“No me hago la estrella; soy una superprofesional con glamour” – GENTE Online
 

“No me hago la estrella; soy una superprofesional con glamour”

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Al final, los maridos a quienes demando terminan separándose también de mí”, explica con una sonrisa la doctora Ana Mirta Rosenfeld (52), hoy abogada de Pampita en su litigioso divorcio con Martín Barrantes. Ella es consciente de que se convirtió en la abogada más famosa e implacable en cuestiones de ruptura matrimonial, defendiendo mujeres. Y parece que lo disfruta: “Es que los hombres, sin excepción, intentan ocultar su patrimonio y no quieren darles a sus esposas lo que les corresponde. Mi tarea es lograr que se haga justicia y que ellas reciban lo justo, ni más, ni menos”.

Coqueta y elegante como pocas, Ana charla con GENTE en el amplísimo living de su piso de la torre Le Parc, en Palermo. Cuentan sus íntimos que su vestuario no tiene nada que envidiarle al de la mismísima Susana Giménez. Y ella dice que tiene predilección por las carteras y los zapatos. “¿Sabés por qué? Porque no cambian de talle. Las mujeres que lean la nota me van a entender. Todas engordamos un poquito y los vestidos a veces nos quedan chicos. Eso no pasa con zapatos y carteras”.

Entre sus clientes famosos están nada menos que Marcelo Tinelli, Ramón Palito Ortega, Evangelina Salazar, Moria Casán, Nacha Guevara, Los Midachi, Luciana Salazar, Laura Fidalgo, Silvina Luna, Karina Jelinek, Beatriz Salomón, María Eugenia Ritó, Miguel Romano, Gladys Florimonte, Emanuel Ortega y Gabriela Blondeau –la ex de Roberto Pettinato–, entre otros tantos, con un dato entre curioso y divertido: Rosenfeld es apoderada de Tinelli y Palito en las glamorosas reuniones de consorcio que se realizan en los amplios halls de la exclusivísima torre.
Ana cuenta que su lema es la discreción, y que jamás revela detalles de una causa. Por eso se indigna cuando se entera de que Martín Barrantes la acusa a ella y a Pampita de desparramar entre los periodistas los detalles más íntimos del expediente. “Es una infamia infundada contra ambas. Es falso. Yo jamás hubiera permitido que el expediente se ventilara de la manera insolente que trascendió. Además, Carolina siempre calló ante los medios. Recuerdo que me dijo cuando la conocí: ‘Nunca dije nada. Sólo sonreía delante de los periodistas, aunque, la verdad, tenía ganas de llorar por lo que me pasaba’”.

Rosenfeld se autodefine como “el terror de los maridos infieles”, y en Tribunales también se la conoce así. “Tengo un cartel luminoso que dice ‘ganar’. Mi especialidad son los divorcios. Y nunca cobro honorarios, siempre voy a resultado. Si gano, cobro; si no, no hay plata. Pero te aseguro que triunfé en el 97 por ciento de los casos. Siempre juego con fichas ganadoras”, explica, y luego agrega que se recibió a los 20 años, en un año y siete meses de carrera, que nació en Villa Crespo, que desde hace 23 años está casada con Marcelo (53) –“felizmente casada, aclarálo”–, y que tiene dos hijas: Stephanie (17) y Pamela (20), “mis debilidades”.

En su momento, le tocó litigar contra Luis Vadalá cuando se separó de Moria Casán. Y más recientemente contra Roberto Pettinato al divorciarse de Gabriela Blondeau.

–Pettinatto le hizo algunos chistes en su programa. ¿Le molestó?
–Es verdad. Hacía bromas conmigo. Durante la audiencia ni nos miramos. No acepto la falta de respeto. Pero comprendo que en aquellos momentos estaba nervioso, y aprovechó que tenía un micrófono para desahogarse.

–También tiene otro contendiente calificado como un peso pesado: Gerardo Sofovich, en la causa que le inició su defendida Laura Fidalgo…
–Es verdad, pero Gerardo es un gentleman. Si no tuviera un juicio en contra suyo, me encantaría ser su abogada.

–¿Mario Pergolini es otro rival?
–Yo no lo llamaría así. Lo que sucede es que yo defiendo a Beatriz Salomón en la causa contra la productora Cuatro Cabezas por aquel programa donde se difundió una cuestión íntima en el consultorio del doctor Alberto Ferriols, ex exposo de mi clienta.

Ana Rosenfeld aclara que cuando toma un caso de divorcio siempre se coloca en el lugar de su defendida. “Siento que el hombre está peleando conmigo. Y si se atreve a desafiarme... allá él. ¡No sabe lo que le espera!”. Fanática y detallista con su figura, cuenta que nunca sale a la calle en zapatillas. “Siempre con tacos, hasta en el supermercado. Nunca me vas a ver desarreglada. Y los fines de semana, si voy a navegar, me cambio el calzado adentro del barco, nada más que para que mi marido no me proteste”. Jura y perjura que nunca se hizo cirugías.

Ninguna. ¿No me crées? ¿Lolas? No, tampoco. Tengo lo que Dios me dio”, bromea. Y dice que no realiza ninguna actividad física. “Jamás. El tiempo libre lo uso para trabajar. Y les digo a los esposos que me enfrentan que tengan cuidado conmigo, porque soy incorruptible”. También aclara que era muy chica cuando ya jugaba a ser abogada. “Era una nena y me decían la Petrocelli femenina”. Tuvo su primer estudio de abogacía apenas se recibió: “Citaba a todos los clientes a las dos de la tarde, para que pareciera que eran muchos”, confiesa hoy

–Doctora, ¿cuántos clientes famosos tiene ahora?
–Alrededor de 50, ¿por?

–¿A quién no defendería?
–A nadie con causas penales. Yo elijo mis clientes, no defiendo a cualquiera.

–¿Defendería en alguna causa a Barrantes en un futuro?
–No sería ético. Y yo soy muy ética.

–¿Qué les dice a los ex de sus clientas que sostienen que quiere hacerse la estrella y robar protagonismo?
–Que no me hago la estrella, soy una superprofesional con glamour. ¿Eso tiene algo de malo?

–¿Admite que habiendo ganado tantas causas de divorcio contra hombres, algunos la consideren bastante bruja?
–Sé que para todos ellos soy rebruja. Pero estoy orgullosa. Sus ex me lo agradecen todos los días. Te lo puedo asegurar. Las mujeres la adoran, porque las defiende cuando se separan. Los maridos le temen “<i>porque intentan ocultar su patrimonio y no quieren darles a sus esposas lo que les corresponde</i>”, dice desde su piso de la torre Le Parc.

Las mujeres la adoran, porque las defiende cuando se separan. Los maridos le temen “porque intentan ocultar su patrimonio y no quieren darles a sus esposas lo que les corresponde”, dice desde su piso de la torre Le Parc.

“<i>Es una infamia que Barrantes diga que Pampita y yo distribuimos el expediente del divorcio entre los periodistas. Yo jamás habría permitido que la causa se ventilara de la manera insolente que trascendió</i>”.

Es una infamia que Barrantes diga que Pampita y yo distribuimos el expediente del divorcio entre los periodistas. Yo jamás habría permitido que la causa se ventilara de la manera insolente que trascendió”.

“<i>Siempre estoy con tacos, hasta en el supermercado; nunca me vas a ver desarreglada. Y los fines de semana, si voy a navegar, me cambio el calzado adentro del barco, nada más que para que mi marido no proteste</i>”.

Siempre estoy con tacos, hasta en el supermercado; nunca me vas a ver desarreglada. Y los fines de semana, si voy a navegar, me cambio el calzado adentro del barco, nada más que para que mi marido no proteste”.

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