“Mi apellido no me ayudó en mi carrera” – GENTE Online
 

“Mi apellido no me ayudó en mi carrera”

Esmeralda está cansada de que le pregunten si su papá le paga las cuentas. “La gente tiene muchos prejuicios y supone que vengo de un mundo irreal, ficticio”, asegura. Es la hija de Bartolomé Mitre, el director del diario La Nación, y Blanca Isabel Alvarez de Toledo, la creadora y presidenta de la Academia del Sur. Tiene cuatro hermanos mayores y acaba de cumplir 25 años. Los festejó con empanadas y vino, rodeada de sus amigos, lo más selecto de la cultura local: el director y escritor Edgardo Cozarinsky, el escenógrafo y ex director del teatro Colón, Emilio Basaldúa, el director Miguel Guerberof, además de cineastas y artistas plásticos.

Ahora está sola, en casa de su madre. Esme –así la llaman sus íntimos– ofrece café, enciende un cigarrillo y dispara la entrevista: “Estoy feliz, muy entusiasmada con mi debut en teatro”, dice.

–¡Qué desafío que en su debut la hayan elegido para hacer Comedia, de Beckett!
–Cuando Miguel Guerberof (el director de la obra) me llamó, le dije que sí. Pero después me dio pánico y pensé: “No sé si lo voy a poder hacer”. Trabajamos duro, fueron cinco meses de ensayo… La palabra Beckett te paraliza, te asusta, es un autor contemporáneo de los más difíciles, pero es tan perfecto que es un placer interpretarlo. Para mí es muy importante hacer esta obra, porque nunca había hecho teatro y empezar con algo de este nivel es extraordinario. Miguel me dio seguridad, entré en una dimensión diferente, me dio una fuerza interior muy grande. Creo que a partir de esto tengo más posibilidades para elegir.

–¿Cuando era chiquita quería ser actriz?
–En realidad, no. A los cinco años quise ser bailarina y fui a estudiar ballet. Mi mamá me llevó con un tutú rosa enorme. Cuando llegué y las vi a todas con mallas negras, cancherísimas, le dije a mamá que me sacara de ahí, que eso no era para mí. A los 17 empecé a estudiar teatro para ver qué me pasaba. Al tiempo me eligieron en un casting y vi que podía trabajar como actriz.

–¿En su familia cuestionan su vocación?
–No, me apoyan. Y cada vez se dan más cuenta de que esto no es un capricho. Para mí es muy importante rodearme de gente culta, refinada en todo sentido de la palabra.

–¿Le ha costado ser actriz o se le han abierto muchas puertas por ser quien es?
–Yo soy hija de mis padres, igual que cualquiera, pero a medida que crecí, me di cuenta que eso importa, y mucho. La gente tiene muchos prejuicios y supone que vengo de un mundo irreal, ficticio. ¡Es increíble! En general, todos tendemos a prejuzgar. Y, de alguna manera, un apellido reconocido intimida a muchos. Tengo que lidiar con todo esto, pero llamarme Mitre no me ayudó en mi carrera. Fue un gran sustento para mí como persona, porque mi familia me dio mucho en educación, cultura, amor y cariño.

–¿Cómo era de chica, Esmeralda?
–Re varonera. Pero veía novelas sin parar: era mi obsesión. En mi casa estaban preocupados porque me pasaba el día frente al televisor, tapada con un mantón de Mickey que me había regalado mi papá. Me hacía la enferma para faltar al colegio y ver todas las novelas. Era muy mimada por ser la más chica, pero vivía apartada y sufría por eso. Nos íbamos los fines de semana al campo y llevaba mi diario, aunque no sabía escribir. Me hacía la que escribía, me hacía la grande. Me preguntaban qué escribía y yo decía: “Lo que hice en el día”. ¡Y yo no sabía escribir! Era una chica romántica. Estaba enamorada del amigo de mi hermano y escribía garabatos.

–¿Y ahora? ¿Sigue enamorada?
–Ahora no estoy de novia. Estuve dos veces enamorada con noviazgos largos, pero ahora no. Tengo mis candidatos, claro.

–Candidatos muy mayores…
–No, ahora no. Ya pasé esa etapa. Tienen que ser de mi edad y que no tengan hijos. En realidad, lo que quiero es encontrar una persona que me entienda, que no se asuste. Que vea la vida como la veo yo.

–¿Y cómo ve usted la vida?
–Muy intensamente. Me gusta ir al fondo con todas las cosas, no dejo escapar nada. Es muy importante encontrar una persona que me acompañe. Y también lo es saber qué quiero.

–¿Qué es lo que usted quiere?
–Mirá, yo soy muy abierta, pero no sé si me gustan los hombres abiertos. Quiero una relación normal, un hombre que me quiera, me respete y me haga sentir bien. Que no me traiga conflictos. Esas relaciones ya las viví. Todas... Pero no sé muy bien qué es el amor. Creo que se trata de un misterio: sucede o no sucede.

–¿Qué la atrae de un hombre?
–Quiero que el hombre que esté conmigo sea noble de alma. Prefiero que no sea actor, en general no me gustan. No me atrae una persona que se mira tanto a sí misma… Eso ya está en mí.

–¿Qué no le gusta del mundo de los actores?
–Que estén todo el tiempo sufriendo. Tienen una postura como si dijesen: “Soy artista y sufro”. Me parece patético. Es más, si yo sufro, prefiero que no se den cuenta. A la vida hay que hacerla simple. La felicidad va de la mano de la simpleza, de no querer tanto, conformarse con lo que uno tiene. Quiero ser una persona normal, quiero luchar contra ser rara. Las personas que quieren ser raras me parecen aburridísimas. Admiro la gente serena, y aspiro a eso.

 Esmeralda es actriz desde los 19 años, pero lucha contra los clichés del mundo actoral: “<i>Las personas que se quieren hacer las raras me parecen aburridísimas</i>”.

Esmeralda es actriz desde los 19 años, pero lucha contra los clichés del mundo actoral: “Las personas que se quieren hacer las raras me parecen aburridísimas”.

 “<i>La gente tiene muchos prejuicios y supone que vengo de un mundo irreal, ficticio. ¡Es increíble! Todos tendemos a prejuzgar. Pero descubrí que, de alguna manera, un apellido reconocido intimida a muchos</i>”

La gente tiene muchos prejuicios y supone que vengo de un mundo irreal, ficticio. ¡Es increíble! Todos tendemos a prejuzgar. Pero descubrí que, de alguna manera, un apellido reconocido intimida a muchos

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