Jennifer Gates (22) es la primogénita del fundador de Microsoft y ocupa el puesto 19 en salto con vallas de la Federación Ecuestre de Estados Unidos. Su más reciente ocasión de lucirse sobre un caballo surgió del Campeonato de Salto de Montecarlo, donde papá la aplaudió con ganas y mamá se conmovió al retrarla.
Entre viejas conocidas, como Athina Onassis y Charlotte Casiraghi, Jennifer dejó en claro que, para ella, saltar es mucho más que un hobby. De hecho, si hablamos de puntajes, supera por cinco puestos a Eve Jobs (19), hija de Steve –creador de Apple–, que está en el puesto 23 de la misma liga. Porque entre herederas...
MOSQUITOS, BILLETES Y AMORES. La hija del segundo hombre más rico del mundo –este año Jeff Bezos, de Amazon, le sacó el primer puesto– combina su pasión por los caballos con su último año de cursada en la carrera de Biología en la Universidad de Stanford.
Sus padres, Bill Gates (62) y Melinda French de Gates (53), cumplieron 23 años de casados y presiden la fundación caritativa más importante del planeta. Filántropos de la primera hora, tienen como lema: “Todas las vidas tienen el mismo valor. Somos optimistas impacientes, que luchamos por reducir la desigualdad”.
¿El último gran acto altruista? Anunciaron la donación de cuatro millones de dólares para investigar y desarrollar un mosquito que combata la malaria.
Jennifer es la hermana mayor de Rory (18) y Phoebe (15). De una belleza fresca, rasgos definidos y un marcado interés por la moda, es la única de los tres hermanos Gates que tiene una cuenta de Instagram abierta y un alto nivel de exposición. Aunque nada de lo que comparte son yates, champagne ni anillos de brillantes. Porque por más millonarios que sean, las excentricidades no son parte de la vida de los Gates.
Jen está de novia desde hace un año con el saltador egipcio Nayel Nassar (25).La chica practica salto hípico desde los seis años y hace dos que su padre le construyó un complejo sobre un terreno en Wellington, península de Florida. Tiene diez establos, pista y una casa de más de 600 metros cuadrados. El costo total del complejo es de nueve millones de dólares.
¿Más números? La fortuna de Bill está calculada en 90 mil millones del verde billete (cifra que lo posiciona como el segundo más rico del planeta, según la revista Forbes), aunque sus vástagos heredarán –¿solamente?– alrededor del diez por ciento de esa suma.
“Si les das grandes cantidades de dinero a tus hijos no los estás ayudando. Al contario, les impedís que creen su propio camino”, contó hace algún tiempo en una entrevista. Así, dejó en claro su deseo de que puedan elegir qué hacer con sus vidas, pero que la plata no sea tanta como para que ¡no hagan nada! Bien por Bill.
Por Ana van Gelderen.
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