«No soy un héroe, soy un tipo que quiere seguir aprendiendo» – GENTE Online
 

"No soy un héroe, soy un tipo que quiere seguir aprendiendo"

"Mi padre es un héroe". Sentado en la computadora de su casa y después de
hablar por teléfono con su familia, Hernán escribió una carta sobre la vida del
hombre que le dio la vida. Días después, la envió al correo de lectores del
diario Clarín. La misma hacía referencia a una nota que hablaba sobre el trabajo
esclavo en el mundo, y según Hernán, su padre, un jubilado de 75 años que
trabaja desde los nueve, "también es un esclavo".
Porque con siete décadas y
media sobre sus hombros, todos los días tiene que salir a las ocho de la mañana
para ganarse el pan para él y su señora. Los 345 pesos que cobra de jubilación
apenas le alcanzan para pagar los impuestos. Sin embargo, Antonio no sólo cumple
con sus ocho horas diarias como Jefe de Suministros en la Universidad de Buenos
Aires; hace cinco años decidió terminar la secundaria y actualmente cursa
Ciencias Políticas en la UBA.

La historia de este hombre, un ejemplo que merece ser contado.

"Todos los días le agradezco a Dios por tener trabajo". En el subsuelo de la
facultad, en Ciudad Universitaria, Antonio lleva cajas con tizas y borradores al
primer piso. Sus manos denuncian su edad, pero la vitalidad y las ganas de
aprender le quitan, por lo menos, treinta años.

Don Antonio tiene marcada en su memoria cada cosa importante de su vida. Por
eso, aunque han pasado más de 65 años, todavía recuerda cuando una mañana de
otoño, con sus pantalones cortos, fue hasta una sastrería en la calle Irala al
1300, en el barrio de La Boca -donde nació-, en busca de su primer empleo: "Mi
papá, Eleutorio Frisone, era navegante y durante seis meses estaba desocupado.
Mi mamá, Ema Silvestre, aportaba unos pesos con su trabajo de zurcidora, pero la
plata no alcanzaba. Por eso, a pesar de mi corta edad, dejé los juguetes y salí
a ganarme el pan. Estuve un año picando solapas y cosiendo botones. Después
trabajé como repartidor de pan y de carne"
.

Paralelamente, Antonio, terminó el colegio primario y se anotó en la Escuela
Técnica de Oficio Nº 1, pero sus pocas habilidades para el dibujo acabaron con
sus aspiraciones: "Dejé el colegio y me fui a trabajar a una imprenta; pero a
los pocos meses murió mi patrón y me quedé sin empleo. Tenía 15 años y un amigo
me consiguió trabajo en una marroquinería. Estuve cuatro años cosiendo carteras
y cuando me cansé, entré en una industria metalúrgica...".

Con los libros de Ciencias Políticas en sus brazos, Antonio cruza el hall central del edificio de Ciudad Universitaria. El lugar donde trabaja y estudia su carrera terciaria.

Con los libros de Ciencias Políticas en sus brazos, Antonio cruza el hall central del edificio de Ciudad Universitaria. El lugar donde trabaja y estudia su carrera terciaria.

En su casa de Remedios de Escalada, toda la familia se juntó para la foto de GENTE: Rosa, su nuera; Hernán, el hijo que escribió la carta a Clarín; Victoria y Franco, sus nietos; Juana Graciela, su esposa; Graciela, su hija, y Daniela y Gustavo, sus otros dos nietos.

En su casa de Remedios de Escalada, toda la familia se juntó para la foto de GENTE: Rosa, su nuera; Hernán, el hijo que escribió la carta a Clarín; Victoria y Franco, sus nietos; Juana Graciela, su esposa; Graciela, su hija, y Daniela y Gustavo, sus otros dos nietos.

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