Igual de exigente que siempre. Ya sabemos que sufre “horrores” si recibe una crítica desfavorable, y que lo que más ama es “aceptar desafíos” en los que compromete el cuerpo, como el de componer a la bailarina de El maestro (eltrece), o como ahora, con el cuerpo dolorido debido a las clases de acrobacia, alistándose para un nuevo rol.
De la ex gimnasta que habla cuatro idiomas supimos por primera vez en 2007, cuando Gael García Bernal la eligió en un casting de entre miles, que le valió su debut en cine (Déficit) y su primera pisada en la red carpet de Cannes. El resto es historia sabida: participó de Sos mi hombre y Casi Angeles, filmó en Italia y Brasil y ahora se anima al mercado español.
–Te fuiste a vivir un tiempo en España. ¿Influyó la nacionalidad de tu pareja (el actor y modelo Andrés Velencoso –ex de Ursula Corbero–) para ir a probar esa plaza?
–Siempre sos nueva en lugares nuevos. Obvio que es difícil, porque tenés que llevar el ego al último subsuelo... Nadie sabe que actúo desde hace trece años. Así que me fui sin trabajo e hice castings como cualquier hijo de vecino. Andrés no tuvo nada que ver con mi decisión de quedarme allá: de hecho, él vive más en Londres. Mi lema es no dejar de hacer algo por seguir al otro.
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Un llamado telefónico y dos reuniones, sin callback. Así es como quedó en la serie boom de Netflix, Las chicas del cable, donde personificará a una argentina. “Me encantan las villanas y hacer papeles tan distintos a mí, que siempre se meten en problemas”, cuenta Luz, que decidió “poner el foco en las series españolas (...) Como tenía pasaporte italiano por mi familia, me mandé. Si no buscás las cosas, solas no llegan”, asegura esta espectadora de la serie de la que ama “toda su estética y su costado feminista, que es muy interesante”.
–Con un Martín Fierro ganado, ¿sentís que fue una bisagra para vos encarnar a la bailarina clásica de El maestro?
–Yo soy consciente de que en Argentina la gente no tenía idea de mi trabajo. Me ha tocado hacer cosas más intensas en otros países, donde necesité nuevos registros. Recién acá pude desarrollar más a mi actriz dramática, potenciada por los libros. Yo no actúo para la gente, pero me gusta que mi trabajo y mi esfuerzo se hayan visto. Además, hacer ese papel fue un cierre de oro a mi época de gimnasta, porque yo conocía bien la psicología y la exigencia personal de quien trabaja con su cuerpo. A veces tenés la suerte de que los planetas se alineen y que haya existido este personaje para mí.
–¿Y cómo te pega el reconocimiento de los premios?
–Mirá, a los cinco años, con mi hermana y mi mejor amiga, jugábamos a ganarnos un Martín Fierro. Así que imaginate cómo me emocionó ganarlo. Y te cuento algo que no dije: mi hermana se coló para entrar. Igual, ojo, sabía que Inés Estévez no iba a ir, pero nos mandamos.
–¿Cómo entró a tu vida Andrés (Velencoso), con quien decidiste no compartir fotos en redes?
–Este proyecto (Las chicas del cable) nació antes de saber de él. Lo conocí acá en Buenos Aires, pero no sabía quién era, ni de su popularidad. Nos presentó un amigo en común al que le encanta armar parejas, instancia que a mí me parece ridiculísima y me da mucha vergüenza.
–¿Qué es para vos lo peor de las citas armadas?
–Y... no se te ocurre conocer así a alguien... Le decía a mí amigo: “Ay, no. No tengo ochenta años... Please”. Pero lo busqué en Instagram y ahí lo vi. Es muy reservado. Respeto su posición de no mostrarnos públicamente. En las redes no nos van a ver juntos. Decidimos guardarnos para nosotros. Por ahí alguna vez me gustó exponer con quién estaba... Ahora no.
–Tus proyectos en cine son muchos; entre ellos, uno con Juan José Campanella.
–Sí. Estuve filmando su nueva película, la remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico (N.d.R: comedia negra dirigida por José Martínez Suárez, de 1976), con Nico Francella, Graciela Borges y Oscar Martínez. Allí hago una participación especial. La verdad, Campanella es un director con el que quería trabajar desde hace mucho. Es un honor poder hacerlo. También encarné a Eva Perón en Rubirosa (serie de producción mexicana), que se estrena en septiembre y cuenta la vida de Porfirio Rubirosa, playboy, militar y diplomático dominicano. Viste que cuando interpretás a Evita ya podés decir que llegaste...
–También hacés cine arte...
–Sí. Soy una afortunada. Filmé en Brasil con Suzana Amaral, una directora de casi noventa años que ganó premios en el Festival de Berlín. Allí por supuesto hablo portugués y hago acrobacia. La verdad, me encanta mover el tablero y animarme a todo.
Por Karina Noriega
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