«Nada excita más a un hombre que una dosis de dulzura» – GENTE Online
 

"Nada excita más a un hombre que una dosis de dulzura"

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A Zelly le aprieta un poco la mini de cuero, o el top cortito, mientras va y viene con la bandeja llena de tragos en el Sugar's Bar en Austin, Texas, y las strippers que bailan en el caño están jugando a qué prenda vuela si el billete es bueno. Es 1990, Zelly tiene 20, y las propinas que se lleva por ser una petisita de 1.63, bastante rubia, bonita y simpática, le pagan la universidad, que queda precisamente en Austin. Allí estudia periodismo, pero se engancha con cualquier obra de teatro que aparece en el Drama Club. Porque le gusta mucho la idea de ser actriz. A ella, bien criada por mamá Kjellfrid, una enfermera noruega, y papá Emil, ingeniero suizo, no le molesta el ambiente.

Es bastante ruda al respecto: aficiones de varoncito en la infancia, como el béisbol, heredadas de papá, que le enseñó a cavar fosas sépticas, poner tejas, y que la autosuficiencia es algo muy bueno. Un año después, en 1991, Zelly, o Renée Kathleen Zellweger, nacida el 25 de abril de 1969 en el pueblo de Katy, Texas, se gradúa, pero ya ni piensa en el periodismo: ella quiere ser actriz.

Hoy, a sus 35, vive en una casa bastante simple con granja completa al fondo en East Hampton, Long Island, junto a su marido, el cantante country Kenny Chesney. Hay un Oscar a Mejor Actriz de Reparto en la repisa, que ganó hace dos años por su fiera interpretación de una campesina en Regreso a Cold Mountain -que le reportó 15 millones de dólares-, al cual ella mira "algo extrañada, como si me lo hubiera comprado en un negocio de souvenires".

Hay algo en Renée Zellweger, una de las chicas más bonitas y convincentes en todo Hollywood, que prende. A ver: en un planeta donde viven Julia Roberts, Gwyneth Paltrow y tantas otras, ella es, bueno, más del planeta Tierra, como la vecinita de al lado que está como para encararla. Nunca la va de mala, o de emisaria del diablo. Muy linda, sexy, pero no tan hot. Y muy dulce y manejable. Usted, que va al cine, o a su videoclub amigo, seguro la vio: El diario de Bridget Jones y su secuela -donde tuvo que engordar diez kilos para el papel de una solitaria e hilarante chica de oficina-, como la secretaria de Tom Cruise en Jerry Maguire, papel que la pateó definitivamente hacia la fama. Después, más picante y con un poquito de piel, en Chicago, como Roxie Hart, una tonta que baila y mata. Por ésa, cobró diez millones. En breve tendrá otra para ver: será la abnegada esposa de Russell Crowe en El luchador -o Cinderella Man, su título original-, la historia real de James Braddock, un boxeador de los años 30 que besó la lona en el ring y en la vida y volvió a los guantes para su revancha. "No siempre se ven historias tan poderosas", dice ella, con la ficha bien puesta.

Bueno, como decíamos, en la nueva está Russell Crowe. Y en sus películas anteriores estuvieron Richard Gere, Ewan McGregor, Hugh Grant… En fin: los mejores galanes de plaza. Pero Renée no se babea mucho al respecto: "Es genial trabajar con esa gente, volver a encontrártela. Los veo como amigos, no como mis galanes". Aunque a Jim Carrey, su amor en la psicótica Yo, Irene y mi otro yo, lo vio con ojos más tiernos. Estuvieron juntos por un año, en el 2000, pero tanto paparazzi y las abultadas agendas de filmación terminaron por arruinar la cosa. También, se dice, tuvo su affaire con George Clooney, pero ella niega todo.

En eso de enamorarse, Renée nunca tuvo mucha suerte. Ella definió una vez: "Y… todas las relaciones siempre tienen algo de difícil. Eso siempre duele. Siempre hay que seguir buscando. No te tenés que negar al romance. Es privarte de lo más lindo de la vida". Primero, después de graduarse, estuvo Sims Ellis, un músico aspirante, que murió de cáncer tres años después. Luego llegó Hollywood, con el mencionado Carrey. Y hace un año, Jack White -voz y guitarra de The White Stripes, el dúo rocker más atómico del planeta-, con el cual rompió en una fría Navidad. Probablemente el gran amor de su vida haya sido su perro Dylan, una mezcla de Collie y Golden Retriever, que murió hace dos años y a quien todavía no reemplazó. También dijo: "En una época nada me andaba muy bien. Pero nunca puedo predecir cuándo va a aparecer ese hombre ideal". Un día se le apareció, a principios de este 2005, Kenny Chesney, cantante country de mediano éxito -se nota que a Renée le gustan músicos-, y se casaron rápido… literalmente. Fue una boda de quince minutos, en la isla de Saint John, allá por el Caribe.

Renée, aunque viva en una granja, no monta el pony del estrellato. No tiene mansión en Beverly Hills, ni les pega carterazos a los paparazzi. Normalidad ante todo: "Aunque gane millones, no me molestan los fotógrafos ni los autógrafos. Y me encanta caminar por la calle, conocer gente normal, ir a tomar un café, hacer amigos. Ante todo soy una buena persona y no una estrella de cine".

En otro frente, estuvieron los diez kilos que engordó para hacer a su Bridget Jones un tanto más creíble. ¿Más gordita es más bonita? No es así para ella: "Disfruté de tener lolas más grandes. ¡Eso estuvo bueno! Muchos amigos me dijeron que me quedaba bien, y que no adelgazara tanto, y me pareció bien, porque algo de eso me gustaba. Pero después dije: 'Uff, ¡no!' Soy una chica, y me gusta verme bien". Claro, esos vestidos de Carolina Herrera que tanto le gustan, indiscutiblemente, tienen que entrarle. Aunque para ella nada de dietas locas, y azúcar para su café.

Queda, por fin, su encanto. O cómo lo pone a trabajar: "Para seducir no me gusta mucho eso de la atracción animal, de ser una chica hot. No me sale. Hay otras formas. Creo que nada excita más a un hombre que una dosis de dulzura. Soy una chica buena... ¡aunque me desato de vez en cuando!" Por supuesto. Dios bendiga a las chicas buenas.

Renée, una bañera, sandalias con tiras… y esa mirada. Sin embargo, dice: “<i>Para<br />
seducir no me gusta mucho eso de la atracción animal, de ser una chica</i> hot”. En<br />
pocos días, la veremos en un papel dramático en <i>El luchador.

Renée, una bañera, sandalias con tiras… y esa mirada. Sin embargo, dice: “Para
seducir no me gusta mucho eso de la atracción animal, de ser una chica
hot”. En
pocos días, la veremos en un papel dramático en El luchador.

Me encanta caminar por la calle, conocer gente normal, ir a tomar un café, hacer amigos. Ante todo soy una buena persona y no una estrella de cine."">

"Me encanta caminar por la calle, conocer gente normal, ir a tomar un café, hacer amigos. Ante todo soy una buena persona y no una estrella de cine."

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