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Las inyecciones de la juventud

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Como sigamos así, ponerse botox será como lavarse los dientes: natural y
hasta obligatorio. No en vano el botox ya es la "droga del glamour" para todos
los que acarician o creen acariciar, aunque sea por un momento, ese dulce
placebo del siglo XXl: la celebridad.

Se trata de aparecer impecablemente jóvenes, lozanos, descansados y con cara de
estar disponibles para todo trabajo, experiencia y, sobre todo, camarógrafo o
fotógrafo que circule cerca. Entre las primeras en adoptar el botox como un hijo
muy querido estuvo Madonna. No solo se lo aplica cada vez que lo cree necesario.
Su último video, titulado Hollywood, tiene una mirada crítica, sarcástica,
simpática y muy naturalista de ese mundo tan glamoroso y cruel que sucede en la
costa oeste de los Estados Unidos donde hay una superstar por metro cuadrado.
Este retrato de la rubia contiene, sin pudores en el medio, aplicaciones
explícitas de botox. Sí, ella misma, su piel acariciada e inyectada por una
jeringa enorme e inequívoca. El botox entrando en una de las caras más caras del
universo y a la vista de todos. El mundo ya sabe. Ahí está el botox haciendo lo
que ningún elixir pudo: devolviendo lozanía y eterna juventud.

Pero todo tiene un origen. Es una toxina, la botulímica, temida por venenosa
cuando contamina latas de conserva, pero en este caso convertida en una
proteína. Fue utilizada por primera vez en 1973 para tratar espasmos musculares
permanentes como tics, estrabismo o tortícolis. La casualidad hizo que ingresara
en el mundo de la estética cuando un grupo de médicos de la Universidad de
Vancouver (Canadá), mientras atendía a un paciente con trastornos neurológicos,
observó que, cuando le infiltraban la toxina en el músculo, combatía la
patología y desaparecían las arrugas en un par de días. En los Estados Unidos,
la FDA (Food & Drug Administration) la aprobó en 1979 y empezó a dar la vuelta
al mundo sin miramientos. En estos momentos ya está autorizado y es popular en
70 países del planeta. En los Estados Unidos casi dos millones de personas
alisan sus caras y adquieren un rictus plácido alejado de cualquier estrés y
cansancio a todo botox. Entre cuatro y seis meses dura la acción que puede
repetirse pasado ese tiempo.

Según los médicos que aplican botox a stars y anónimos de estas tierras, las
inyecciones tienen unos cuantos beneficios, además de erradicar las arrugas. No
necesita anestesia y por lo tanto no está considerada como una cirugía. Entre
las 24 y 36 horas después de la aplicación las arrugas empiezan a desaparecer,
no quedan cicatrices y la cara mantiene naturalidad, no se pierden los gestos y
se puede hacer en cualquier época del año. Todo sin posoperatorio y con un
precio muy por debajo de las estéticas tradicionales: cada aplicación puede
costar desde 500 pesos en adelante sin contar los honorarios del médico.

Después de esto, casi no hace falta agregar que el botox tiene fanáticos
adoradores y gurúes que saben hasta el último secreto.

En los Estados Unidos, el doctor Arnold Klein tiene un fichero celestial: Cher,
la primera en animarse al botox, Michael Pfeiffer (su paciente preferida),
Sharon Stone, Elizabeth Taylor, Tom Cruise, Michael Douglas y su mujer,
Catherine Zeta Jones, y hasta la superchica y divina total de Gwyneth Paltrow lo
visitan con increíble frecuencia y hasta terminaron amigos mientras la frente,
entrecejo y patas de gallo desaparecían como por encanto. Se calcula que el
tiempo máximo del operativo es de 15 minutos y después se puede seguir con la
actividad normal, ya que apenas queda un punto rojo que desaparece en pocas
horas.

Las estrellas no solo se lo aplican cuando tienen que tener la cara perfecta,
otra de las bondades del botox es que impide la sudoración en manos y axilas. En
acontecimientos de tanta exposición como el Oscar todo el mundo se lo pone en
manos y axilas para que bloquee las glándulas sudoríparas, no se manche la ropa
y evite la antipática sensación de entregar una mano empapada para el saludo.

En la Argentina no se hizo esperar. En 1996, el cirujano Manuel Sarrabayrouse
hizo debutar la droga del glamour y desde entonces los que la adoptaron
disfrutan con disimulo de la magia y los que todavía no se animan no paran de
preguntar e imaginar su cara sin surcos ni gesto de cansancio.

Entre las primeras que se atrevieron al botox están las dos divas nacionales:
Susana Giménez y Moria Casán, quienes no hacen más que cantar loas a la magia de
la toxina.

Daniela Urzi logró que sus ojos tuvieran más luz cuando merced al botox, levantó
sus cejas y la mirada le cambió fundamentalmente. Teté Coustarot también lo
adoptó y, más allá de su genética prodigiosa, logró tersura en la piel y su cara
está completamente despejada. Carmen Yazalde también se anotó y cualquiera que
la mira le canta 15 años menos. Perfectas después de los 50.

El caso de Ginette Reynal y Flavia Palmiero no es diferente. Con algunos años
menos que las diosas antes nombradas, volvieron a tener la misma expresión que
cuando recién empezaban su carrera después de criar a sus hijos, tomar sol todos
los veranos y cumplir agotadoras sesiones de trabajo. Recuperaron frescura y no
hay una pizca de cansancio en sus rostros.

Andrea Frigerio tiene una de las caras más espectaculares del país y puede
prescindir de cualquier cirugía que a veces deja la piel tensa o una mirada
exageradamente dura (depende del cirujano, claro, no siempre es así… hay muchos
y de los buenos que apuestan a la cirugía natural) por eso la mínima aplicación
de botox la mantiene espectacular. Vale aclarar que la mayoría de los cirujanos
top del país (léase Juan Carlos Elías, Horacio López Carlone, Cristina Zaeiter,
Zapata y otros) en algunos casos usan el botox como tratamiento pos cirugías
estéticas.
Los hombres argentinos no se quedan atrás y buenas razones tienen, la vida pone
alternativas que hacen fruncir el entrecejo. Arnaldo André y Fabián Vena saben
perfectamente el valor de lucir impecables frente a cámaras. No son los únicos.
Es un secreto a voces que muchísimos actores, políticos y economistas que
diariamente ponen sus caras ante el público no tienen un pacto con el diablo. Se
pusieron botox y tan felices.

Pero el botox ya dejó de ser una tendencia en la sociedad, se instaló. Los que
pueden ponérselo no lo dudan y quienes tienen algún inconveniente económico
hacen una reunión -que recuerda a otras tantas de consumidores de tuppers, ollas
a presión o productos de maquillaje de ventas a domicilio-, para sacar algún
provecho de la socialización de la compra, ya que una ampolla puede alcanzar
para dos aplicaciones en casos leves. En Londres casi nadie se priva del party
más fashion que se conozca por estos días. Lo organiza alguna interesada en
obtener los beneficios sin más sacrificio que el de juntar a siete amigas que
estén con la idea en la cabeza. A la hora del té se reúnen y se les suma, con
maletín debidamente acondicionado, el doctor Michael Prager. La conversación
discurre tranquilamente mientras el médico las va inyectando una a una. El
chiste es que la dueña de casa se lleva la aplicación gratis mientras sus
invitadas ponen 500 euros en una bandeja. Michael, previo al operativo, les
cuenta que nada será traumático, que no habrá dolor y una aguja muy fina, de 5
milímetros, será la conductora de la toxina. Todo termina con copas y brindis
deseando feliz lozanía. La única condición indispensable para animarse es que el
médico que aplica la inyección sea un cirujano plástico, tenga práctica y no
acepte los excesos a que tienden la mayoría de los pacientes. Si no, la tan
anhelada juventud puede transformarse en un rictus no deseado (véase recuadro).

En la Argentina, tímidamente, empiezan las botox party. No hay edades. Las más
chicas quieren corregir pequeñas asimetrías de su cara, borrar señas del sol o
levantar las cejas. Las más grandes, ya sabemos. Todo esto es tan natural que el
dramatismo quedó muy lejos. Lo tiró por la ventana el botox.

Madonna marca tendencia en todo lo que se propone. En su último video titulado Hollywood muestra una mirada sarcástica de las estrellas que pueblan ese mundillo glamoroso y se anima a hacer lo que todos hacen a escondidas: ponerse botox en cámaras.

Madonna marca tendencia en todo lo que se propone. En su último video titulado Hollywood muestra una mirada sarcástica de las estrellas que pueblan ese mundillo glamoroso y se anima a hacer lo que todos hacen a escondidas: ponerse botox en cámaras.

Logró que sus ojos tuvieran más luz cuando merced al botox, levantó sus cejas y la mirada le cambió fundamentalmente.

Logró que sus ojos tuvieran más luz cuando merced al botox, levantó sus cejas y la mirada le cambió fundamentalmente.

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