«Nuestra luna de miel durará un mes» – GENTE Online
 

"Nuestra luna de miel durará un mes"

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Todos -parientes, amigos, la prensa y el celoso protocolo- daban por terminado el casamiento real del siglo a las seis de la tarde del 2 de febrero, excep
to los flamantes marido y mujer. Después del almuerzo en el palacio del Dam (en el que se supo que Martín Zorreguieta ofició de disc-jockey, y con su frescura y espontaneidad sedujo hasta a la mismísima reina Beatriz), los príncipes de Orange Nassau reposaron (o quizá fue su "siesta" de bodas) por un par de horas. Y pasadas las ocho y media de la noche, sin galas ni pompa, llegaron al hotel Krasnapolsky para despedir a sus íntimos con una fiesta informal. Con ellos, la reina Beatriz, anfitriona inagotable. Tiempo de baile, comentarios y distensión hasta la madrugada. Se escuchó poco de los regalos ("no es de buen gusto contar qué te mandó y cuánto gastó cada

invitado", dijo una condesa italiana. Las amigas del colegio le compraron, entre todas, un anillo "para que cada día se acuerde de nosotras", dijeron). Se habló de la moneda conmemorativa que cada guest tuvo como souvenir (se trata de un diseño de Hans van Houwelingen y por ahora es una edición limitada de un millón, que va a ser de curso legal únicamente en Holanda; se puede comprar en el correo, equivale a 10 euros). Las íntimas también fueron víctimas del merchandising y se tentaron con las galletitas, la muñeca, el CD con la música oficial de la ceremonia religiosa -se vendían más de 50 por día en cada disquería céntrica de Amsterdam-. "Por mucho tiempo, vamos a lagrimear con Adiós Nonino (el séptimo track)", presagiaban. Se habló también que una casa holandesa de moda, Très chic, vendió unas treinta copias del vestido de novia (el original, de Valentino) en dos mil dólares cada una. Muestras de la Maximanía, cada vez más fervorosa.

De la luna de miel se dijo poco y nada. "Es una sorpresa del príncipe: va a incluir todos los paisajes, durará un mes y seguramente entre los destinos habrá lugares que tuvieron mucho que ver en su historia de amor", describió una allegada a Máxima, desde el 2 de febrero, Su Alteza Real. Entre brindis, buena música (nuevamente el hermano mayor de Máxima y padrino de la boda tuvo que ver con los ritmos) y la calidez de los amigos, el casamiento fue historia. Quienes más lamentaron la llegada del 3 de febrero fueron los argentinos, obligados a hacer el check out del lujoso hotel, ya que el crédito de la reina había llegado a su fin. Unos pocos partieron a Londres, otros a Nueva York, y la gran mayoría, a la Argentina. 

El lunes 4, la pareja real disfrutó del esquí en Saint Moritz, la primera escala de la luna de miel. Sonrientes, posaron para los fotógrafos. Derecha: la casona alpina -que perteneció al millonario Alfred Heineken- en la que se hospedaron Willem y Máxima.

El lunes 4, la pareja real disfrutó del esquí en Saint Moritz, la primera escala de la luna de miel. Sonrientes, posaron para los fotógrafos. Derecha: la casona alpina -que perteneció al millonario Alfred Heineken- en la que se hospedaron Willem y Máxima.

Su Alteza Real, Máxima de Holanda, antes de salir a las pistas. De ahora en más, no puede andar por ningún lado sin la custodia real. Ni siquiera durante su luna de miel.

Su Alteza Real, Máxima de Holanda, antes de salir a las pistas. De ahora en más, no puede andar por ningún lado sin la custodia real. Ni siquiera durante su luna de miel.

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