Los enigmas, las mentiras y los puntos negros del caso García Belsunce – GENTE Online
 

Los enigmas, las mentiras y los puntos negros del caso García Belsunce

El abismo entre la verdadera causa de la muerte de María Marta García
Belsunce (asesinato, cinco balazos en la cabeza) y la pueril versión de sus
familiares ("Un accidente: se golpeó la cabeza contra una canilla de la bañera")
es cada vez más oscuro y profundo. Y en el fondo de ese abismo no hay todavía un
mínimo rayo de luz: sólo hay sospechas, mentiras, ocultamientos y
contradicciones. Y lo peor: desde la tarde del 27 de octubre del año pasado
hasta hoy -ciento veinte días-, la palabra "encubrimiento" sigue ocupando el
centro de un escenario que debería ocupar la palabra "homicidio". Millones de
palabras se derramaron y se siguen derramando, pero las preguntas fundamentales
(quién la mató, por qué la mataron: es decir, la gran verdad) siguen en segundo
plano y casi diluidas. Por eso es clave recapitular, no olvidar detalle alguno,
y grabar a fuego los puntos más negros del caso.

Apenas cincuenta minutos después de la muerte de María Marta García Belsunce
(sucedió entre las seis y veinte y las siete menos diez de la tarde), alguno de
los miembros de su familia llamó desde la casa del crimen, en el country Carmel,
Pilar, al abogado penalista José Scelzi. ¿Por qué, si estaban convencidos de que
era una muerte accidental, de que se había golpeado la cabeza contra la canilla
de la bañera, llamaron casi inmediatamente a un abogado penalista? La gaffe es
tan gruesa que le sirvió a Julio Novo, fiscal general de San Isidro, como uno de
los argumentos para pedir ante la Sala I de la Cámara de Apelaciones de esa
ciudad que revocara la eximición de prisión de los familiares y vecinos que
participaron del encubrimiento.

La familia sostuvo en todo momento la hipótesis de accidente, pero detuvo la
intervención policial (recordar la frase de Horacio García Belsunce, hermano de
la víctima: "Sacame a la policía de encima") y trató de eludir la autopsia con
una rápida gestión ante la empresa funeraria para cremar el cadáver.

Estas pesadas contradicciones, sumadas al ya clásico episodio del pituto
(extraña confusión entre una bala calibre 32 y un soporte metálico de
biblioteca…), tal vez serían justificables entre protagonistas de bajo nivel
social y cultural, pero resultan absurdas al provenir de una familia de apellido
notorio, alto perfil mediático (Horacio García Belsunce es abogado y conocido
periodista), nivel universitario y sólido background.
María Marta García Belsunce era muy conocida a raíz de sus actividades en grupos
solidarios, y además había donado sus órganos: un dato que sin duda no ignoraba
su familia ni sus íntimos amigos. Sin embargo, y a pesar de creer que había
muerto por accidente, ninguno de ellos recordó ese dato ni abogó para que se
practicara la ablación.

Eduardo de la Cruz, procurador de la Suprema Corte de Justicia de la provincia
de Buenos Aires, fue tajante: "El o los homicidas podrían estar entre los
acusados de encubrimiento"
. Esas palabras, vertidas por personas no calificadas
o deslizadas a lo largo de la avalancha mediática pueden carecer de peso y de
fundamento. Pero en boca de un altísimo magistrado judicial son absolutamente
insoslayables.

Se sabe que, echados a rodar la investigación y el proceso judicial, los
familiares de María Marta García Belsunce ensayaron sus declaraciones
testimoniales en el hotel Sheraton de Pilar. Sin embargo (¿poco ensayo, un mal
guión, falta de convicción?), no pudieron justificar sus errores ni sus
contradicciones, y mucho menos liberarse de su carácter de encubridores.

Al periodismo le resulta difícil, por razones de responsabilidad ética y
jurídica, afirmar que los García Belsunce mienten. Pero le cabe el derecho de
usar esa palabra ("mentira") a partir de una lapidaria frase del fiscal Diego
Molina Pico, que dijo sin rodeos: "La familia me mintió".

No menos peso tienen las respuestas que Juan Martín Romero Victorica, fiscal de
Casación Penal Federal, le dio a GENTE hace un par de semanas, y que pueden
resumirse en las palabras que sirvieron de título a la nota: "A los García Belsunce no los ayudo más… Ahora, ¡que los ayude Dios!".

LOS SECRETOS DEL EXPEDIENTE. (*) Irene Hurtig es hermana de John Hurtig,
hermanastra de María Marta García Belsunce, y mujer de Guillermo Bártoli,
detenido y luego liberado en la causa por Falsificación de certificado de
defunción. Así fue su testimonio:

"Llego a la casa. La casa siempre estaba cerrada con llave, eran muy cuidadosos
con eso. Subo corriendo las escaleras y encuentro a María Marta en el piso…
(…)
La estaban asistiendo Guillermo (Bártoli) y Beatriz (Michelini, la masajista).
La vi a ella tirada, a Guillermo que gritaba:
"Vamos, Marta, vamos, Marta"
mientras le hacía respiración boca a boca, a Carlos (Carrascosa, el marido de
María Marta), que estaba llamando la ambulancia de OSDE y Beatriz que gritaba:
"¡Busquen un médico!" (…) Después, yo estaba abajo, y creo que Carlos estaba
abajo conmigo. En eso Guillermo bajó, me abrazó y me dijo que iba a ser difícil
pasar esto (…) Al rato baja un médico y nos dijo que habían hecho todo lo
posible, pero que había muerto…
".

(*) Inés Ongay era amiga de María Marta y aportó este dato clave:
"Marialita (María Luisa Lanusse Gras, madrastra de la víctima) me hizo un
comentario respecto de unas huellas de una mano ensangrentada invertida (es
decir, con los dedos hacia el piso) que había visto en la pared del baño, cerca
de la puerta"
.
(*) Carlos Carrascosa, en su declaración testimonial, dijo que no ordenó la
limpieza del lugar, pero que vio esa huella en la pared "después de que se
fueron los médicos"
.
(*) El fiscal Diego Molina Pico le preguntó a Carrascosa: "¿Sabía que María
Marta era donante de órganos?
". El contestó: "".
(*) Duda clave de los investigadores, que se preguntan por qué, si lo sabía, no
consideró la ablación, y agregan: "En casos de homicidio no es posible la
donación de órganos
". La pregunta siguiente es tan obvia como insoslayable:
¿Carrascosa no consideró la ablación porque, a pesar de que toda la familia
sostenía la versión de muerte accidental, sabía o sospechaba que su mujer había
muerto asesinada?
(*) Esa duda se refuerza en otro tramo de la declaración de Inés Ongay: "Pichi
(Nora Burgues de Taylor) me dijo que el Gordo (Carrascosa) pidió que no le
hicieran la autopsia porque el caso podía convertirse en homicidio o suicidio, y
entonces se arregló, y pagamos para que se hiciera lo que el Gordo quería…
". (La
aludida Taylor calificó a ese testimonio de "disparate").
(*) Testimonio de Beatriz Michelini, la masajista de María Marta: "El médico
Santiago Biasi nos dijo que limpiáramos las manchas de sangre de las paredes"
.
Pregunta todavía sin respuesta: ¿Por qué?

LA VERDAD. Cuando tantos, durante tanto tiempo, parecen empeñados en alejar el
crimen, al criminal y a su móvil de la verdad, toda conjetura y toda línea de
investigación es válida. Hoy, 24 de febrero, a cuatro meses del drama, los
investigadores bucean en estos mares:
Móvil económico: 1) posible venganza contra Carlos Carrascosa (ex corredor de
Bolsa y vinculado luego a actividades bancarias) por parte de algún damnificado;
y 2) crimen ligado a cuestiones financieras de las Damas Rosadas de Pilar y/o al
dinero de las donaciones para el hospital de esa ciudad.

Ajuste de cuentas: María Marta, desde la entidad Missing Children, investigaba
la venta de menores, y su intenso trabajo para evitar ese tráfico pudo costarle
la vida.

Móvil desconocido: una de las líneas apunta a los vigiladores del country
Carmel, hoy bajo investigación.

Móvil pasional: desde el primer momento se habló de una posible relación lésbica
entre la víctima y una amiga, o una menor de la familia, que habría desatado el
crimen por celos o temor al escándalo.

Crimen por encargo: siempre se sostuvo que la característica del crimen (cinco
tiros a quemarropa) delataba una "furia homicida propia de los conflictos
pasionales"
. Sin embargo, un asesino profesional -o también un asesino astuto-
pudo disfrazar de ese modo su acto para derivar las sospechas hacia otro
terreno.

Dos vertientes: según habría dicho el fiscal Molina Pico, el asesino no sería
alguien de la familia, pero el procurador De la Cruz arriesga que "el autor
puede estar entre los encubridores"
.

¿Hubo un móvil tan fuerte como para que casi toda una familia tejiera una red de
encubrimientos y mentiras? ¿Hay entre ellos relaciones tan fuertes -económicas o
de otro tipo- como para conjurarse y ocultar un crimen? ¿Creyeron que su
apellido, su posición y sus vinculaciones sociales bastarían para que la muerte
de María Marta García Belsunce no fuera investigada? ¿Por qué estaban tan
seguros de que la versión muerte accidental no sería revisada jamás, a pesar de
todas las personas (médicos, empresas fúnebres, personal de ambulancias,
vecinos) que estuvieron cerca del crimen? Si descubrieron una relación lésbica
de María Marta, ¿pudo el miedo al escándalo social más que el duelo y el deseo
de justicia?

Mientras más preguntas se acumulan y más oscuridad se cierne sobre el caso, más
lejana parece la verdad, y más cerca parece estar el asesino de salirse con la
suya. Pero el barro que a tantos salpicó y sigue salpicando no se limpia tan
fácil como las manchas de sangre que alguien esfumó del piso y de las paredes
aquella tarde de domingo.

La víctima de uno de los casos más misteriosos y polémicos de la historia de la crónica roja del país. Algunos investigadores lo comparan con las muertes (nunca aclaradas) del financista Mariano Perel y su mujer.

La víctima de uno de los casos más misteriosos y polémicos de la historia de la crónica roja del país. Algunos investigadores lo comparan con las muertes (nunca aclaradas) del financista Mariano Perel y su mujer.

El hermano de María Marta. Está acusado de encubrimiento. Llamó al comisario Angel Casafús y le pidió que la policía no se acercara. Excusa:

El hermano de María Marta. Está acusado de encubrimiento. Llamó al comisario Angel Casafús y le pidió que la policía no se acercara. Excusa: "Respeto por el dolor de la familia".

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