“Los casos García Belsunce y Dalmasso podrían quedar sin solución” – GENTE Online
 

“Los casos García Belsunce y Dalmasso podrían quedar sin solución”

La vieja casona del barrio de Flores pronto dejará de ser sólo una herencia familiar y quedará convertida en la Fundación de Investigaciones Genómicas. “Es la medicina del siglo XXI”, anuncia la mujer que creó esa institución hace más de veinte años bajo el nombre de Fundación de Investigaciones Inmunológicas, pero que ahora decidió rebautizarla, como para dejar en claro que está siempre a la vanguardia. Ana María Di Lonardo (73 años, casada con Hugo Bianchi, médico clínico) parece incansable. Conocida como la genetista de los Derechos Humanos, fue la fundadora del Servicio de Inmunología del Hospital Durand y del Banco Nacional de Datos Genéticos que, desde 1984, lleva un minucioso registro de familiares de desaparecidos durante la última dictadura militar. Tuvo bajo su custodia más de 11 mil ADN y le devolvió la identidad a 84 nietos perdidos. En 1990 recibió del gobierno de Francia el premio a los Derechos Humanos y donó la recompensa de 20 mil dólares para comprar equipamiento básico para trabajar con biología molecular en ADN. “Siempre tuve lo mejor en el ámbito público, pero para eso dejé mis coronarias ahí adentro”, dice sin disimular su orgullo.

El tiempo resulta demasiado acotado cuando se está frente a la mujer que dedicó cuatro décadas de su vida a la ciencia y hoy volvió a estar en el centro de la escena por haber sido nombrada perito de parte de Facundo Macarrón, imputado por el crimen de su madre, Nora Dalmasso. Pero antes de entrar al caso policial en sí, Di Lonardo pone luz y certezas sobre un tema en el que en los últimos tiempos los argentinos creemos habernos convertido en “especialistas”, y nada más alejado de ello

–Doctora, ¿cómo debe trabajarse frente a la escena de un crimen?
–La primera etapa es la de reconocimiento del lugar del hecho y recolección de las evidencias de lo que fue la lucha entre la víctima y el victimario. En ese momento corresponde aislar absolutamente el lugar donde se cometió el crimen. Obviamente, es difícil impedirle el paso a los familiares, pero se les tiene que informar de manera tal que no se puedan tirar sobre el cadáver y empezar a llorar ahí. En el caso Dalmasso, por ejemplo, el lugar del hecho es toda esa casa. No debería haber entrado esa cantidad de gente ¡Después le tuvieron que sacar sangre a 23 personas!

–¿Cuál es el procedimiento a seguir para tomar muestras de ADN?
–Si hablamos de un episodio de violencia social o desastres en masa, como los atentados terroristas, en los que el ADN suele ser escaso y hallarse degradado, se debe tomar de las evidencias recogidas en el lugar de los hechos. Puede ser sangre, células epiteliales bucales, vaginales, músculo esquelético, pelo con o sin bulbo, piezas dentarias, manchas secas o húmedas y elementos hallados en la escena como colillas, chicles, peines, joyas, papeles, monedas, llaves y cualquier otro. Si hablamos de un delito de agresión sexual o un crimen, hay que sacar las muestras con hisopos, con las manos enguantadas y colocarlos en un tubo seco, en las condiciones más asépticas posibles. Si hay pelos, se deben colocar todos en sobres separados. Después, alguien se va a encargar de decir si corresponden a la misma persona o no. Pero el que toma la muestra no puede poner un mechón en un sólo sobre. Y la otra evidencia es el cuerpo. Como se dice habitualmente, el cadáver habla. Pero después de un tiempo, no le entendés el lenguaje. Entonces hay que hacerlo hablar bien la primera vez.

–¿El ADN por sí solo sirve para resolver un crimen?
–No. Sirve en un 99,99 por ciento para confirmar un vínculo biológico indubitable, como la paternidad, porque estás usando personas acotadas. Con la actual tecnología instrumental y con los reactivos más avanzados de los que hoy disponemos, la probabilidad de que una persona pueda tener el mismo patrón genético que otro individuo tomado al azar, es ínfima. Pero la investigación de un crimen no puede basarse solamente en los estudios de ADN. Es la mayor herramienta de que se dispone, mientras que antes la investigación se basaba en otras evidencias. Para que cumpla ese rol preponderante, debe haber una cantidad de precauciones en la recolección de muestras y en las técnicas de laboratorio utilizadas.

–Usted fue perito de parte (convocada por el viudo, los familiares de la asesinada y los vecinos del country) en el caso García Belsunce y ahora lo será en la causa Dalmasso. Los dos fueron ejemplos claros de contaminación de la escena de un crimen. ¿Cómo debe actuarse en estos casos?
–El que siempre participa de las pericias es el perito oficial, que es el que obtiene patrones genéticos tomados de las evidencias. Cuando esos patrones son cotejados con el de los sospechosos, en el momento que se les saca sangre, el control de parte también debe exigir tomar muestras. Cada perito debe trabajar por su lado, pero deben acordar con qué sistema lo van a hacer. Así se hizo en el caso García Belsunce con todas las personas que estaban imputadas. Yo trabajé por mi parte y el Centro Pericial de La Plata, por la suya. Así se demostró que ninguno de los patrones genéticos de los familiares de María Marta, empezando por su viudo, Carrascosa, siguiendo por sus hermanos y medio hermanos, hasta sus vecinos, se correspondían con los patrones genéticos que estaban en las evidencias.

–Esto, considerando que la escena del crimen pudo haber sido alterada…
–Los estudios dieron así. Y yo fui quien aconsejó que ninguno de los involucrados diera su muestra de ADN hasta tanto el Centro Pericial hubiera procesado todas las evidencias y anunciara cuáles eran los patrones genéticos obtenidos. Eso da transparencia, porque entonces no pueden sacar de la manga ningún patrón genético que se parezca.

–¿Se refiere a lo que ocurrió en el caso Dalmasso?
–No entiendo por qué esas 23 personas se dejaron sacar sangre. El fiscal tendría que haber anotado sus nombres, hacer que el CeProCor (Centro de Excelencia de Productos y Procesos de Córdoba, instituto de investigaciones que depende del gobierno provincial) procesara todas las muestras y, una vez que tuviera los resultados, entonces sí citar a las personas. El fiscal no tenía ninguna autoridad para obligarlos. No deberían haberle sacado sangre al suegro de Nora, Félix Macarrón, por ejemplo.

–Con tantas irregularidades cometidas en el proceso de toma de muestras, los casos Dalmasso y García Belsunce, ¿podrían quedar sin solución?
–Tranquilamente podrían llegar a no resolverse. Aunque en el caso Dalmasso, desconozco si existieron falencias sobre los procedimientos llevados a cabo, porque aún no he accedido a la causa.

–Este tipo de situaciones, ¿se debe a fallas en las instrucciones de los fiscales e investigadores?
–No es que haya fallas en las directivas, sino que ellos mismos no lo tienen claro. Cuando existen normas que disponen cómo debe actuarse en esos casos y hay un organismo de control, alguien se encarga de averiguar por qué no se cumplió con el procedimiento adecuado. Pero en la Argentina esas normas no existen. Entonces, depende del desarrollo de cada policía local.

–¿En el ámbito internacional existe alguna norma sobre cómo se debe actuar?
–Para la medicina forense hay una suerte de manual de procedimientos vinculados a la escena del crimen, la recolección de evidencias, el envío y acondicionamiento de esas evidencias y el sitio al cual se las envía a analizar. En mi caso, mientras estuve a cargo del Banco Nacional de Datos Genéticos, nos controló la Sociedad Internacional de Genética Forense, que es un organismo que verifica que los centros cumplan con las pautas adecuadas para analizar muestras. Certifican que los resultados sean correctos. Es como una acreditación del centro. Pero no es obligatorio ser socio. Y, a nivel nacional, no hay ningún organismo que te diga que hay que participar de ese control de calidad.

–Entonces es bastante anárquico…
–Todo depende de quién dirige el centro. En la Argentina no hay ninguna norma sobre el tema, no hay controladores, no hay quien te verifique. Yo fui siempre muy rigurosa en el ámbito de la genética. Entonces, hace un año, cuando me jubilaron, dejé armado el Banco de Datos Genéticos de tal manera que no hubiera nada que no tuvieras en un centro del hemisferio Norte.

A los 73 años, a Di Lonardo no se la agotó la energía. “Ahora voy a trabajar con la Fundación, pero sin participación del Estado. Renegué cuarenta años con los funcionarios de turno. Fui a verlos uno por uno para decirles que si algo salía mal, los iba a responsabilizar a ellos. Sólo así logré tener las herramientas de trabajo adecuado”. Ya no pasea por lo pasillos del Durand pero aún le queda mucho trabajo por delante.

Se jubiló hace un año, pero preside una fundación en la que proyecta financiar investigaciones de médicos jóvenes.

Se jubiló hace un año, pero preside una fundación en la que proyecta financiar investigaciones de médicos jóvenes.

“<i>En el caso Dalmasso, no entiendo porqué esas 23 personas se dejaron sacar sangre. El fiscal no tenía ninguna autoridad para obligarlos. Sólo debería haber anotado sus nombres</i>”.

En el caso Dalmasso, no entiendo porqué esas 23 personas se dejaron sacar sangre. El fiscal no tenía ninguna autoridad para obligarlos. Sólo debería haber anotado sus nombres”.

“<i>Ninguno de los patrones genéticos de los familiares de María Marta, empezando por el viudo Carrascosa, se correspondían con los que estaban en las evidencias</i>”.

Ninguno de los patrones genéticos de los familiares de María Marta, empezando por el viudo Carrascosa, se correspondían con los que estaban en las evidencias”.

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