“Máximo nos ayudó a formar el hogar que tanto deseamos” – GENTE Online
 

“Máximo nos ayudó a formar el hogar que tanto deseamos”

El Country del Golf, en La Rioja capital, queda camino a La Quebradita, el barrio residencial que, hasta hace un tiempo, todo baqueano de la zona asociaba como “el lugar donde vive Ramón Díaz”, el ex goleador y técnico de River. Ahora ya no. Allí, en ese club, tiene una de sus casas el ex presidente Carlos Menem. Así que ése fue el destino elegido por él y su mujer, Cecilia Bolocco, para pasar las Pascuas en familia junto a Máximo, su hijo de dos años y seis meses.

Luego de unos días en Buenos Aires, la pareja llegó a La Rioja el viernes por la noche en un avión particular. Juntos aceptaron la charla con GENTE sin eludir ningún tema: los rumores de separación, la crianza de Máximo y hasta la posibilidad de encargarle un hermanito.

–Según la mamá, ¿cuál es el mayor parecido de Máximo con Carlos?
Bolocco:
Tiene la misma estampa del padre. Uno lo ve y se imagina a Carlos cuando era chico. Sus manos son idénticas, y sus ojos, aunque sean negros, son muy similares. Máximo mira fijo a los ojos: ni siquiera el sol lo hace pestañear. Otra de las cosas que tiene del padre es una serenidad particular. No es un niño llorón ni complicado. Es como un adulto en miniatura. No sé, será que está acostumbrado a estar entre gente grande.
Menem: Máximo es una mezcla de sangre árabe –la mía–, con alemana y española –los padres de Cecilia–. Mi parecido con Máximo lo vi desde el mismo día que hicimos las ecografías (risas). Es una especie de clon.

–Y al padre, ¿qué es lo que más lo conmueve del niño?
Menem:
Su ternura, su amor. Y me sorprende lo educado que es. Nunca jamás dice una mala palabra. Volver a ser padre es realmente maravilloso.

–Más de una vez se habló de una posible separación… ¿Máximo sirvió para unir más a la pareja?
Bolocco:
Por supuesto. Llegó en un momento muy particular y fue una gran bendición; nos ayudó a formar el hogar que deseábamos. Con tanta campaña política estábamos de un lado para otro y, de pronto, nos obligó a mirar hacia adentro y nos hizo formar un hogar. Un espacio lleno de alegría y de amor.

–Cecilia, ¿cómo se porta el padre con la crianza? ¿Cambia pañales, lo hace dormir…?
Cecilia:
Mire, le voy a contar la verdad. Cuando Máximo nació, Carlos lo miraba con cierto respeto. Ni siquiera sabía bien cómo alzarlo… hasta le daba cierto pudor. Pero se fue acostumbrando rápido. Mientras yo le daba la papa, le insistí para que le cantara algo. La primera vez lo bañamos juntos. Aunque tengo que admitir que, en eso, Carlos era un poquito torpe: ¡tenía miedo de que se le cayera! Y es entendible: ¡no lo había hecho nunca! Pero con el tiempo está más ducho. Su ayuda en la crianza de Máximo radica en el amor que le ha ido dando.

–Doctor: a diferencia de sus otros hijos, ¿qué es lo que más disfruta de Máximo?
Menem:
El llegó en un momento muy particular de mi vida, después de haber perdido a un hijo. Y tiene un gustito especial, porque estoy en una etapa… no digo en el ocaso de mi vida, porque todavía tengo muchos años por delante, pero sí cuando ya estoy mayor.

–¿Máximo la agota mucho, Cecilia?
Bolocco:
Es un niño muy despierto, curioso, pero no nervioso. No es travieso, pero le gusta investigar. Yo estoy muy tranquila, porque sé que escucha y sabe obedecer.

–Bueno, pero a veces la sacará de quicio. ¿Con qué cosas, por ejemplo?
Bolocco
: ¿Sabés que con nada? ¡Es un ángel! Quizás sea porque llegó siendo yo una mamá grande. ¿De qué te reís, Carlos? Pero… ¡mirálo al padre!
Carlos: De nada, de nada… Es que me acuerdo de un dicho: “Cada vieja alaba su madeja”, decimos aquí en el Norte (risas).

–¿Y a qué cosas le gusta jugar?
Bolocco:
Ama los aviones y los autos. En eso ha salido al padre, se ve. Se prende al televisor para ver carreras de autos y también tiene obsesión con los aviones.

–¿Dónde tienen pensado que estudie, en la Argentina o en Chile?
Bolocco:
Por ahora hemos pensado que lo haga en Santiago. Allá están todos sus primos y se van a acompañar. Pero a mí también me gustaría que estudie en el extranjero; Londres, por ejemplo. Dentro de poco, cuando regresemos a Chile, empezará a ir al jardín.

–¿Carlos es de malcriarlo mucho?
Bolocco:
¡¿Se nota?! Mire, el otro día Maxi se había mandado una, y Carlos va y me dice: “¿Por qué no le das una palmadita para que aprenda?”. Y yo le dije: “Nooooooooo, de ninguna manera”.
Menem: Lo que sucede es que son distintos tipos de crianza. Yo recuerdo que siendo abogado ya, cuando llegaba tarde a casa sentía temor de que mis padres me castigaran. ¡Eran muy rigurosos!
Bolocco: Yo, en cambio, soy partidaria de hablarle, de explicarle todas las situaciones desde que estaba en mi vientre. Cada vez que se le dice que no, Máximo sabe que por alguna razón será. Y así va aprendiendo.
Menem: Los castigos de esta época son tan diferentes a los de la mía...
Bolocco: Mire, nunca le he levantado la mano ni le he gritado. Por eso Máximo no le pega a nadie, ni es de gritar. Es la forma que yo le he enseñado.

–Típica fantasía de padres: cuando Máximo sea grande, ¿qué les gustaría que fuera?
Bolocco:
Lo principal es que sea feliz. Que las pruebas que le traiga la vida no le partan su corazón. Que sepa que, haga lo que haga, siempre lo vamos a estar acompañando. Quiero que forje su destino como mejor pueda hacerlo.

–Y en su caso, doctor, ¿le gustaría que Máximo se convirtiera en su heredero político?
Menem:
Claro, quiero que sea un político de raza, como corresponde. Además, en la vida, lo que se hereda no se hurta.
Bolocco: Que sea político me tiene sin cuidado. Pero si lo elige porque le gusta, será que está preparado para eso. No tengo un patrón perfecto para que siga, pero estoy segura de que nos va a sorprender a todos.

–Cecilia, ¿puede decirme qué le quitó y qué ganó con Máximo?
Bolocco:
Quitarme, absolutamente nada. Máximo me hizo amar la vida más profundamente. Me hizo dar cuenta de que los milagros existen y me demostró que siempre hay una nueva oportunidad. El llegó a mi vida cuando yo pensaba que ya no iba a ser madre: es el maravilloso milagro de mi vida. Y cada espacio que vacié para que llegara, él lo llenó de sobra. Desde que nació, mi vida cambió de sentido: es mucho más hermosa de lo que yo pensaba antes.

–Antes hablaban de sus continuos viajes. ¿Cómo hacen para mantener la relación de pareja a la distancia? No debe ser fácil, ¿no?
Bolocco:
No, fácil no es. El temor que yo siempre tuve fue más por Máximo que por nosotros. Con Carlos hemos vivido períodos muy juntos y otros más distanciados. Afortunadamente esto no ha dañado nuestra relación.
Menem: Es por nuestro amor, querida. De otra manera no podríamos haber aguantado tanto.
Bolocco: Insisto, mi temor era por Máximo. Porque los niños tienen que estar cerca de los dos padres. Me daba un poco de tristeza que pasaran dos o tres meses y no viera a su papá. Aunque la casa esté llena de fotos de Carlos, y hablen todos los días por teléfono, la presencia del padre es otra cosa. Ahora, cuando están juntos, los veo tan padre e hijo, tan compinches, que ese temor lo fui perdiendo.

–¿Tienen planes de encargar un hermanito para Máximo?
Bolocco:
En un momento pensé que sería muy buena idea. Pero hoy, a decir verdad, no lo sé… Prefiero disfrutar de Máximo y de Carlos. El proceso de la maternidad es muy demandante en tiempo, energía y salud. Aunque es cierto que me gustaría, porque también soy consciente de que Máximo necesita un hermanito, pero....
Menem: (Interrumpe) Mi vida, mirá que yo no tengo ningún inconveniente, ¿eh? ¡Estoy siempre listo, como los boy scouts!
Bolocco: ¡Claro! ¿Cómo va a tener problemas, si la que tiene que parir soy yo? (risas). Sería maravilloso que Máximo pudiera tener un hermano, pero ahora no sé... Traer un hijo al mundo requiere estar muy pendiente, y tener una persona como Carlos –que también es muy demandante– es muy difícil. No, pienso que ahora sería complicado... Pero como siempre hemos hecho con Carlos, dejamos todo en manos de Dios.

Tras unos días en Buenos Aires, la familia llegó a La Rioja el viernes por la noche en un vuelo privado. Pasaron las Pascuas en la casa que tienen en el Country del Golf, en la capital de la provincia.

Tras unos días en Buenos Aires, la familia llegó a La Rioja el viernes por la noche en un vuelo privado. Pasaron las Pascuas en la casa que tienen en el Country del Golf, en la capital de la provincia.

Menem: Sí, me gustaría que Máximo sea un político de raza, como corresponde… Bolocco: A mí, que sea político, me tiene sin cuidado. Pero si lo elige porque le nace, será que está preparado para eso.

Menem: Sí, me gustaría que Máximo sea un político de raza, como corresponde… Bolocco: A mí, que sea político, me tiene sin cuidado. Pero si lo elige porque le nace, será que está preparado para eso.

“<i>En un momento lo pensé, pero hoy no lo sé… Prefiero disfrutar del niño y de Carlos. Aunque también soy consciente de que Máximo necesita un hermanito, pero...</i>”, duda ella. “<i>Mi vida</i> –interrumpe Menem–, <i>mirá que yo no tengo ningún inconveniente, ¿eh? ¡Estoy siempre listo, como los boy scouts!</i>”

En un momento lo pensé, pero hoy no lo sé… Prefiero disfrutar del niño y de Carlos. Aunque también soy consciente de que Máximo necesita un hermanito, pero...”, duda ella. “Mi vida –interrumpe Menem–, mirá que yo no tengo ningún inconveniente, ¿eh? ¡Estoy siempre listo, como los boy scouts!

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