Unico de Menores Perdidos. Esa Ley, la 25746, obligará a que comisarías y
juzgados crucen todo tipo de datos. Porque lo más desesperante era la falta de
comunicación en la información. Nos pasó que mientras la madre buscaba a su hijo
a través de un juzgado, en otro juzgado tenían al menor buscando a su madre.
Conclusión: por no poner un sistema de sofware que unifique estas historias,
familias y chicos pasaban meses desencontrados".

-¿Les pasa de tener que buscar a los padres, en vez de a los hijos?
Susan:
-Sí. Esos casos se están dando bastante seguido. Nuestra misión consiste
en que los menores se reencuentren con sus familias, más allá de quién es el que
esté en búsqueda.
Lidia: -Hoy tenemos un caso muy especial, el de Norma, una nena de 15 años que
sufre una discapacidad mental y tiene que ser operada en enero del corazón.
Llevamos meses buscando a su familia.

-¿Recuerdan algún caso que las haya hecho emocionar hasta las lágrimas?
Lidia:
-(Ríe). Ultimamente nos la pasamos llorando… El que a mí me movió mucho
fue el de Angelito. Angel era un nene discapacitado, de 14 años, que solo sabía
decir su nombre y se había perdido en la puerta del Hospital Vicente López.
Nueve meses lo estuvimos buscando. La mamá me llamaba todos los días para saber
si tenía alguna novedad. Hicimos alrededor de 200 llamados, enviamos su foto a
todos los medios, chequeamos en hospitales, institutos de menores, juzgados y
nada, ni una sola pista de él. Hasta que un día me llamaron de un hogar para
decirme que tenían un chico desde hacía tres meses y creían que era el que yo
estaba buscando. Me lo pusieron en la línea y escucho una voz que me dice:
"Angelito, Angelito…". ¡Era él!
Susan: -Mi primera lágrima fue con un caso al mejor estilo Romeo y Julieta. La
chiquita, de 14 años, tenía muchos problemas en la casa y había decidido
escaparse. Su novio, de 13, que no tenía ningún problema, para no dejarla sola
se escapó con ella. Esta parejita se había ido de Capital y los encontramos en
Mendoza a los cuatro meses. Cuando regresaron a sus casas, el chico me llamó
para decirme: "Me fui porque no podía dejar a mi novia sola, pero te quiero dar
las gracias por haber acompañado a mi mamá. Yo no la quería preocupar, pero
tampoco le podía decir la verdad. Gracias, Susan, por haber apoyada a mi
vieja…".
También, corté y me lloré la vida.

-¿Qué pasa cuando una historia termina mal?
Susan:
-Gracias a Dios, son las menos. Pero las pocas veces que termina mal una
historia quedamos un día entero tiradas en la cama. Quedás mal, muy bajoneada,
hasta que aparece algún nuevo caso que te da las fuerzas para seguir… Recuerdo
la historia de María Victoria, una nena de 13 años que vivía en San Francisco,
Córdoba, y nunca regresó del colegio. A esta chiquita la encontraron violada y
asesinada por la pareja de su madre.
Lidia: -La otra vez también tuvimos el caso de un chiquito, Lucas, de 15 años,
que estuvimos cuatro días buscándolo con afiches, todo… De repente, llamo a la
casa y me dicen que los padres no estaban: se habían ido a la morgue porque
habían encontrado al chiquito atropellado por un tren.

-¿Ofrecen asistencia psicológica para los familiares?

Susan: -No contamos con eso todavía. En los casos muy especiales, tenemos una
psicóloga que trabaja ad honorem. Pero como no tenemos subsidios ni nadie que
nos financie, nos resulta muy difícil ofrecer ese tipo de ayuda. Hoy, en Capital
Federal, somos cuatro mujeres las voluntarias de Missing. Y en los últimos meses
se nos sumaron tres en Bahía Blanca, otras tres en Bariloche y es muy probable
que tengamos una persona más en Mar del Plata. Nuestra infraestructura es
mínima: trabajamos en esta oficina que muy gentilmente nos prestan en esta
cancha de fútbol, contamos con una computadora que también usa la Red Solidaria
de Juan Carr y tenemos una línea fija de teléfono que transferimos a nuestros
celulares cuando no estamos.

-¿Los pálpitos existen?

Lidia: -Existen, sí. Y sobre esas sospechas trabajamos mucho, aunque no debemos
descartar ninguna posibilidad. También nosotras tenemos pálpitos. El mes pasado, Susan casi me mata porque cuando hicimos la movida con los familiares de los
chiquitos en la cancha de River, le comenté a Giselle, una mamá que llevaba tres
años buscando a su hija: "Vas a ver que después de ésta, Cami aparece".
Susan: -¡Imaginate lo que no le dije! Tenemos prohibido crear falsas
expectativas en las familias.
Lidia: -Es verdad, debemos ser muy prudentes. Pero esa vez fue más fuerte que
yo…
Susan: -Esa misma noche recibimos el llamado y recuperamos a Cami. La tenía el
papá encerrada con llave en el cuarto de un hotel.

-¿Cómo actúan si la familia sospecha que el menor puede estar en el extranjero,
fuera del país?
Susan:
-Es una de las primeras preguntas que hacemos. Y, si sospechamos que el
menor pudo haber sido sacado del país hay que actuar de urgencia y darle
intervención inmediata a Cancillería porque ellos trabajan directamente con Interpol. Tenemos cerca de 30 casos de chicos que aparecieron en el extranjero.

-¿Siguen los casos una vez cerrados o quedan ligados de alguna manera a ellos?
Susan:
-No. Nuestro trabajo termina cuando aparece el chico. Si nos quedáramos
involucradas en cada una de las historias, no podríamos seguir con el resto de
las búsquedas.
Lidia: -Y no te olvides que todavía nos quedan 122 chicos por encontrar.

Si usted vio a alguno de los que aparecen en la nota, contáctese con Missing
Children Argentina al 011-4797-9006. Por mail: [email protected]. O por
Internet a: www.missingchildren.org.ar

Susan Murray (48) y Lidia Grichener (56), las responsables de Missing. Detrás de ellas, la misión: encontrar a los  chicos desaparecidos que les quitan el sueño a familiares y amigos.

Susan Murray (48) y Lidia Grichener (56), las responsables de Missing. Detrás de ellas, la misión: encontrar a los chicos desaparecidos que les quitan el sueño a familiares y amigos.

Lidia y Susan en acción: ellas trabajan en la misma oficina que ocupa Red Solidaria, liderada por Juan Carr. Sin subsidio alguno, en un cuarto donado por las canchas Vicente López Fútbol ubicadas en Roca 507, hoy funciona el centro de cómputos y búsqueda de Missing.

Lidia y Susan en acción: ellas trabajan en la misma oficina que ocupa Red Solidaria, liderada por Juan Carr. Sin subsidio alguno, en un cuarto donado por las canchas Vicente López Fútbol ubicadas en Roca 507, hoy funciona el centro de cómputos y búsqueda de Missing.

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