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La inseguridad no es sólo argentina

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Armar las valijas. Cargarlas de ilusiones. Y tener que volver antes de tiempo
sin una cosa y sin la otra. Esto le ocurrió a 155 argentinos que veraneaban en
el sur de Brasil durante enero. Es la pesadilla de los números oficiales, esos
que no aparecen en los folletos que prometen sol y caipirinha: seis compatriotas
por día sufren un asalto en Florianópolis y alrededores.

GRITOS EN LA OSCURIDAD. Hay alguien que todavía no escuchó estos datos: se llama
Sergio Pugliese y es uno de los dos protagonistas del asalto más violento que
sufrieron los argentinos esta temporada. Está internado en un hospital de Haedo,
aquí en Buenos Aires, porque un delincuente le pegó un tiro, allá en Floripa.
Sergio veraneaba junto a su amigo Jorge Pérez en una posada del sur de la isla
de Santa Catarina. Jorge no se la llevó de arriba: fue agredido con una cuchilla
y debieron darle veinticuatro puntos en la cabeza y ocho en la mano izquierda.
 
Pero a Sergio le fue peor. Una bala le perforó la espalda, lesionó su hígado,
los intestinos y obligó a los médicos a que le extirparan el bazo. Permaneció en
un hospital de Florianópolis hasta que el 27 de enero pudo ser trasladado a la
Argentina. Bajó del avión recostado en una camilla, con suero y un tubo de
drenaje conectado al tórax. "Estoy muy bien, aunque dolorido, pero pienso volver
a Brasil en mis próximas vacaciones
", se animó a proyectar. Cuando termine de
reponerse le darán la buena noticia: detuvieron a la banda que lo asaltó. Estaba
compuesta por tres brasileños -Diego Lemos Nunes y los hermanos Rangel Norberto
y Maicon Luiz Cardoso- y un argentino de 17 años, Miguel Angel Sueldo. Los
cuatro reconocieron su participación en el delito. El argentino, además, habría
sido el autor del disparo que hirió a Sergio. Hizo su confesión arrepentido y
llorando. Su pena no será mayor a tres años de prisión por ser menor de edad.

Pero hasta el momento, y a pesar de la gran cantidad de policías que se sumaron
al paisaje brasileño, no hubo otros detenidos por robos o asaltos.
Para los uniformados, las cifras del delito son normales. Con ellos coincide el
cónsul argentino en el estado de Santa Catarina, Valdo Palmai: "No se incrementó
la cantidad de robos, aumentó la cantidad de argentinos".
De este modo relativizó la alarma que se generó en nuestro país a partir de los últimos
casos. Y aseguró que el margen de inseguridad es el mismo que en años
anteriores.

Pero que esa explicación se la vayan a dar a Gabriel Kot, que por nada del mundo
quiere volver a Brasil. Con nueve amigos de entre 19 y 23 años, había llegado el
16 de enero a Cachoeira, en el norte de Florianópolis. El primer domingo de sus
vacaciones fue a bailar con cinco de ellos. Los otros cuatro se quedaron en la
casa que habían alquilado en el complejo Residencial Paraíso. Se acabó la música
y volvieron a descansar. Todo parecía normal cuando llegaron. En la casa
dormían.

-¿Dónde están los bolsos? -preguntó Gabriel.
-No sé, ahí -titubeó Ezequiel sin despertarse del todo.
-Dale, ¿dónde los escondieron?
-¡Están ahí!
-¿Ustedes se acostaron con la ventana abierta? -empezó a preocuparse Gabriel.

Y entonces se dieron cuenta. Alguien había entrado en la madrugada. Los sedaron
con algodones mojados en cloroformo y les robaron algo de ropa, una cámara de
fotos, un discman, dos mil dólares y la última sonrisa de sus vacaciones.
Ninguno quiso quedarse más. Intentaron que el dueño les devolviera el alquiler
de un mes por la casa que habían usado apenas cuatro días. Pero les dijo que no,
y de yapa los denunció por autorrobo. Los diez amigos volvieron tristes a Buenos
Aires. Desde sus hogares en Villa Devoto algunos decidieron viajar, ahora
separados. Gabriel eligió Villa Gesell. Pero sigue con miedo de que lo vuelvan a
asaltar.

PASAJEROS DE UNA PESADILLA. Según cifras de la Embajada del Brasil en nuestro
país, durante el 2003 visitaron ese país alrededor de un millón de argentinos.
Según el cónsul Palmai, alrededor de 80.000 compatriotas veranearon en
Florianópolis durante enero. Y se prevén 150.000 para toda la temporada. El
susto no provocó cancelaciones, y nada parece detener la demanda de pasajes. La
policía del lugar, ahora, reparte folletos con recomendaciones para los
turistas: viajar durante el día, no llevar dinero en efectivo, elegir hoteles
céntricos, no alquilar casas aisladas, guardar dinero en el hotel, no usar joyas
y elegir posadas con seguridad.

"Los argentinos nos identificamos rápidamente, y los delincuentes saben que no
usamos chequeras y solemos viajar con el efectivo encima. Por eso nos
convertimos en un blanco fácil -dice el cónsul Palmai-. Pero la solución no es
dejar de venir, simplemente hay que tener más cuidado. El argentino en Brasil
tiene que tomar las mismas precauciones que un brasileño, incluso las mismas que
tomaría en su país".

Pese a las noticias policiales, un grupo de 39 chaqueños decididos a llegar a la
playa viajó también a Brasil. Y también se convirtió en noticia. En la madrugada
del 27 de enero, a pocos kilómetros de Porto Alegre, el micro en que viajaban
fue asaltado por un grupo comando. Con armas largas los delincuentes obligaron
al chofer del ómnibus a detenerse al costado de la ruta. Subieron al micro,
despertaron a los pasajeros que no terminaban de entender la pesadilla, y se
llevaron sus bolsos y algunos objetos de valor. Después del susto, los chaqueños
siguieron su camino hacia Laguna, al sur de Florianópolis, y desafiaron a la
mala onda: "Algunos podrán robarnos los bolsos, pero nadie nos robará las
vacaciones".

MARCHE PRESO. Según un informe de la Cancillería argentina, en las cárceles
brasileñas están detenidos 128 compatriotas. Los últimos, Lucas Saker y Rolando
Di Ferdinando, dos comerciantes cordobeses acusados de tener relaciones
sexuales, y fotografiarse mientras las sostenían, con una menor de 14 años, en
Camboriú. Este último delito -el de "fotografiarse o publicar escenas de sexo
explícito o pornográfico con niños o adolescentes"-
en Brasil tiene una pena de
uno a cuatro años de prisión. Curiosamente, hacer circular moneda falsa, el
castigo es mucho mayor: de tres a doce años de prisión, más una fuerte multa.

Precisamente, cuando ya nos estábamos olvidando de las penurias de Tomás
Ciarrocchi y Andrés Cano, los compatriotas presos por un billete falso de 100
dólares, hay otro argentino en la cárcel de Tijuca, 50 kilómetros al norte de
Florianópolis, por un motivo parecido. Se llama Alejandro Martínez, tiene 49
años, es artesano y había viajado a visitar a sus hijos. El está detenido desde
el 20 de diciembre del 2003. Quiso cambiar cuatrocientos dólares que había
comprado en la frontera, y cuando supo que eran billetes falsos ya lo estaban
llevando a la prisión. Su libertad se demora porque no tiene dinero para pagar
un abogado particular. Ivo Carione, el defensor de Tomás y Andrés, prometió
ocuparse del caso lo antes posible. El regreso de Alejandro se sumará,
seguramente, a la larga lista de argentinos que este año debieron suspender las
vacaciones por motivos de fuerza mayor. Y volvieron con la frente alta. Pero
marchita.

Entre el sol y la arena de Canasvieiras, se recortan las siluetas de los policías de Florianópolis. Los argentinos, pese a la alarma por los robos, no cancelaron sus reservas.

Entre el sol y la arena de Canasvieiras, se recortan las siluetas de los policías de Florianópolis. Los argentinos, pese a la alarma por los robos, no cancelaron sus reservas.

Sergio Pugliese vuelve a la Argentina después de haber sido salvajemente asaltado en Brasil.

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