Nacidas y criadas fuera de Europa, son dos de las reinas más admiradas del siglo XXI. De cuna latina pero holandesa por adopción, Máxima (46) conquistó a la realeza del mismo modo que Rania (47) eclipsa a sus pares cada vez que aterriza proveniente del Oriente Medio.
Porque la reina que nació en una familia de clase media en Kuwait y se exilió en la vecina Jordania, estudió en la Universidad de El Cairo poco antes de conocer al príncipe Abdalá II (56), hijo del entonces rey Hussein.
Se licenció en Finanzas en Egipto, al igual que Máxima en Buenos Aires, y enamoró a su actual marido en una fiesta jordana, mientras trabajaba en un banco multinacional... ¡de la misma manera que Máxima! Se casó bajo el rito musulmán en 1993, seis años antes de que su marido se convirtiera en rey y le diera cuatro hijos: Hussein (23), Iman (21), Salma (17) y Hashem (13).
Pionera en redes sociales, hoy suma seguidores con un estilo que vincula lo árabe con lo occidental. Su visita a La Haya es sólo una muestra más de aquello.
Rania y el rey Abdalá aterrizaron en Holanda el martes 20 por la mañana, para cumplir con una visita oficial de 48 horas. La jornada empezó con una recepción presidida por el rey Guillermo Alejandro en el Palacio Noordeinde y siguió con un encuentro de jóvenes que abogan por las relaciones internacionales, la paz y la justicia.
Más tarde, mientras los reyes participaban en una mesa redonda sobre la lucha contra el terrorismo, Rania y Máxima acudieron a la exposición del vanguardista Piet Mondrian.
Por la noche, los hachemitas fueron homenajeados con una cena de gala que contó además con la presencia de la princesa Beatriz, Margarita –hermana de la reina que abdicó– y el príncipe Constantino –hermano del rey–. Y el miércoles, después de almorzar con el primer ministro Mark Rutte, Rania y Máxima fueron al Campus de Tecnología ROC Mondriaan, para que quede claro que si de innovación y mirar al futuro se trata, ellas siempre están un paso adelante.
Por Ana van Gelderen.
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