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“Me interesa mucho lo que sucede en mi país”

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Máxima sonríe. La gente se le acerca, la saluda, le da la mano, una cartita, lo que el brazo del custodio que la separa de la princesa le permita. Y Máxima sonríe, agradece, saluda y sigue su camino. Sonriendo. La escena se repite cada vez que Máxima Zorreguieta aparece en público: en su visita a Jujuy, en su tour económico por Buenos Aires y Monte Grande, en la puerta del edificio de sus padres en Recoleta… Y ella que siempre sonríe. No debe haber foto de Máxima Zorreguieta (34) sobre esta tierra en la que no aparezca su sonrisa (que ahora se convirtió en sonrisa real) estampada. Además, convengamos que gran parte del trabajo de ser princesa es ése: mostrarse espléndida.

Y a Máxima le sobran las sonrisas. Como esta tarde en Palermo, que se juega la final del Argentino Abierto de Polo Movistar de Palermo, y la princesa llegó con el príncipe Guillermo (38) y ocupó el palco oficial junto al vicepresidente, Daniel Scioli, su mujer, Karina Rabolini, y el presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens. Mientras tanto, Adolfito Cambiaso hace de las suyas arriba del caballo y le da el triunfo en el último chukker a La Dolfina. Pero las lentes de los fotógrafos apuntan hacia el palco. Y la gente que mira el partido, que mira a los príncipes…

Máxima (que indudablemente recuperó su figura tras el último parto) llegó a la Argentina el domingo 27 de noviembre a la una de la mañana, en un vuelo de TAM proveniente de Amsterdam. El lunes 28 debía estar en Brasil y su visita oficial en la Argentina empezaba recién el domingo siguiente en Maimará, Jujuy, pero prefirió arribar a su tierra natal unos días antes, para visitar a sus padres, Jorge Zorreguieta y María del Carmen Cerruti Carricart. El lunes, entonces, viajó a San Pablo en plan protocolar, como asesora de la ONU, dejando a las dos princesitas –Catharina Amalia y Alexia, de seis meses– con sus abuelos maternos. Volvió el jueves por la noche, y hasta el domingo que viajó a San Salvador de Jujuy se encerró en el country Pingüinos, en Ituzaingó, junto a su familia.

En la provincia norteña visitó la cooperativa Cauqueva, en Maimará, un pueblito de la Quebrada de Humahuaca, donde se reunió con pequeños productores beneficiados con microcréditos del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y el lunes estuvo en la ciudad de Perico, a 35 kilómetros de San Salvador, donde recorrió la sede local del Banco Mundial de la Mujer, una fábrica de escobas, otra de papas fritas y una feria minorista. Después, y luego de esquivar con su comitiva a un piquete de la Corriente Clasista y Combativa en la entrada de la ciudad, almorzó en el hotel Altos de la Viña junto al gobernador Eduardo Fellner y dos horas más tarde volvió a Buenos Aires. Estos días de visita oficial a la Argentina le sirvieron a Máxima para desempolvar su título de Licenciada en Economía y sus años de trabajo en los principales bancos de Nueva York.

Otra vez en la Capital, instalada junto al resto de la comitiva holandesa en el Alvear Palace Hotel, completó una agenda maratónica: en dos días participó en la UCA de un seminario de microfinanzas organizado por la ONG Planet Finance, almorzó con los integrantes de la Red Argentina de Instituciones de Microcrédito en la Fundación Telefónica, visitó en Monte Grande a productores beneficiados por los microcréditos del BID, se reunió en el Banco Central con Martín Redrado, en el Ministerio de Economía con la flamante ministra Felisa Miceli y dio una conferencia de prensa en la Embajada holandesa. Allí habló exclusivamente de los mentados microcréditos y, además, aprovechó para aclarar: “Decididamente, siempre estoy interesada en la Argentina. Soy una holandesa nacida en la Argentina y me interesa muchísimo lo que está pasando. Si puedo ayudar, lo haré”. También se reunió con el nuevo ministro de Desarrollo Social, Juan Carlos Nadalich.

Recién después de cumplir con todos los compromisos, el jueves 7 a la tardecita toda la familia festejó el segundo cumpleaños de Amalia (así la llaman) en el departamento de los padres de Máxima en Recoleta. Al día siguiente a la mañana llegó a Buenos Aires el príncipe Guillermo. Hubo almuerzo familiar en el country de Ituzaingó y a la tarde fueron todos juntos al Hurlingham Club. Ahí se estaba disputando la Copa Princesa Máxima-Bodegas Salentein (organizada por Nicolás Teloni, de Sport Marketing Group), un torneo de polo femenino que incluía entre la lista de seis equipos a uno de origen holandés (que terminó último…).

Todos esperaban a los príncipes para la final, pero resultó que llegaron antes… antes que todos. Y aunque había un palco especialmente preparado para ellos, la familia real se acomodó nomás en la tribuna para alentar a la tía Marcela (madrina de Máxima, además), que jugaba para el equipo La Soñada, que finalmente no llegó a la final. Lo que le sirvió a la princesita Catharina Amalia para que su tía abuela la llevara a dar unas vueltitas a caballo.

Después Máxima entregó el trofeo a las ganadoras, se sacó fotos con todos los equipos, firmó el libro del club y hasta se charló de organizar el torneo también en Holanda. Al día siguiente cambiaron el polo femenino por la final del Argentino Abierto de Polo en Palermo, el domingo hubo asado de despedida en Pingüinos y el lunes a la tarde, Máxima, Guillermo y las dos princesitas abordaron con su séquito el vuelo AF415 de Air France rumbo a su reino. La primera visita oficial de la royal argentina a estas tierras había terminado.

El viernes a la tarde, en la tribuna del Hurlingham Club, donde se disputó la Copa Princesa Máxima, los príncipes de Orange juegan con la pequeña Alexia.

El viernes a la tarde, en la tribuna del Hurlingham Club, donde se disputó la Copa Princesa Máxima, los príncipes de Orange juegan con la pequeña Alexia.

Para la final de la Copa Princesa Máxima-Bodegas Salentein, Guillermo, Máxima, sus hermanos Inés y Martín y sus padres, Jorge Zorreguieta y María del Carmen Cerruti, firmes en la tribuna.

Para la final de la Copa Princesa Máxima-Bodegas Salentein, Guillermo, Máxima, sus hermanos Inés y Martín y sus padres, Jorge Zorreguieta y María del Carmen Cerruti, firmes en la tribuna.

Marcela Cerruti, madrina de Máxima y jugadora de La Soñada, después del partido lleva a la princesita Catharina Amalia a dar una vuelta a caballo.

Marcela Cerruti, madrina de Máxima y jugadora de La Soñada, después del partido lleva a la princesita Catharina Amalia a dar una vuelta a caballo.

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