En el orden de prioridades de Catherine Fulop (39) está primero ayudar a sus
hijas con las tareas del colegio antes que su rutina de ejercicios; prepararles
el desayuno antes que dormir las ocho horas necesarias para verse espléndida;
jugar en la casa en el árbol de su jardín antes que ir a la peluquería para
estar perfecta a la hora de hacer una nota. Pero como toda súper mamá de estos
tiempos, Fulop carga también con culpas. Culpa porque todos los fines de semana
sale de gira por el interior del país con la obra El club de las divorciadas,
culpa por las horas preciosas que su profesión le quita para compartir con sus
hijas y su marido Osvaldo Sabatini. Por eso considera sagrado cada momento que
pasa junto a Oriana (8) y Tiziana (5), y admite: "No soy una mamá perfecta,
pero les doy todo mi amor. Comprendo, aunque lo sufro, que una no puede ser
perfecta en todo, como hija, como actriz, como mujer, como mamá".
-Pero si hoy te hacés una autoevaluación, ¿te aprobás como mamá?
-Sí, me apruebo. Tengo los ingredientes que no pueden faltar: soy afectuosa,
posesiva, llevo el equilibrio justo entre malcriarlas y ponerles límites.
Además, me gusta diferenciar los roles. Mis hijas tienen claro que soy la mamá,
no una amiga, y que no me pueden contestar mal ni faltarme el respeto.
-¿Y en qué te confesás imperfecta?
-Me mata el tiempo que estoy lejos de casa. Ahora salgo de gira todos los
fines de semana con la obra El club de las divorciadas y, aunque es una gran
experiencia como actriz, me tiene contrariada. Es octubre y ya estoy agotada.
-¿Qué hacés cuando extrañás?
-Llamo a casa a cada rato, me cuentan qué están haciendo. El otro día
armaron un escenario en la calle del country e hicieron un show. Y cuando vuelvo
me angustio por cosas pequeñas como, por ejemplo, si no tienen las uñas bien
cortadas porque yo no estuve durante cuatro días.
-¿Te pasan factura?
-No, pero hay días en que están mimosas o hacen caprichito, tú sabes. Pero,
a pesar de mi trabajo, soy una mamá muy presente. Me levanto a las seis de la
mañana, así me haya acostado a las cinco, para prepararles el desayuno y
acompañarlas al colegio. Y trato de no perderme las cosas importantes, como el
primer día de clases.
-Cuando están las tres juntas, ¿te imitan y juegan a ser como vos?
-Oriana tuvo una etapa de rechazo con todo lo relacionado a mi trabajo:
fotos, maquillaje, ropa. Y hace poco me sorprendió muchísimo cuando aceptó hacer
una campaña de ropa para chicos. Desde ese momento está súper coqueta. Nada de
niñerías, se maquilla como una profesional y juega a mirarse al espejo,
cambiarse de ropa.
-¿Y Tiziana?
-Es una rea total, distraída... Bastante parecida a mí a su edad. Las dos
son altas, creo que van a ser más altas que yo. Sacaron eso de los Sabatini:
Ova, su papá, Gaby, son todos altísimos.
-¿Qué es para vos lo más importante en la educación de tus hijas?
-Así como las malcrío dándoles de todo, les exijo que rindan bien en el
colegio. Oriana está por dar su primer examen internacional de inglés y la ayudo
con la tarea de matemáticas.
-¿Tu infancia en Venezuela fue muy distinta de la de ellas?
-A veces me da pena presionarlas porque recuerdo que mi infancia fue mucho
más relajada. Eramos muchos hermanos y mi mamá no tenía tiempo de estarnos
encima todo el tiempo.
-¿Hablás con otras mamás sobre tus hijas?
-Sí. Tengo un grupo de amigas que estamos todas en la misma y conversamos
mucho. Cuando tuvimos bebés yo era la que las obligaba a amamantar. Siempre fui
muy consciente de la importancia de la lactancia. Todas las mamás tenemos
preocupaciones, miedos, angustias, pero creo que lo importante es que mis hijas
se sientan amadas.
-¿La más grande está entrando en una pre-adolescencia que podríamos llamar
precoz?
-Es cierto. Mira, Oriana tiene ocho años pero se la ve como una adolescente.
Su pasión es la música. Estudia teclado y guitarra, y tiene discos de Britney
Spears, Abril Lavigne. Le encanta el jazz, el hip-hop y el rock. Vamos a
las disquerías y ella se elige sola la música que le gusta. Y en lugar de mirar
televisión abierta, se pasa todo el día mirando MTV.
-¿Y ya les planteó preguntas sobre sexualidad?
-Sí, cómo nacen los bebés y todo eso. A Oriana, que está en edad, se lo
explicamos de manera muy natural y real, para que no tenga miedos ni tabúes. Le
conté que se va a indisponer para que esté prevenida y no se asuste cuando le
pase. Le dije: todas las mujeres tenemos una semillita y un día se cae por
primera vez. Y cuando me empieza a hacer preguntas difíciles sobre travestis y
cosas que ve en la tele, le pido ayuda a Ova.
-El es un papá muy presente.
-No podría trabajar ni irme los fines de semana sin su apoyo. Ova se lleva
todos los honores como padre, estoy muy orgullosa de él.
-Todas las argentinas aprenden junto a vos a cuidarse. ¿A tus hijas
también les enseñás a comer sano?
-Lo intento, pero no es fácil con los chicos. Titi, por ejemplo, no come
frutas y me cuesta que Oriana coma carbohidratos. Yo les explico que los
carbohidratos te dan energía, les hablo de la importancia del calcio y los
lácteos, y trato de que tomen menos refrescos y más agua. Pero no quiero
meterles en la cabeza que sean flacas ni nada de eso. Me parecería un horror que
hagan dieta. Comen galletitas, caramelos, como cualquier chico, ¡y yo también!
-¿Vos, Cathy?
-Claro, niña. Como te dije al principio, nadie es perfecto. Si me salgo con
los dulces, después me mato un rato en la bicicleta fija y listo.
mi mayor tesoro".">
Oriana está en tercer grado y ya debutó como modelo en una campaña de ropa para chicos. Tiziana es la más inquieta y traviesa. Para Cathy, son "mi mayor tesoro".
Desde hace un año viven en un country de zona norte donde las chicas pueden jugar tranquilas y sin preocupaciones.
