Lucía los mismos rulos que en sus tiempos de cebollita y bigotes al mejor
estilo chamaco mejicano. La Doce lo recibió con una ovación: "Vamos Boca/ ponga
h…/ griten todos/ para que vuelva Diego".
Aún en su palco, Diego levantó sus
brazos y saludó a su hinchada incondicional. Entonces, todos en la Bombonera
repararon en los dos protectores plásticos que cubrían sus antebrazos. Gritó los
goles de Guillermo Barros Schelotto y Delgado y se ilusionó con un Boca otra vez
campeón de América.
-En la Argentina soy feliz porque estoy junto a mis hijas. Pero en cuatro días
tengo que volver a Cuba… -disparó aquel miércoles 5 último como despedida.
Hacía unos meses ya que Dalma pretendía decorar su cuerpo con un tatuaje.
Finalmente, aquel miércoles 5 de marzo un tatuador visitó a los Maradona en su
piso de Villa Devoto. Dalma se hizo dibujar tres estrellas en un tobillo, junto
a las iniciales de su madre, su padre, y su hermana Gianinna. Y Diego aprovechó
el tattoo delivery para reforzar el color del Che Guevara que lleva en el brazo
y sumar la leyenda "mi vida" junto a los nombres de sus hijas que tiene grabados
en los antebrazos.
Mis hijas son mi vida. Las llevo en el corazón y también grabadas en la piel", dijo.">
En la cancha del Villa Adelina Golf Club practicó 18 hoyos. Diego extendió sus brazos y exhibió sus nuevos tatuajes. "Mis hijas son mi vida. Las llevo en el corazón y también grabadas en la piel", dijo.
