La princesa del pueblo – GENTE Online
 

La princesa del pueblo

Lady Di es uno de los grandes mitos contempo
ráneos. La Princesa del pueblo,

la madre cariñosa, el alma solidaria, la confidente de las celebrities, la dama
preocupada por su cuerpo y su look, una de las primeras figuras que le lavó la
cara fría y protocolar a la nobleza europea (a los Windsor, la dinastía
británica, entre las más rígidas de la historia), la mujer que sufría y lloraba
como cualquier mujer.

Pasaron seis años de su muerte y todavía parece no tener paz. Hace un mes se
publicó A Royal Duty (Un deber real), obra de su ex mayordomo y amigo, Paul
Burrell, que automáticamente se convirtió en best-seller. Con su ópera prima,
quien fuera la mano derecha de Diana Spencer se hizo millonario aunque en el
exilio: vive en los Estados Unidos. Sólo por un adelanto exclusivo a The Daily
Mirror facturó 800 mil dólares. Ni hablar de los cheques (con seis ceros) que
cobró en carácter de derechos de autor, no por la primera parte -que es la que
está en venta- sino por la segunda, con la editorial británica Pengüin.
Desesperado por fama, fortuna y, según él, "por justicia, porque el accidente
que causó la muerte de Diana no fue bien investigado"
, Burrell publicó las
cartas íntimas de la princesa, que destilan sufrimiento y terror por parte de
Diana. William (21) y Harry (19), los principitos, le comunicaron al mundo:
"Burrell traicionó a nuestra madre de manera fría y flagrante. Ojalá ponga fin a
todas las revelaciones, que tanto habrían mortificado a mamá". De infidelidades,
maltrato y hasta un complot por matarla versan las cartas de la discordia.

DE PUÑO Y LETRA REAL.
"En este día de octubre, me encuentro sentada frente a mi
escritorio, deseando que alguien me tome en sus brazos y me dé el coraje de ser
fuerte, de mantenerme de pie. Estoy viviendo el momento más peligroso que jamás
haya conocido. Alguien (Burrell no transcribió el nombre por un tema legal)
prepara un accidente con mi auto, una falla de los frenos, un accidente que me
deje, por ejemplo, una grave herida en la cabeza, de manera de eliminar los
obstáculos que permitan a Carlos volver a casarse".
Diana describió su muerte en
el otoño de 1996, exactamente diez meses antes que el Mercedes-Benz que la
conducía junto a Dodi Al Fayed por París se estrellara contra la columna doce
del Pont d'Alma. Cuatro páginas -con su monograma, una D con una corona, todo en
color granate- que escribió ella misma en su office del palacio de Kensington.
Un testimonio escalofriante, dictado por la necesidad imperiosa de compartir su
angustia. "Le voy a poner fecha a esto, Paul -le dijo a su mayodormo- y quiero
que usted lo guarde cuidadosamente. Por si acaso".

La investigación de la justicia francesa develó que el conductor, Henri Paul,
manejaba bajo el efecto del alcohol y a una velocidad excesiva. Para muchos, sin
embargo, las conclusiones del juez Stephan no contestaron satisfactoriamente a
todas las dudas del drama.

Burrell afirma que Diana comenzó a temer por su seguridad dos años antes de su
trágico final. En una carta con fecha del 28 de agosto de 1996 expresaba: "Mi
nueva fortaleza inquieta más y más a los hombres de gris. Me he fortalecido y
eso no les gusta. Estoy asombrada por los constantes intentos de Carlos por
destruirme".

En otra carta, Diana dejó muy claro que nunca quiso el divorcio. "Una parte de
mí siempre amará a Carlos. Quisiera tanto ser su amiga. Me hubiera gustado que
se ocupara de mí y estuviera orgulloso de mi trabajo…
". Pero a pesar de que
luchó por salvar su matrimonio, Diana contempló con tristeza el fracaso. "Fueron
quince años turbulentos en los que tuve que enfrentarme a la envidia, los celos
y el odio de la familia de Carlos y sus amigos".

Meses antes de su muerte, la princesa confesaba estar "cansada de tanta batalla"
y agregaba haber sido "golpeada, maltratada sicológicamente por el sistema desde
hace quince años. La angustia casi me mató, pero mi fuerza interior nunca me
abandonó y mis guías me han protegido".

MI SUEGRO ES UN PRINCIPE. Si la carta manuscrita de Diana es el elemento más
fuerte del libro, no es el único. A los recuerdos propios del mayordomo se suman
otros factores. Por ejemplo, las cartas del príncipe Felipe, marido de la reina,
y suegro de Diana. "No puedo imaginar a nadie en su sano juicio dejándote a ti
por Camila"
, le escribió. El duque de Edimburgo también le hacía reproches:
"¿Podés honestamente mirar en tu corazón y decir que la relación de Carlos con
Camila no tiene nada que ver con tu comportamiento hacia él en el matrimonio?"
.
Entre otras cosas, Felipe le objetaba que sus celos habían sido "el cáncer del
matrimonio, y tu comportamiento después del nacimiento de William no ayudó a que
las cosas mejoraran, ya que eres demasiado posesiva con tus hijos".
Burrell, en
su libro, reflexiona así: "Todo lo que hacía era darles amor y afecto, y quizá
eso en el ámbito de los royals, donde sólo las niñeras se ocupan de los chicos,
puede considerarse una actitud posesiva".

De a poco Diana empezó a admirar la honestidad de su suegro. Sentía que tenía un
interlocutor de confianza: "¿Cuántas mujeres deben discutir sus problemas
matrimoniales con su suegro en lugar de con su marido?
", se preguntaba. Felipe
se reiteraba: "Carlos fue tonto en arriesgar todo con Camila. Nunca imaginamos
que pudiera pensar en dejarte por ella".
Las cartas las fimaba: "Con amor
sincero, Pa
".

El intercambio epistolar suegro-nuera fue durante el 92, cuando se decidió la
separación. Ese mismo año se publicó Diana, su verdadera historia -de Andrew
Morton-, libro en el que la princesa evidentemente brindó su apoyo y confesó
todo. Y eso enervó a la reina Isabel y a su marido, Felipe.

UNA FAMILIA CONTROVERTIDA. Con su hermano, Charles Spencer, Diana mantenía una
correspondencia tensa. "Temo por ti. Sé que la manipulación y el engaño son
parte de tu enfermedad. Espero que estés recibiendo el tratamiento adecuado para
tus problemas mentales
", le escribía Spencer. En otra oportunidad, Charles le
negó a su hermana el permiso de vivir en Garden House, dentro de la propiedad
familiar de Althorp. Hoy, Spencer asegura que los extractos de sus líneas fueron
sacados de contexto. En cuanto a sus miedos acerca de una conspiración para
matarla, el hermano de Di opina: "Fue una extraña coincidencia, es imposible
planear la terrible manera en que murió. Mi familia y yo estamos convencidos de
que se mató en un accidente. Paranoia es una palabra fuerte, pero Diana a veces
era paranoica".

¿Por qué Burrell tardó seis años en dar a conocer las polémicas cartas de Diana?
Misterio. ¿Por qué no las dio a conocer cuando la justicia francesa investigaba?
Esas y otras preguntas se formuló Mohamed al Fayed, el padre del novio de Diana,
que también murió en el accidente. El millonario saudita reclamó la apertura del
caso y el premier británico se la negó. Burrell narra en su libro que tras la
muerte de Diana, Frances Shand Kydd -la madre- se sentó en una sala de
Kensington "con una botella de vino para revisar toda la correspondencia de su
hija y decidió destruir más de cincuenta cartas".

Burrell acudió a la reina y durante una entrevista le manifestó su intención de
guardar los objetos y documentos de la princesa, ya que podían tener valor
histórico. La reina no se opuso y lo despidió: "Tenga cuidado, Paul, nadie ha
estado tan cerca de un miembro de mi familia como usted. Hay poderes en este
país de los que no tenemos conocimiento…".

Pasaron seis años de su muerte y la gente de acá y de allá, pobre y rica, famosa
e ignota, recuerda a Di como puede -o como quiere-. Ya se dijo, es una de las
princesas que hizo historia en el siglo XX y una mujer que ya es mito.

En cuanto al look, impuso su sello como ninguna otra princesa británica. Era amiga de los couturiers más célebres y rompió el protocolo inglés que sólo la dejaba vestirse con diseñadores british. Ella elegía a Versace, Lagerfeld, Valentino y Saint Laurent, que además eran sus amigos.

En cuanto al look, impuso su sello como ninguna otra princesa británica. Era amiga de los couturiers más célebres y rompió el protocolo inglés que sólo la dejaba vestirse con diseñadores british. Ella elegía a Versace, Lagerfeld, Valentino y Saint Laurent, que además eran sus amigos.

El maltrato, las infidelidades y el sufrimiento de Diana eran moneda corriente en el matrimonio. Ella dijo de su vida junto a Charles:

El maltrato, las infidelidades y el sufrimiento de Diana eran moneda corriente en el matrimonio. Ella dijo de su vida junto a Charles: "Fueron quince años turbulentos en los que tuve que enfrentarme a la envidia, los celos y el odio de la familia de Carlos y sus amigos". Separada ya, se dedicó a tareas solidarias, y admiró a la Madre Teresa de Calcuta.

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