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Las estrellas no dejaron de brillar

Ya no es la señora de Tom Cruise. Ya no es esa quinceañera que aterrizó desde
Sydney, Australia, a los inciertos brazos de Hollywood. Ya no es una figurita de
reparto ni una segundona. Hoy, Nicole Kidman brilla, como el Oscar a Mejor
Actriz en su mano, en el ardor del Kodak Theatre de Los Angeles. No fue para
menos: le prestó piel y nariz -prótesis mediante- a la gran escritora Virginia
Woolf para el filme Las horas. A su lado, sus padres, Anthony y Janelle, y su
hija adoptiva, Isabella. A ellos les dedica el premio, dice. Nicole llora, habla
de más, no entiende. Finalmente, le llegó su hora.

DIAMANTE Y SOBRIEDAD. Se decía que no iba a haber Oscar, que el fuego y el dolor
en Bagdad iban a callarlo todo. Pero los popes del celuloide gritaron: "The show must go on". Y entonces, la función continuó. Sin embargo, para el 75º
aniversario de los Academy Awards, sus bodas de diamante, sobró el recato. No
hubo alfombra roja, por más que sorprenda: resultó breve, color borravino, y con
treinta fotógrafos y cronistas en lugar de los quinientos acreditados
previamente. Los Estados Unidos charlaban con fuego allá por Irak y exigían
sobriedad. Pero, como dijimos, las estrellas debían brillar igual. Nicole Kidman
fue una de las primeras en justificar su presencia y aclarar: "Vengo aquí porque
creo en el arte. Creo en lo que hago, y quiero honrarlo"
.

CONTRASTES SOBRE LA ALFOMBRA
. Allí, por donde desfila el glamour, se vio de
todo. La seguridad fue la prioridad number one, con la National Guard
fuertemente armada y vigilando de cerca. Pese a ello, los protagonistas de la
noche pudieron lucirse como acostumbran: Queen Latifah, diva soul star de
Chicago, con cuatro millones y medio de dólares en alhajas de Harry Winston,
lord de los diamantes americanos. Jennifer Lopez, en un Valentino verde agua
originalmente diseñado para Jackie Onassis, custodiando a su Ben Affleck. Salma
Hayek, que rindió un signo de la paz a manifestantes allí apostados; y Robert
Duvall, que llegó con su pareja de tango -y pareja en la vida real-, la
argentina Luciana Pedraza, y les predicó a sus colegas las glorias de su nueva y
milonguera película, Assassination Tango. Richard Gere -protagonista de Chicago,
el filme más ganador de la noche, que se llevó seis estatuillas-, llegó con su
esposa, Carey Lowell, quejándose porque tuvieron que dejar en su casa a Homer,
su bebé de tres años. Renée Zellweger -enfundada en un Carolina Herrera,
nominada a Mejor Actriz por Chicago, "Nicole me ganó por una nariz", diría
luego-, bellísima y sola, la última en entrar.

Kidman junto a Chris Cooper, Catherine Zeta-Jones y Adrien Brody, los grandes ganadores.

Kidman junto a Chris Cooper, Catherine Zeta-Jones y Adrien Brody, los grandes ganadores.

Nicole Kidman junto a su madre, Janelle, con un strapless de gasa negra y aros de diamantes estilo antiguo. Nicole no reveló el nombre del diseñador, pero confesó: Quería un estilo años 20".">

Nicole Kidman junto a su madre, Janelle, con un strapless de gasa negra y aros de diamantes estilo antiguo. Nicole no reveló el nombre del diseñador, pero confesó: "Quería un estilo años 20".

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