“Me decidí a vivir para disfrutar del amor” – GENTE Online
 

“Me decidí a vivir para disfrutar del amor”

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Dice que Dios le regaló un día maravilloso. Que esa casa detrás del paredón más bravo de todo Banfield ya se le volvió una cárcel. Y que tenía que salir. Hay regresos necesarios. Muy necesarios.

Sandro –o Roberto Sánchez, una cosa es el hombre, otra el ídolo, y él siempre lo aclara– cumple 60. Afuera están sus nenas, sus rosas, como él prefiera llamarlas. Sus militantes del amor. Montan guardia desde la noche anterior. Le llevan tortas y bombachas –¡cuándo no!–, como Patricia y Nancy de Lanús, que pasaron los 40 hacen un tiempito y dicen a dúo: “Nuestros maridos saben que antes de ellos está Sandro”. Luego, esperan. Sólo esperan. Claro, porque saben que la verdadera Cumbre está acá, en Banfield.

A eso de las 16.30 sale Sandro. Está flaco, canoso, con la bata inmortal, y se toma el pecho por la emoción, para que no se le vaya el aliento. Habla. “Le agradezco a Dios que me ha dejado vivir para compartir esta fiesta con ustedes”. Después, “de estar acá, a pesar de contravenir las órdenes de mi médico”. Y que allá enfrente “está una ambulancia de la Municipalidad de Lomas de Zamora. Yo estaba anotado en esas prepagas costosas, y no vinieron. Estos muchachos me salvaron la vida”.

Cumplir, cumplió el 19 de agosto, pero eso es pleno invierno, y no da para salir. Había que esperar un poco. Fueron setenta días completos de internación; más de veinte con asistencia respiratoria penando enfisema pulmonar, neumonía y terapia intensiva en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento. Salió, sí. Pero todo esto lo muele hasta los huesos, literalmente. Para colmo, hace unos meses se fracturó el húmero del brazo izquierdo en su bañera. Antes de meterse adentro dice: “Quizá ésta sea la última vez que aparezca”. Y después: “Me voy, porque alguien me quiere matar”. ¡Chan! Pero es todo broma. Hoy, sábado 5, dice Sandro, va a ser una fiesta. Y les manda un beso de soltero a todas. Al rato, van a entrar a saludarlo. El ritual de cada año.

Habló, después, de su hoy: “Me atacó un virus hace un tiempo, y tengo muy bajas las defensas. Cualquier cosa que anda dando vueltas me la pesco. ¡Soy una rifa viral!”. Y contó que anda pesando 72 kilos, que llegó a pesar 67, y que tiene que recuperar masa muscular, porque la cama de hospital te come, “pero lo peor”, dice él, “o lo mejor, no sé, fue que jamás perdí la conciencia, ni entré en el túnel, o lo vi a Víctor Sueiro. Lo único que pensaba era en zafar”. Dice que ahora está firme con la recuperación, con la kinesiología, que corre todo el día en la cinta, que no canta ni en la ducha y que en el medio de todo esto está Olga, que era secretaria de su manager, Aldo Aresi, y ahora es su chica. “El amor tuvo que ver en esto –apunta–. Me decidí a poner todo de mí, a vivir, si el Señor permite, para disfrutar del amor con una mujer como Olga, que me contiene, de las que mejor me han comprendido en mi vida. Porque ser Sandro me crea unas presiones terribles, y la pobre santa tiene que aguantarme cuando vengo como un león. Después me convierto en un gatito”. Y agrega: “¡Lo que ha viajado esta mujer! ¡Lo que me ha acompañado! Cómo no voy a agradecerle a Dios que me haya enviado a esta mujer”. Así ama el Gitano hoy. Pero, eso sí, “Sandro es soltero, y de sus nenas”. Hay una diferencia.

También hay dos proyectos. El primero, un disco de él, recitando sus poesías, “un regalo para mis nenas”. El otro es volver en serio: al escenario. Sería el año próximo, todo si Dios permite. “Quizá sea la última vez”, insiste. Y la deja picando. Primero, “hay que cargar las pilas y cargar el alma”. Pero tuvo que cortar. Se sintió un poco agotado, le faltó el aire. Hay que cargar las pilas, dice él. El alma.

Sábado 16.30: en Banfield, Sandro sale al ruedo. Sus nenas, sus rosas, sus ritos. Les dijo que “<i>quizá ésta sea la ultima vez que aparezca</i>”, y casi se desmayan. De todas formas, planea cantar otra vez, probablemente en marzo.

Sábado 16.30: en Banfield, Sandro sale al ruedo. Sus nenas, sus rosas, sus ritos. Les dijo que “quizá ésta sea la ultima vez que aparezca”, y casi se desmayan. De todas formas, planea cantar otra vez, probablemente en marzo.

Sandro, agradeciendo tanto calor… y amor.

Sandro, agradeciendo tanto calor… y amor.

Más nenas, con su ídolo listo para recibirlas. La pasión es imparable.

Más nenas, con su ídolo listo para recibirlas. La pasión es imparable.

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