«Nos dijeron que éramos perejiles, pero que igual nos iban a meter presos» – GENTE Online
 

"Nos dijeron que éramos perejiles, pero que igual nos iban a meter presos"

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El Caso Pablo Belluscio doblegó el triste récord de escándalo en una sociedad que, como la argentina, agotó largamente la paciencia, y apenas si puede respirar: tanto es el crimen cotidiano, el miedo perpetuo, el secuestro, la violencia, la sangre, la muerte. Lo doblegó agregándole la vergüenza, porque apenas unas horas después de que el ministro de

Seguridad, Juan José Alvarez, y el comisario Angel Casafús celebraran, eufóricos y en público, la libertad de Belluscio y la detención de nueve de los culpables, no
sólo se supo que esos nueve eran perejiles, chivos expiatorios: el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, remató el expediente con dos declaraciones
asombrosas: "La investigación fue un fracaso", y "Les aconsejo a los familiares de los secuestrados que paguen el rescate". En buen romance, no sólo admitió la
inoperancia policial en el secuestro de Belluscio: la extendió, con ese consejo, hacia el futuro. Un futuro sin garantía alguna de protección para las futuras víctimas.
Horas más tarde, el domingo a la noche, en el programa de Jorge Lanata, Solá desmintió que ese consejo fuera urbi et orbe: dijo que se había referido exclusivamente al
caso Belluscio. Pero, más allá de la desmentida, la polvareda que levantaron sus primeras palabras sobre el tema tardará en disiparse.

GENTE habló a fondo con algunos de los supuestos secuestradores detenidos y luego liberados. Estos son sus testimonios. Luciana Díaz, 21 años, novia del acusado Javier López, mecánico: "Yo estaba en la casa de Javier. Eran las seis de la mañana. Nos despertaron los gritos de los policías: '¡Al piso, porque los mato!'. Revisaron todo, y lo esposaron a él. Al rato llegó la fiscal Rita Molina (Nota: hasta el viernes pasado, a cargo de la investigación, y ahora con licencia) y preguntó: '¿Encontraron algo?'. Los policías
le contestaron: 'No, doctora'. Entonces saludó y se fue. Nos tenían en el piso, tapados con una frazada, y después nos metieron en un calabozo. Cuando me interrogaron, les dije que hacía un mes que estaba peleada con mi novio, y que esa noche estaba en su casa de
casualidad. Me tomaron las huellas digitales, un policía me llevó al baño para lavarme las manos, cerró la puerta, y me dijo: 'Hablá, porque estás reengarronada, y de aquí no vas a salir más'. Le dije la verdad: 'No sé nada'. Al salir del baño me dieron un papel: 'Firmalo, es para averiguación de antecedentes'. Lo firmé y me dieron una copia. Cuando lo leí, me quise morir. Decía: 'Queda detenida e incomunicada por el secuestro de Pablo Belluscio' Pregunté quién era Belluscio. 'Un chico al que le cortaron el dedo', me dijeron. Y algo más: 'Pero ustedes son una manga de perejiles. A los secuestradores los vamos a agarrar en el Tropi (Nota: una bailanta), porque se van a regalar: oro, camperita rompevientos y zapatillas de marca'. Le pregunté cuándo íbamos a salir. 'En diez días. Se van a comer más o menos diez días. Vos, flaca, ya te vas. Ya te vas… a acostumbrar a dormir en el piso de la cárcel', dijo, y se rió a carcajadas. Después se pusieron a cantar, a bailar y a reírse de
nosotras, porque también estaban María Grosso y Catalina Senna, las otras detenidas. Después nos llevaron a Martínez, a la comisaría de mujeres. Allí, el médico forense la revisó sólo a María. Y entonces pasó algo increíble: nos pasearon por todos los kioscos, porque querían comprar los diarios para verse en las fotos. Al final nos metieron a las tres en el mismo calabozo. Soy asmática, y sentí que me moría…
".

Javier López, novio de Luciana: "Soy mecánico, y ni siquiera tengo auto. Cuando me detuvieron no me hablaron de Belluscio: me dijeron que yo conocía a un tal Lala
y a un tal Manolo. Les dije que no tenía ni idea, me llevaron a la Dirección de Investigaciones de San Isidro, y ahí me acusaron de secuestrar a Belluscio. Sí, tengo
un hermano que se llama Horacio y al que le dicen
Lala, pero también le dicen Lala a la suegra de Carlos
Medina, un policía que para en la esquina de mi casa…
Te sigo contando. Cuando me detuvieron, me apuntaron
con una Itaka, y uno de los policías me dijo: 'Quedate
quieto, porque te juro que te mato', y me hizo arrodillar.
Lala, mi hermano, que antes era zapatero y ahora es techista,
está prófugo, sí, y no se va a presentar hasta que
se aclare que él no tiene nada que ver. Bueno, la cosa es
que me volvieron loco. Me tiraban nombres y más nombres.
Me preguntaban si conocía a Belluscio y adónde
guardábamos a los secuestrados. Me contaron que habían
reventado la casa de mi hermana y mis sobrinitos,
y también la de mi viejo, que tiene 77 años y tuvo
tres infartos. Cada tanto, entre ellos, gritaban: '¡Qué golazo
que hicimos! ¡Ahora sí que vamos a parar la bronca!'.
Te cuento otra. También se llevaron a un sobrino
mío, de 16 años, que andaba con 150 pesos encima
porque al otro día se iba de viaje con el colegio. El comisario
Casafús dijo que entre los detenidos no había policías
ni menores… Macanas, porque mi sobrino estaba
con nosotros. (Nota: Casafús, a cargo de la investigación,
renunció el viernes pasado luego de la denuncia de
su posible enriquecimiento ilícito). Esperaron que se levantaran
todas las guardias de los canales de televisión,
y recién entonces lo largaron al pibe… A cada rato nos
decían: 'Ustedes son unos negros de mierda… ¡Van a
tener que demostrar que son inocentes! Las familias de
las víctimas van a hacer justicia por su propia mano: ya
se imaginan lo que les espera…'
".

Catalina Senna, otra detenida: "A mí me llevaron junto con dos hermanos que también estaban cada uno en su casa. Entraron con toda la furia. Uno de los policías
le puso a mi hija, que tiene 6 años, una Itaka en la cabeza,
y me dijo: 'Si te movés, la mato'. Gracias a Dios
que no se le disparó el arma. ¡Gracias a Dios! Perdoname,
pero no puedo seguir hablando. Lo único que quiero
es llorar, llorar, llorar. Perdoname…
".

Sobre su llanto, el grabador se apaga.

Todos los que aparecen en esta foto estuvieron detenidos y/o fueron allanados por la policía
bonaerense. De izquierda a derecha: Aloisa y Patricia López, Luciana Díaz (detenida), Catalina Senna (madre de la chica de 6 años amenazada con una Itaka durante el allanamiento), Elsa Vega, Javier López (detenido) y Ciriaco López.

Todos los que aparecen en esta foto estuvieron detenidos y/o fueron allanados por la policía
bonaerense. De izquierda a derecha: Aloisa y Patricia López, Luciana Díaz (detenida), Catalina Senna (madre de la chica de 6 años amenazada con una Itaka durante el allanamiento), Elsa Vega, Javier López (detenido) y Ciriaco López.

Catalina Senna, la mujer de Horacio Lala López, muestra cómo un policía le apuntó
con su escopeta Itaka en la cabeza a su hija de seis años durante el allanamiento de su
casa. Detrás, Ciriaco López, padre de Javier: tiene 77 años, sufrió tres infartos y soportó un allanamiento.

Catalina Senna, la mujer de Horacio Lala López, muestra cómo un policía le apuntó
con su escopeta Itaka en la cabeza a su hija de seis años durante el allanamiento de su
casa. Detrás, Ciriaco López, padre de Javier: tiene 77 años, sufrió tres infartos y soportó un allanamiento.

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