“No sueño con el casamiento porque hoy mi única prioridad es Felipe” – GENTE Online
 

“No sueño con el casamiento porque hoy mi única prioridad es Felipe”

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La llegada de un bebé es siempre un milagro de amor. Se dice que llegan al mundo con un pan bajo el brazo, pero Felipe Lábaque, hijo de Pamela (27) y del basquetbolista Bruno Lábaque (28), vino además con amor y alegría. El juega en Atenas de Córdoba, pero en estos días corre a su casa (un departamento en Alta Córdoba) apenas termina cada partido, porque quiere participar en todo: en cambiarle los pañales, en acunarlo, en vigilar su sueño.

Somos una pareja moderna. Compartimos cada hazaña del nuevo rey de la casa, como un equipo que tira para el mismo lado: Felipe llora, Bruno me despierta y yo le doy la teta. Estoy viviendo la época más feliz de mi vida. Cada vez que le doy de mamar, la piel se me eriza y me siento la mujer más importante de la Tierra. Poder abrazar, mirar y mimar a tu hijo es un momento único, y cada gesto es irrepetible. Ahora estoy mucho más sensible y me dieron muchas ganas de quedar embarazada de nuevo”, dice Pamela:
–¿El embarazo te cambió la vida?
–Sí, desde el primer día me sentía mamá. El 1º de julio, cuando vi las dos rayitas del test y me enteré de que estaba embarazada, mi vida fue otra. Sentí que Felipe me decía: “Mami, poné un stop”. Y así lo hice. Todas mis actividades pasaron a un segundo plano, y mi prioridad fue cuidar al bebé que estaba creciendo dentro mío. Siempre soñé con ser mamá, pero nunca me había decidido a serlo. Y cuando me di cuenta de lo que me pasaba, fue tremendo, y dejé todos mis proyectos laborales, porque lo más feliz de mi vida estaba en mi vientre. Bueno… todo no lo dejé. Saqué mi línea de cremas, pero rechacé un proyecto en Italia, y algunas campañas. No me arrepiento, porque nada se puede comparar al día que escuchás llorar por primera vez a tu bebé, y aunque estuve con un poquito de miedo porque se adelantó el parto, hoy soy la madre más feliz de la Tierra.

–¿Desde entonces te instalaste en Córdoba?
–No, durante el embarazo viajé mucho. Iba de Córdoba a Buenos Aires todo el tiempo. Pero cuando llegaron las Fiestas sentí que me tenía que quedar. Sospechaba que Felipe iba a llegar antes, y entonces comencé a decorar su cuarto, agarré la máquina de coser y me puse a cuidar cada detalle.

–¿Qué detalles?
–Bueno, todo lo que hay en su cuarto tiene que ver con el básquet, que es el deporte que practica su papá. Después te cuento… Ahora vine a Buenos Aires por unos días, porque Bruno jugó el domingo en Obras. Entonces aproveché y dije: “Me voy con Felipe y hago que lo conozcan todos los que me quieren”. Además, no nos queríamos perder el partido de su papá.

–¿Por qué presentías que Felipe iba a llegar antes de término?
–No sé, es esa intuición que nos caracteriza a las madres, o quizá por ser primeriza. Pero aunque me cuidé en todo desde que vi las dos rayitas, nunca pensé que mi hijo se iba a adelantar tanto. Pero el padre de Bruno, que es médico, se dio cuenta de que yo tenía un edema, retención de líquido, y sufría de hipertensión. Entonces me quedé con poco líquido amniótico y durante tres días seguidos me hicieron estudios. Sin avisarme, Bruno y los médicos programaron la cesárea para el sábado 27. No me avisaron porque yo no podía ponerme nerviosa. Si me preocupaba le podía hacer mal al bebé.

–¿Y cómo fue todo?
–Para mí fue todo muy rápido. Estaba en la semana 35 y ya tenía los bolsos armados. El sábado me hice el último estudio y me dijeron que en dos horas iba a entrar al quirófano. Al principio del embarazo yo quería un parto natural, pero bueno... después me amigué con la idea de la cesárea. Se la recomiendo a todas las mujeres, porque ese mismo día ya me estaba moviendo, y Felipe estaba todo formadito, nació muy chiquito. Aunque estaba todo perfecto, yo no podía darle la teta apenas nació. Pero ahora lo tengo conmigo, prendido todo el día.

–¿Qué recordás de cuando entraste al quirófano?
–Muchas cosas. Bruno entró conmigo para filmar el nacimiento. El proceso fue largo. Los médicos estaban muy tensos, casi no hablaban, no había música. Intentaba calmarme y Bruno me daba la mano. Me di cuenta de que había complicaciones. Felipe, el papá de Bruno, y Joaquín, el hermano de él, también estaban ahí. Me sentía contenida porque estaba toda la gente que nos quería, y aunque intentaba calmarme, no pude tranquilizarme hasta que escuché llorar al bebé. Apenas nació Felipe, Bruno exigió que me lo acercaran: quería que el primer contacto fuera conmigo. Después lo llevaron a la incubadora, porque pesaba sólo dos kilos 400 y medía 42 centímetros de estatura. Creían que el bebé no tenía los pulmones maduros. Al principio me angustié un montón…

–Claro, no podías alimentar ni abrazar a tu bebé...
–Fue muy duro. Me empecé a sacar leche y la llevaba donde estuviera. Las enfermeras me decían que no se la podían dar porque ya había comido, y yo volvía llorando a la habitación. Pero al tercer día ya le pudimos dar leche con una sondita, y ahí me puse a llorar de emoción. Después lo iba a ver cada tres horas; y así durante doce días. Te juro que fueron interminables, pero verlo mejorar me daba esperanza.

–Y después se fueron a casa...
–Los tres juntos. Le mostramos la casa, su cuarto y todo lo que yo le preparé, lo que cosí yo misma. Todas cosas que tienen que ver con Bruno: el cambiador es una cancha de básquet; la pañalera, un aro de básquet. Esa noche durmió en el medio de los dos: lo queríamos bien cerca nuestro. Nos cambió la vida para siempre. Bruno y yo estamos más unidos que nunca. Antes yo ni cocinaba, era puro delivery. Ahora hago comida sana, natural y sin sal.

–¿Bruno no está celoso de Felipe?
–Para nada. Los dos estamos muy pendientes del bebé y de nuestra pareja. Antes éramos casi independientes, pero ahora los dos nos consultamos todo, porque primero está Felipe.

–¿Vas a volver a trabajar?
–No por ahora. Más adelante, tal vez. Bruno me apoya, pero tendríamos que vivir en Buenos Aires. No queremos ser sólo padres, sino armar una familia. El me hace sentir una súper mujer.

–¿Cuándo se casan?
–Todavía no soñamos con el casamiento, porque hoy la prioridad es Felipe. Este bebé nos unió un montón, y algún día nos vamos a casar. Ahora con Bruno soñamos con encargar muy pronto a la nena, pero me voy a tener que hacer muchos estudios… Que Felipe naciera bien fue un milagro.

–¿La cesárea te dejó mucha marca?
–No. Felipe nació muy chiquito. La cicatriz es mínima y está por debajo de la marca de la bikini. Ni se nota. Y si me hubiera quedado mucha marca, no me importaría: Felipe vale todo. Es tan chiquitito... que a veces siento que estoy jugando a las muñecas. Lo único que tengo que hacer es darle de mamar y cambiarle los pañales. Y me pregunto...

–¿Qué?
–Todos los días me pregunto si soy, si voy a ser, una buena madre. Porque soy demasiado obsesiva. Mi meta hoy es criar a mi hijo lo mejor que pueda.

–¿Felipe te deja dormir por las noches?
–Por suerte Bruno se quedó permanentemente en casa los primeros días… Y sí, podemos dormir. Cuando Felipe se queja porque tiene hambre, Bruno se despierta primero y me despierta a mí, y yo le doy el pecho.

–¿Alguien te ayuda? ¿Alguien te enseñó cómo se cría a un bebé?
–La verdad, nadie me enseñó nada. Yo hice sola como un curso acelerado de maternidad. Fue pura improvisación. O pura intuición. La naturaleza es sabia y sin darte cuenta te enseña a ser mamá.

–¿Te sentís una mamá sexy?
–(Risas) Mi carrera siempre se basó en ser una chica sexy. Bruno me conoció así y a mí me gusta verme bien linda. Pero antes de quedar embarazada yo ya estaba trabajando en el cambio de mi imagen, porque nadie puede ser sexy toda la vida.

–¿Querés trabajar de comediante, por ejemplo?
–De algún modo, hice comedia o pasos de comedia como actriz. Aclaremos: no me creo una actriz. Debería estudiar mucho. Por lo demás, no te puedo asegurar que nunca más voy a hacer papeles de mujer sexy. Yo quiero hacer muchas cosas. Deseo que la vida me siga sorprendiendo día a día. A veces me pregunto si me dará el cuerpo, porque no me voy a privar de nada. Malcriar a Felipe y atender a Bruno son mis prioridades. Y aunque durante los ocho meses del embarazo engordé 14 kilos, ahora me siento más relajada, y pronto voy a empezar a hacer ejercicios para ponerme en forma, ya que en marzo tengo mi primer desfile. Espero llegar, y si no, no importa. Porque ahora sé que ser madre es lo mejor que me puede pasar.

Aún no puede creer la emoción que sintió al escuchar el llanto de Felipe por primera vez. “<i>Soy la mamá más feliz de la Tierra</i>”, jura Pamela, que vive en Córdoba junto a sus dos hombres.

Aún no puede creer la emoción que sintió al escuchar el llanto de Felipe por primera vez. “Soy la mamá más feliz de la Tierra”, jura Pamela, que vive en Córdoba junto a sus dos hombres.

“Mi carrera se basó en ser una chica sexy. Bruno me conoció así y a mí me gusta verme bien linda. Pero antes del embarazo ya estaba trabajando en el cambio de mi imagen, porque nadie puede ser sexy toda la vida”

“Mi carrera se basó en ser una chica sexy. Bruno me conoció así y a mí me gusta verme bien linda. Pero antes del embarazo ya estaba trabajando en el cambio de mi imagen, porque nadie puede ser sexy toda la vida”

"Somos una pareja moderna. Compartimos cada hazaña del rey de la casa, como un equipo que tira para el mismo lado: Felipe llora, Bruno me despierta y yo le doy la teta"

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